57.- Links para preparar los poemas.

Poemas que pueden entrar en las PAU de LITERATURA CASTELLANA. Es imposible estudiarse todos los comentarios. Recordad que en la entrada 3 está la teoría sobre el Renacimiento. En la 10, sobre la mística. En la 13 y 14 sobre el Barroco y el conceptismo (Quevedo) y en la 22 sobre el culteranismo (Góngora). ¡Ánimos!

 

-Garcilaso de la Vega

-3 sonetos

“En tanto que de rosa y azucena” COMENTADO EN EL BLOG.

“Oh, dulces prendas por mi mal halladas” COMENTADO EN EL BLOG.

                               “Escrito está en mi alma vuestro gesto”

 

1 canción (“Oda a la flor de Gnido”), con métrica de lira.

 

-Fray Luis de León

-3 odas con métrica de lira.

                               “Qué descansada vida…”

                               “Alma región luciente…”

                               “Recoge ya en el seno…”

 

-San Juan de la Cruz

                -“Llama de amor viva”. Métrica de lira.

                -“Tras de un amoroso lance”. Octosílabos con estribillo.

 

-Luis de Góngora

-2 romances

                               “La más bella niña / de nuestro lugar”

                               “Amarrado al duro banco / de una galera turquesca” Romance morisco

-1 letrilla

                               “Ándeme yo caliente, y ríase la gente”

-1 soneto

“Prisión del nácar era articulado” EN FOTOCOPIA.

 

-El inicio de la Soledad I (silvas: combinaciones de heptasílabos y endecasílabos).

 

Lope de Vega

-4 sonetos

                               -1 en clave a su relación con Elena Osorio (“Suelta mi manso…“)

                               -1 soneto de repente (“Un soneto me manda hacer Violante”)

                               -1 soneto en que define al amor (“Ir y quedarse, y con quedar partirse”)

                               -1 soneto religioso (una palinodia). (“Qué tengo yo que mi amistad procuras?”).

 

Francisco de Quevedo

-2 sonetos burlescos

“Érase un hombre a una nariz pegado” HECHO EN CLASE.

                                               “Si eres campana, dónde está el badajo”ÍDEM.

-2 sonetos filosóficos (estoicismo cristiano)

                                               “Fue sueño ayer, mañana será tierra”

“Miré los muros de la patria mía” EN FOTOCOPIA.

-1 letrilla satírica

“Poderoso caballero / es don Dinero” EN FOTOCOPIA.

 

 

 

 

56.- ¿Clase mañana?

My dears…

 

si os va bien, mañana jueves 9 estaré a las 9h15 para echaros una mano con los poemas. Si no os va bien, hoy a la tarde colgaré una entrada en el blog en que aparecerán todos los poemas, ordenados por su subgénero lírico y con un enlace al comentario (no redactado por mí) de algunos.

Os espero. La clase la daré sin peluca. Bueno, es negociable…

55.- Preparación de las PAU. Temario.

  1. Antología de la poesía del Siglo de Oro.

 

 

 

  1. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.

 

Características de la locura de don Quijote. También, aquí.

 

Parodia de las novelas de caballerías en el aspecto, nombre, objetivos del héroe cervantino. Aquí, con más profundidad.

 

Principales diferencias entre la Primera y la Segunda parte.

 

Las tres salidas del protagonista.

 

Carácter de Sancho Panza.

 

Los ideales quijotescos: justicia, libertad, sentido caballeresco.

 

El amor cortés y la creación de la amada ideal.

 

Función de Cide Hamete Benengeli.

 

 

  1. Lope de Vega, El caballero de Olmedo.

El ajuste de la obra al Arte nuevo de hacer comedias. Entrada 39.

La polimetría. Sentido trágico: función coral de la sombra y los presagios. Entrada 38 y 39.

Carácter de los tres personajes principales: la dama, el galán y el antagonista. Entrada 43.

El fatalismo. Entrada 42 (las premoniciones).

La función celestinesca de Fabia.  Entrada 44.

Simbolismo de los espacios. 

 

 

 

  1. José Zorrilla, Don Juan Tenorio.

 

Fuentes de la obra.  pág. XIV-XVII

Temas principales.

Polimetría. XLIV

Espacios simbólicos. XXXII.

La ruptura de las reglas neoclásicas. XXVI-XXX.

La evolución de don Juan desde el burlador inicial hasta el temeroso de Dios del final: un héroe romántico muy peculiar.La renuncia a Dios. XX-XXII.

Evolución de doña Inés, cuyo amor divino se sitúa por encima del humano, del engaño, del abandono, de la traición y de la muerte. XX-XXIV.

La salvación de Inés, vinculada al arrepentimiento y redención de don Juan: la predestinación por solidaridad religiosa. íDEM.

La renuncia de don Juan al infierno implica la renuncia a su misma condición.  XXII. 

 

 

5.- Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa

Características del naturalismo en la obra de Pardo Bazán. Entradas 47 y 48.

Determinismo y condicionantes del comportamiento de los personajes principales. Caracteres de Julián y Nucha, y de Sabel y Primitivo. Entrada 51 (mirad aquí el apartado 4.2.3).

Reflejo del contexto histórico contemporáneo.

El campo y la ciudad, naturaleza y civilización. Entrada 50.

Las clases sociales y su reflejo novelesco.

Estructura de la obra. Punto de vista narrativo. Entrada 49.

 

6.- Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta.

Dimensión histórica de la novela.

Caracterización de las clases sociales y sus respectivos representantes.

Espacios reales y simbólicos.

Estructura de la obra.

Diversidad de puntos de vista y de técnicas narrativas: influencia de la novela picaresca.

Pastiche mediante la imitación de las técnicas de la novela policíaca, del folletín y de la novela de aventuras.

Artículos periodísticos, cartas y documentos: la verdad histórica y la ficción.

Variantes idiomáticas y lenguajes específicos.

 

54.- Contenidos de la recuperación.

PRIMER TRIMESTRE

-Comentario guiado de un poema de Garcilaso o de Quevedo analizado en clase. Entradas 12, 8, 6, 14, 21.

-Desarrollar en 15 líneas como mínimo uno de los temas de la entrada 19 del blog sobre el Quijote. Debes demostrar conocimiento de la obra. El a), f), g) y h) no entrarán.

SEGUNDO TRIMESTRE

-La verdad sobre el caso Savolta: desarrollar en 15 líneas uno de los personajes de la novela: María Coral, María Rosa Savolta (entrada 33 del blog) o “El perspectivismo y el pastiche” (entrada 32) o “Las clases sociales” (entrada 30). Deberás demostrar conocimiento del argumento de la novela.

-El caballero de Olmedo de Lope de Vega: desarrollar en unas 15 líneas como mínimo uno de los temas que aparecen en la entrada 45. NO entrarán “La polimetría”, “Las fuentes” y “Los géneros teatrales en el siglo de oro”.

 

TERCER TRIMESTRE.

-lOS Pazos de Ulloa. Desarrollar en un un mínimo de 15 líneas uno de los temas de las entradas 49, 50 y 51.

-Don Juan Tenorio: Desarrollar en 15 líneas uno de los siguientes temas del Tenorio: “Don Juan o doña Inés como personaje”, “Don Juan como drama romántico”, “Diferencias entre las dos partes del Tenorio”. Puede aparecer un fragmento del Tenorio que debas contextualizar.

53.- Posibles preguntas para el examen sobre Don Juan Tenorio del 10/5/16

Temas largos (200 palabras como mínimo)

-Fuentes de Don Juan. XVI     NO.

-Don Juan/Doña Inés como personajes. XX-XXIV

-Don Juan como drama romántico. Blog y XXVI-XXX

-Diferencias entre la primera y la segunda parte de Don Juan. XXX-XXXIV

 

Preguntas cortas (cincuenta-setenta palabras). 

-Don Luis como personaje. XXIV-V

-Los tres géneros teatrales del siglo de oro que aparecen en Don Juan. XXVIII

-Indica algunos símbolos en la obra. XXXV.  NO.

-Indica 3 posibles errores teológicos en Don Juan. XXXVI-XXXIX NO.

-Don Juan como alegoría política. XL NO.

-Algún detalle del argumento (a partir de un fragmento).

52.- El Romanticismo y el drama romántico. Características.

 

 

Definición

El Romanticismo es un movimiento cultural que se opone a los principios característicos de la Ilustración y que es resultado de la profunda crisis social e ideológica de un mundo en acelerado cambio, como es el de las primeras décadas del siglo XIX.

 

Características

 

El ansía de libertad

El Romanticismo es una reacción en contra del Neoclasicismo. La libertad creativa desplaza a la razón ordenadora.

 

La exaltación del yo individual

En el siglo XVIII neoclásico, con el despotismo ilustrado, la voluntad del rey se imponía sobre la opinión de sus súbditos.  En cambio, los postulados de la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad) hicieron variar la situación. Ellas fueron las ideas inspiradoras del Romanticismo, que propugnó una intensa valoración de la propia personalidad.

 

El espíritu de rebeldía

Las ansias de libertad se traducen en un espíritu de rebeldía, que se observa en numerosos personajes literarios, todos ellos aventureros y rebeldes.

 

Sentimiento de soledad y de resignación al sufrimiento

El fatum romántico proviene de un emparentamiento con la cosmovisión cristiana medieval.

 

Identificación con la naturaleza

La naturaleza en su estado puro, no se trata de una naturaleza de jardín sino de una naturaleza guardadora de secretos en la que pueda proyectar su estado anímico.

 

Exaltación de la imaginación y del sentimiento

El romántico muestra su valor en la firmeza de sus sentimientos. Es un caballero en una gesta del corazón.  Por otro lado, su imaginación le pone alas a su sentimiento amoroso.

 

Valoración de lo nacional y popular

Tal como el hombre romántico necesita afirmar su yo, las naciones precisan destacar los valores propios que las diferencien de otras comunidades humanas.

 

 

 

El Romanticismo en España.

Después del Neoclasicismo, en España el Romanticismo supuso un resurgimiento literario, aunque su producción no sea comparable a la de los Siglos de Oro. Con respecto a Europa, es un Romanticismo tardío, que empieza en la primera mitad del siglo XIX. Su plenitud, aproximadamente, dura unos 15 años (1835-1850), aunque continúa durante todo el reinado de Isabel II, coexistiendo con el primer Realismo.

Hubo dos tipos de Romanticismo en España: uno primero más liberal (José de Espronceda), y otro más conservador (Bécquer).

 

El drama romántico Se denomina drama romántico a un tipo de pieza teatral puesto de moda durante el Romanticismo, en el siglo XIX. No debe confundirse con la expresión anglicista homónima donde romántico equivale a “de tema amoroso” que no es equivalente.

Sus principales características son:

  • Voluntad de romper con la estructura del drama neoclásico.
  • Mezcla de lo cómico y lo serio, en busca de expresar lo grotesco por medio del contraste entre valores positivos y negativos de la existencia; de personajes de alta y baja condición social y de prosa y verso en algunas piezas, pero no llegó a triunfar. Una vez que a los dramaturgos se les pasa la fiebre de romper con las normas escriben sus obras en verso.
  • ºSe rompen las tres unidades aristotélicas de acción (se cuenta más de una historia), de lugar (transcurre en varios lugares distintos y apartados o separados entre sí, de forma que utilizan gran número de escenografías y decorados ocuadros) de tiempo (transcurre en más de veinticuatro horas, y a veces incluso puede durar toda una vida, con diversos y extensos cortes cronológicos que marcan los saltos en la acción)
  • Ambientación lúgubre, nocturna o agitada por todo tipo de fenómenos violentos de la naturaleza: tormentas, rayos, naufragios, etcétera.
  • Ruptura de la unidad de estilo, mezclándose prosa y verso, y en el seno del mismo verso adoptando lapolimetría.
  • Rechazo de los temas grecolatinos y preferencia por los de historia medieval, lasleyendas y las civilizaciones exóticas y remotas.
  • Los personajes suelen ser misteriosos o rebeldes a la sociedad de su época, contra la cual se enfrentan.
  • Abundan las acotaciones escénicas, tanto las que se refieren a escenografía romántica, como las que se refieren a la actitud de los personajes.
  • Fuerte temporalización frente a la atemporalidad del teatro neoclásico, y espesa concreción del espacio teatral.
  • La acción aparece siempre cuidadosamente localizada.
  • La escenografía cobra gran importancia en la obra.
  • El número de actos puede variar entre tres, cuatro y cinco.
  • El tema fundamental es el destino, vehiculado normalmente a través del amor, siempre apasionado, un amor absoluto, más allá del bien y del mal, siempre relativo.
  • Tema de la libertad como sentimiento.
  • Voluntad de crear una intriga compleja y sorprendente que mantenga atento al espectador y le procure emociones truculentas por encima de la acción puramente dramática.
  • Desaparece la finalidad didáctica propia del siglo XVIII. Buscan conmover e inspirar al público.

Ejemplos de dramas románticos son, en Francia, Hernani o Cronwell de Víctor Hugo; en el Romanticismo español, Don Álvaro o La fuerza del sino, del Duque de RivasEl trovador de Antonio García GutiérrezLos amantes de Teruel de Juan Eugenio HartzenbuschDon Juan Tenorio, de J. Zorrilla.

 

 

51.- Don Pedro, Nucha y Julián, tres personajes naturalistas.

 

Don Pedro Moscoso, el apócrifo Marqués, es un personaje contruido según los preceptos del naturalismo plasmados en las novelas de Zola, con gran atención a su origen familiar y con rasgos heredados del determinismo medioambiental.

Don Pedro Moscoso y tu tío, Manuel de la Lage, son dos nobles decadentes, soberbios y poco avispados, cuya naturaleza violenta resulta suavizada tan solo por las normas sociales, siendo el hogar donde se manifiestan con la más sincera brutalidad. Ambos se parecen tanto sin duda por la herencia genética: los dos provienen de una estirpe de hombres instintivos, vigorosos y brutos, que creen que “más vale asno vivo que doctor muerto”. A esta misma saga había pertenecido el fallecido Gabriel Pardo, hermano de Manuel, vividor sin escrúpulos que se había instalado en los pazos para gastar el patrimonio familiar, responsable de haber enseñado a cazar y de enseñar a Pedro el apetito carnal. La idea de un linaje corrupto emerge en la novela, de la misma forma que es la clase social, la antigua nobleza rural gallega, la señalada.

Don Pedro crece como un ignorante, con el hábito de un despótico señor feudal, hecho que se demuestra en su conducta, como cuando hace traer un ama, hija de uno de sus caseros, que acaba de tener un hijo, para que críe a Manolita. Estas maneras no llaman la atención en el medio rural donde se ha criado, pero en Santiago el Marqués teme conducirse como un patán. Por eso renuncia a Rita, la prima coqueta y desenvuelta. Su decisión de casarse con Nucha no tiene que ver con el deseo de matrimonio cristiano que tanto preocupa a Julián; el marqués, que es un celoso posesivo capaz de pegar a las mujeres, teme que Rita empañe la honra de la casa de Ulloa y que ello lo convierta en el hazmerreír de sus siervos. Con Nucha no corre ese riesgo, y además ella es la heredera de una familia rica.

Don Pedro está también descrito de forma satírica muchas veces, tal como se nota en la parte política de la novela, donde se convierte en una especie de bufón ignorante al que dominan otros personajes. En Santiago presume de apoyar la Revolución del 68 para llevar la contraria a su tío, pero luego aceptará ser el candidato del Partido absolutista. Aunque no entiende ni le importa la política, se lleva un gran disgusto por haber perdido las elecciones. Don Pedro representa un tema muy retratado en la novelística del realismo: las víctimas del paso del tiempo, en este caso tanto él como su clase social. En la continuación de la novela, La madre naturaleza, aparecerá hecho un despojo de lo que fue, desprovisto de fuerza, gotoso y sin autoridad ninguna sus dominios.

 

 

Nucha es un personaje sobre el que también pesa el determinismo genético y del medio. De constitución enfermiza y dotada como Julián de un “temperamento linfático-nervioso”, su salud se resentirá mucho tras un parto difícil que le impide criar a su hija.

Tampoco es capaz de adaptarse a la realidad de la zona rural, con cuyos habitantes y costumbres no congenia, en paralelo a lo que también sucede con Julián. Nucha presenta los rasgos de la enfermedad de la histeria, tal como se describía en los tratados de medicina de la época: “una sensibilidad extrema del sistema nervioso”, “la pérdida de conocimiento que acaba en llanto y sollozos”. Así, Nucha confiesa a Julián que desde el nacimiento de su hija ha sufrido miedos y supersticiones, al creer que otros habitantes de los pazos la quieren matar. El mismo día de su boda ya se ha dado cuenta de que Perucho es el hijo bastardo de su marido y en su conciencia se ha solidificado la idea de que Primitivo y los otros habitantes  de los pazos quieren deshacerse de ella, ya que es su rival para hacerse con la propiedad de la hacienda.

La calumnia de su relación ilegítima con Julián sin duda tendrá que ver en su muerte elíptica, que conoce Julián por una esquela que recibe en la alejada parroquia donde ha sido destinado por el obispado. Como Julián, Nucha no es muy lista y acepta con naturalidad los valores del mundo reaccionario de los pazos. Marcelina se caracteriza por su sumisión a una autoridad paterna y por un profundo instinto maternal que le impulsó ya desde una niña a hacerse cargo de su hermano Gabriel.

De este modo, Nucha es la víctima de tres voluntades masculinas que precipitarán su muerte: su padre, don Pedro y Julián.

 

 

 

Julián Álvarez es un contemplativo que se toma muy en serio su ministerio sacerdotal y posee una cultura religiosa nada desdeñable. Le gusta la literatura de la Contrarreforma, como Fray Luis de Granada y las obras del padre Nieremberg y el Kempis. Pero también muestra conocer la obra de Jaime Balmes, un importante filósofo religioso contemporáneo, aunque muestra cierto desdén por las obras de la Ilustración.

Pero este conocimiento no le da armas para entender el mundo, ya que Julián es un “alma de Dios”, una persona bondadosa y sencilla. Ya en el seminario sus compañeros se habían burlado de él llamándole San Julián, o diciendo de él que solo le faltaba una paloma en la mano. Por eso, fuera de su medio, parece un personaje ridículo. Así lo ve el Marqués de Ulloa la primera vez que topan en el camino a los Pazos, que no acababa de encontrar. Por esta torpeza, Julián tarda en darse cuenta de la relación ilegítima del Marqués con Sabel, así como de la paternidad ilegítima de Perucho.

Este carácter de Julián está descrito según el método naturalista, es decir, atribuido a la genética y a la educación materna. Por eso se destaca el temperamento femenino del sacerdote. Igual que se atribuía a las mujeres, se ruboriza, se escandaliza a veces, levanta su tono de voz, pero es incapaz de rebeldía. También, es femenino porque posee un profundo instinto familiar, que se manifiesta en el cuidado que dispensa a Perucho y al amor que le inspirará Manolita.

Julián tiene dos características de santo: va a un lugar corrupto a llevar la palabra de Dios (conducir al Marqués a la virtud de un matrimonio cristiano). En este sentido, estimula la elección de Nucha, la más devota y más débil de las hijas de don Manuel. Pero la elección se constituye en un error.

El cura no es consciente de su predilección por Nucha, pero al lector sí se le hace evidente que entre ambos hay cierta conexión cómplice; sus conversaciones, sus gestos, su  misericordi ante la argolla donde había habido un esclavo en otra época, etc. Parece que Julián identifique a Nucha con María, la madre de Jesús, pues como ella, a Julián Nucha se le antoja virgen antes y después del parto.

Pero el hogar cristiano que quiere construir Julián se viene abajo nada más nacer Nucha. El marqués se muestra dolido porque su mujer no le ha dado un varón y vuelve a sus hábitos de antes: la reanudación de sus amores ilícitos con Sabel. Julián ocupa el puesto que ha quedado vacante y asume un rol que no le corresponde: esposo virtuoso y padre putativo. Ambos forman una sublimada pareja de santos, vinculados por un matrimonio casto, relacionable también con la de José y María.

El conocimiento que Julián adquiere de estas vicisitudes de la vida a través del fracaso vincula Los pazos de Ulloa con el género de las bildungsroman, explicitado en la entrada 49. Durante su estancia en casa de los Ulloa, Julián pasa por un duro proceso de conocimiento y aprendizaje del desengaño que le marcará y le hará cambiar sus objetivos vitales, que ahora serán la renuncia y la penitencia. Al final de la novela, Julián es desterrado por el Obispo. Su culpa es haber roto una norma del sacerdocio católico: no tener una amistad particular como la que Julián ha tenido con Marcelina. Julián se sabe culpable de algo tan grave como haberse dejado llevar por el egoísmo en la elección de Nucha como esposa ideal de don Pedro y haber sido por ello el provocador de la trágica muerte de la joven.

50.- La dialéctica campo-ciudad.

La dialéctica campo-ciudad se muestra en la novela estructurada en los tres espacios en que sus personajes se mueven: los Pazos y Cebre, la comarca rural y la ciudad pequeña o cabeza de partido, respectivamente, frente a Santiago, la urbe.

La novela muestra los conflictos humanos y sociales de un medio rural atrasado en que pervive el sistema de explotación de la tierra en régimen de foro, es decir, la cesión por un propietario del dominio  útil de la teirra a un tercero a lo largo de varias generaciones, a cambio de la paga de una parte del beneficio. Desde el siglo XVIII, los sectores reformistas de la Ilustración habían intentado cambiar este sistema medieval, contra el inmovilismo de los propietarios como don Pedro (“¡Foro de casa! No corre por ahí una liebre que no paste en tierra mía!”). La autora, cuyo padre había sido un terrateniente partidario del liberalismo económico, era partidaria de un uso más compartido de la tierra.

El narrador de la novela parece ser más portavoz de los señores que de los campesinos. No obstante, la novela cuestiona a la nobleza rural irresponsable, representada por personajes como don Pedro, que ya ni es marqués, Ramón Limioso, que parece un quijotesco superviviente del pasado, y las hermanas Molende, pasivas y conservadoras, que también eran carlistas.

Por este motivo, tiene sentido que don Pedro se presente a las elecciones en representación de su clase social, con la intención de “restablecimiento de los vínculos y el mayorazgo”, apoyado por el estamento eclesiástico, también afectado por la Desamortización de Mendizábal, de treinta años antes.

Era normal que los terratenientes gallegos se desentendieran de la gestión de la tierra y de su hogar, y las dejaran en manos de los administradores, como en el caso de Primitivo Suárez, y bajo el consejo de un clérigo. Es el mayordomo Primitivo quien se hace con el control de las cuentas del Pazo y se enriquece a cuenta de su amo, para luego convertirse en prestamista de los campesinos que trabajan en sus tierras. Primitivo pretende adueñarse de la casa de Ulloa con una táctica de resistencia pasiva y conducta criminal: no obedece ni desobedece a nadie que sea don Pedro, pero mientras tanto roba y no duda en matar a quien supone un problema para sus objetivos: Julián, y al final de forma frustrada a Nucha y su hija.

En el campo, domina el instinto: don Pedro se dedica básicamente a cazar. No hace falta guardar las formas en casa: comer con cubiertos y respetar las costumbres en la mesa; en este sentido, la violencia doméstica, el adulterio y la bastardía se consienten porque no se airean en voz alta, y se puede disponer de la vida de los súbditos. Por eso, para los advenedizos como Julián y Nucha, el campo “embrutece y envilece”. El crimen y el secreto son allí algo normal.

 

 

Primitivo tiene relaciones con la mesocracia que mueve los hilos del poder en Cebre, la ciudad pequeña cabeza de partido. A diferencia del mundo dramático de los Pazos, Cebre es retratado con cierto humor. En este sentido, la figura del médico idealista y republicano es presentada como una caricatura por su inocencia e incapacidad para callar.  En Cebre es donde viven los dos caciques, Barbacana y Trampeta, vinculados al Partido moderado y a la Unión liberal. Ambos se radicalizan cuando se abre el debate constituyente. La principal función del cacique era el control electoral de la población mediante el otorgamiento de favores. Cuando, aun así, el resultado no estaba claro, intentaban falsificar los resultados de los comicios. De este proceder dan fe los capítulos XXIV a XXVI. La compra de voluntades estaba al cabo de la calle en este contexto, como la que provoca el asesinato de Primitivo por parte del Tuerto de Castrodorna, protegido por Barbacana.

Los capítulos que se ocupan de las elecciones tienen un gran carácter documental, pero también inciden en el desenlace de los personajes. Nucha había albergado esperanzas de irse de los Pazos si su marido era elegido diputado. Trampeta había hecho correr el rumor de que la casa del Marqués era un lugar de adulterio (don Pedro-Sabel y Nucha-Julián).

 

 

Santiago es presentado como algo contrario al mundo rural de los Pazos. Allí, las formas sí se mantienen, en casa y en la calle; los hombres de mayor categoría no comparten su ocio con sus criados, pero también existen lugares donde se manifiesta cierta vida conspirativa, como el casino, donde se comentan en voz baja los rumores deshonrosos para los diferentes estamentos rivales. Don Pedro no está cómodo en Santiago, pues le cuesta adaptarse a los usos más civilizados, como guardar silencio, no hacer comentarios indecorosos. La diferencia entre las mujeres de ambos lugares es significativa, pues don Pedro se queja de la falta de fortaleza de las habitantes de la ciudad, en contraposición a las fuertes campesinas a las que está acostumbrado.

49.- Estructura y narrador de LPdU

 

Aunque la autora aspira a diseccionar una realidad del momento (la decadencia de la nobleza de la Galicia rural), en la composición de la novela se aprecia una estructura muy elaborada, siguiendo el principio de composición propio de las novelas de Zola.

Si hay que relacionar la novela con un subgénero narrativo, este sería el de la novela de crecimiento o bildungsroman, consistente en el paso a la madurez mediante el conocimiento del fracaso o de las partes más negativas de la vida que pasan a ser conocidas por un protagonista que va perdiendo su inocencia.

La publicación de LPdU y de su continuación (La madre naturaleza), obligaron a la autora a trazar al final de cada parte un clímax para mantener el interés del lector. Por ello, cerró con una siniestra anticipación el último capítulo del primer volumen, en que “unas pisadas recias” y un “crujir de botas flamantes” interrumpieron las oraciones de Nucha que precedieron a su elíptica consumación del matrimonio. El último capítulo del segundo volumen acabó con el retorno de Julián a los Pazos diez años después de los hechos narrados.

Además, los viajes de Julián al valle crean sensación de unidad: cada vez, Julián se cruza con la tosca cruz, que es signo premonitorio de la muerte en el cap. I; en el VIII es el marco del frustrado asesinato de Julián por parte de Primitivo, mientras que es un instrumento de justicia divina en el cap. XXVIII cuando en ese camino se produce la muerte violenta del mayordomo. Es al lado del crucero donde se exhibirá el cadáver de Primitivo.

La acción del primer volumen (I-XI) tiene un tiempo interno de un año (1866, la llegada de Julián a los Pazos, hasta agosto de 1867, fecha de la boda de Nucha con don Pedro). Esta primera parte de la obra responde al modelo realista que había sentado Balzac en sus novelas de costumbres, en que se oponía el campo y la ciudad. Así, la novela de Pardo Bazán transcurre en dos espacios que contrastan entre sí: los Pazos (I-VIII) y Santiago (IX-X). El primer bloque empieza con el tópico romántico del viajero que llega a un lugar desconocido, y está flanqueado por dos escenas de violencia naturalista: Perucho disputando el rancho a los perros, y Sabel golpeada por el marqués.

En este primer volumen, Julián primero conoce los espacios interiores de los Pazos, para luego ir ampliando su visión hacia los exteriores, donde conoce los poderes fácticos de la región, así como la inminencia de la Revolución. En este sentido, es importante el banquete de la rectoría de Naya, donde el clero y las fuerzas vivas de Cebre contrastan sus opiniones en una escena que anticipa el enfrentamiento político. Allí aparecen mencionados los caciques Barbacana y Trampeta, cuyo control de la población queda señalado durante toda la novela. En ese banquete Julián es señalado como diferente (por su desconocimiento de los poderes ocultos de la región y por su candidez) y es aludido con una broma que anticipa el rumor que sobre él se lanza en la segunda parte de la novela.

En Santiago, la acción de descubrimiento de Julián es más pausada, ya que el joven sacerdote conocía al tío de Pedro Moscoso (su madre había sido su ama de llaves). Las escenas en que el marqués debe decidirse por cuál de las hijas de su tío será su futura esposa dominan este apartado, aunque el protagonismo progresivo de Nucha debido a su conexión silenciosa con Julián empezará a ser importante en esta parte.

En el segundo volumen, la duración interna es de un año también, a la que hay que sumar una década de sucesos públicos y privados. Hay un pequeño anacronismo en la novela, ya que el regreso de Julián en el capítulo XII se debería producir en 1867, y según la autora al poco tiempo estallará la Revolución del 68, cosa imposible. A partir de aquí, la cronología es clara: Nucha y don Pedro vuelven a los Pazos en el 69, Manolita nace a finales de este mismo año, las elecciones tienen lugar en junio del 70 y poco después, Julián es expulsado de los Pazos.

Esta segunda parte es mucho más psicológica y simbólica. Domina en ella el contraste entre la desolación del mundo adulto y la relación inocente entre ambos niños, Perucho y Manolita, cuyo nacimiento convierte la vida en los Pazos en una tragedia doméstica. Diversos acontecimientos de la vida local acompañan el paso del tiempo: las visitas del médico, del juez, al arcipreste de Loiro y al castillo de Limioso.  Los meses invernales son ilustrados con las historias de las amazonas galaicas, la echadora de cartas, los perros que ventan la muerte, l pesadilla de Julián, la leyenda de la Santa Compaña. La tertulia de cazadores y el día de caza tan poco propicio para Julián finalizan ese tiempo de pausa.

Las marcas moradas en las muñecas de Nucha son descubiertas en la época de las elecciones, desarrolladas en tres capítulos en que lo público y lo privado se alternan. La novela se cierra con la escena del cementerio, diseñada como un triángulo en cuyos vértices se sitúan las tumbas de Primitivo y Nucha, la melancolía de Julián y las risas de Perucho y Nucha. En esa imagen se señala con eficacia el pasado, el presente y el futuro de los Pazos.

 

 

El narrador de la novela es omnisciente, que interpreta los hechos desde la mirada de algunos personajes de la novela. Su conducta no es uniforme: opina, a veces es distante y a veces muestra entusiasmo ante lo que cuenta. Suele tomar partido, siempre desde una posición aristocrática y católica y con voluntad de desterrar errores. Sus portavoces son Julián y Nucha.

El punto de vista dominante es el de Julián, protagonista y testigo en ese mundo hostil que va descubriendo junto al lector. Por tanto, el narrador entra en un juego de perspectivas que suele coincidir con el de la autora. Así, raramente el narrador transmite el punto de vista de Nucha, sumisa y autoanulada; ni de Primitivo, personaje malvado.

La técnica que usa el narrador para fundirse en el punto de vista de sus portavoces es el estilo indirecto libre (integración en la voz del narrador de los rasgos lingüísticos de los personajes). Por eso hay tantos cambios de registro: diminutivos, coloquialismos, galleguismos, imitación de cierto estilo cervantino en algunos inicios de capítulo…

Y es que los personajes se definen por su forma de hablar: Julián suele saltar de una voz doctrinal a expresiones de entusiasmo casi femeninas. El marqués resalta su ffalta de formación mediante expresiones bruscas y malsonantes. Primitivo es siempre muy lacónico. De esta manera, con un narrador que toma múltiples voces, la autora parece intentar su propósito realista y naturalista: la captación de un mundo poliédrico y conflictivo.

48.- El naturalismo de Emilia Pardo Bazán.

TEXTO A)

Cap. IX.

A la que no se podían poner tachas era a Rita, la hermana mayor. Lo que más cautivaba a su primo, en Rita, no era tanto la belleza del rostro como la cumplida proporción del tronco y miembros, la amplitud y redondez de la cadera, el desarrollo del seno, todo cuanto en las valientes y armónicas curvas de su briosa persona prometía la madre fecunda y la nodriza inexhausta. ¡Soberbio vaso en verdad para encerrar un Moscoso legítimo, magnífico patrón donde injertar el heredero, el continuador del nombre! El marqués presentía en tan arrogante hembra, no el placer de los sentidos, sino la numerosa y masculina prole que debía rendir; bien como el agricultor que ante un terreno fértil no se prenda de las florecillas que lo esmaltan, pero calcula aproximadamente la cosecha que podrá rendir al terminarse el estío.

 

TEXTO B)

Cap. XI.

Atendiendo a la niña, Nucha se reanimaba. Cuidábala con febril actividad. Todo se lo quería hacer ella, sin ceder al ama más que la parte material de la cría. El ama, decía ella, era un tonel lleno de leche que estaba allí para aplicarle la espita cuando fuese necesario y soltar el chorro: ni más ni menos. La comparación del tonel es exactísima: el ama tenía hechura, color e inteligencia de tonel. Poseía también, como los toneles, un vientre magno. Daba gozo verla comer, mejor dicho, engullir: en la cocina, Sabel se entretenía en llenarle el plato o la taza a reverter, en ponerle delante medio pan, cebándola igual que a los pavos. Con semejante mostrenco Sabel se la echaba de principesa, modelo de delicados gustos y selectas aficiones. Como todo es relativo en el mundo, para la gente de escalera abajo de la casa solariega el ama representaba un salvaje muy gracioso y ridículo, y se reían tanto más con sus patochadas cuanto más fácilmente podían incurrir ellos en otras mayores. Realmente era el ama objeto curioso, no sólo para los payos, sino por distintas razones, para un etnógrafo investigador. Máximo Juncal refirió a Julián pormenores interesantes. En el valle donde se asienta la parroquia de que el ama procedía – valle situado en los últimos confines de Galicia, lindando con Portugal – las mujeres se distinguen por sus condiciones físicas y modo de vivir: son una especie de amazonas, resto de las guerreras galaicas de que hablan los geógrafos latinos; que si hoy no pueden hacer la guerra sino a sus maridos, destripan terrones con la misma furia que antes combatían; andan medio en cueros, luciendo sus fornidas y recias carnazas; aran, cavan, siegan, cargan carros de rama y esquilmo, soportan en sus hombros de cariátide enormes pesos y viven, ya que no sin obra, por lo menos sin auxilio de varón, pues los del valle suelen emigrar a Lisboa en busca de colocaciones desde los catorce años, volviendo sólo al país un par de meses, para casarse y propagar la raza, y huyendo apenas cumplido su oficio de machos de colmena. A veces, en Portugal, reciben nuevas de infidelidades conyugales, y, pasando la frontera una noche, acuchillan a los amantes dormidos: éste fue el crimen del Tuerto protegido por Barbacana, cuya historia había contado también Juncal. No obstante, las hembras de Castrodorna suelen ser tan honestas como selváticas. El ama no desmentía su raza por la anchura desmesurada de las caderas y redondez de los rudos miembros. Costó un triunfo a Nucha vestirla racionalmente, y hacerle trocar la corta saya de bayeta verde, que no le cubría la desnuda pantorrilla, por otra más cumplida y decorosa, consintiéndole únicamente el justillo, prenda clásica de ama de cría, que deja rebosar las repletas ubres, y los característicos pendientes de enorme argolla, el torquis romano conservado desde tiempo inmemorial en el valle. Fue una lid obligarle a poner los zapatos a diario, porque todas sus congéneres los reservan para las fiestas repicadas; fue una penitencia enseñarle el nombre y uso de cada objeto, aún de los más sencillos y corrientes; fue pensar en lo excusado convencerla de que la niña que criaba era un ser delicado y frágil, que no se podía traer mal envuelto en retales de bayeta grana, dentro de una banasta mullida de helechos, y dejarse a la sombra de un roble, a merced del viento, del sol y de la lluvia, como los recién nacidos del valle de Castrodorna; y Máximo Juncal, que aunque gran apologista de los artificios higiénicos lo era también de las milagrosas virtudes de la naturaleza, hallaba alguna dificultad en conciliar ambos extremos, y salía del paso apelando a su lectura más reciente.

 

 

EPB escribe sus mejores novelas entre 1883 y 1887, cuando el naturalismo triunfa en España. Son los años en que el liberal Sagasta gobierna y la censura instaurada poco antes por Cánovas sufre cierta relajación. Las grandes novelas decimonónicas españolas se publican en esta década: La regenta, Fortunata y Jacinta y Los pazos de Ulloa, las tres influidas por la poética del Naturalismo.

Aparte de las características ideológicas, una gran influencia naturalista fue el principio de composición: aspirar a una novela de argumento verosímil, objetiva, que retratase la realidad sin imponer un punto de vista doctrinal al lector. La técnica flaubertiana del estilo indirecto libre servirá a este efecto.

En España, el naturalismo entró poco a poco desde la década de los setenta. En general, fue un fenómeno mal entendido, apreciado como la recopilación de vicios escabrosos y patológicos, que ofrecía una visión pesimista de la existencia, sin lugar para el humor. Solo fue Clarín, al principio, quien supo ver en las novelas naturalistas un poderoso instrumento de indagación de la vida y del hombre contemporáneos.

EPB ya en 1881, en el prólogo a Un viaje de novios, se muestra partidaria de la “moderna escuela francesa”, aunque no la llama naturalista, y acepta que una novela deba ser un “estudio social, psicológico, histórico».

EPB escribió a favor del naturalismo con sus artículos de La cuestión palpitante, 1883, recopilación de artículos prologada por Clarín. Aunque EPB era ferviente católica y se oponía al determinismo, no ocultaba su admiración por Zola, que “lograba que nos forjásemos la ilusión de ver pensar al héroe”. Por tanto, EPB aceptó la vertiente artística del naturalismo. El propio Zola se extrañó de la adhesión de la autora española, achacándola a que “el naturalismo de esta señora s puramente formal, artístico y literario”.

Por tanto, EPB no fue nunca una naturalista ortodoxa («no soy idealista, ni realista, ni naturalista, sino ecléctica»). Ella creía en un “realismo armónico o sincrético”, es decir, que no renunciase ni a los hallazgos románticos ni a los naturalistas en ningún sentido. Con el tiempo, EPB vivió en París y conoció a Zola: “Ante un mercado, una taberna ,una mina, un almacén, un huerto abandonado, Zola verá vivir con extraña vida, con vida imaginaria (…) y les prestará una personalidad simbólica que ha de conservar siempre”.

EPB señalaba las grandes limitaciones del pensamiento de Zola: su visión materialista del hombre y su concepción utilitaria de la novela. Lo primero le parecía radicalmente condenable desde el pensamiento cristiano («Escribir como si Cristo no hubiese existido, ni su doctrina hubiese sido promulgada jamás, fue el error capital de la escuela»); lo segundo iba en contra de uno de los presupuestos más queridos de su credo estético: «el objeto del arte no es defender ni ofender la moral, es realizar la belleza». También, criticó de Zola que confiase en los hallazgos de Charles Darwin, incompatibles con la visión cristiana de la existencia.