UN FUTURO CREATIVO

Recientemente leímos un artículo del pensador francés más importante de la actualidad, Francis Wolff, cuya tesis principal se resume en la frase de “Hoy nos rebelamos en contra de algo, pero nunca a favor de nada”. Esta es la descripción y el diagnóstico que hace Wolff del panorama actual.

El mayor historiador del siglo XX Arnold Toynbee resume su teoría de la historia en que las civilizaciones desaparecen cuando ya no pueden encontrar soluciones creativas a sus problemas y desafíos. ¿Acaso es eso lo que nos está pasando? ¿No está siendo la humanidad capaz de crear soluciones creativas a sus desafíos?, o dicho de otro modo, ¿No somos capaces de apostar por un nuevo planteamiento, de creer en una idea renovadora, de estar a favor de un proyecto constructivo, como dice Wolff?

Desde hace medio siglo, la humanidad ha pasado por un fenómeno de interconexión económica. Antes de esto, la economía de un país y los intereses políticos del estado estaban alineados y coincidían en unas mismas acciones, objetivos y consecuencias; por ejemplo, si Francia quería hacer la guerra contra Inglaterra, era porque eso tenía unos intereses beneficiosos para su economía y también, al mismo tiempo, porque era la intención política de su estado, lo mismo ocurría con el colonialismo o con cualquier ejemplo que queramos poner.

Pero a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial podemos observar en diversos ejemplos que lo que es la intención política del gobierno de un estado, ya no coincide con lo que será beneficioso para su economía. Una guerra entre China y los Estados Unidos destrozaría, como evidencian los pronósticos, la economía mundial y no sería beneficiosa en ninguno de los casos, ningún país se podría considerar ganador ya que sus economías están conectadas y alineadas, aunque sus intenciones ideológicas, identitarias o políticas, es decir sus aparatos de estado, aún no lo estén.

Éste es un ejemplo más de que hay muchos elementos de distintos y diversos ámbitos de la civilización humana, que como podemos fácilmente observar, ya no responden a los esquemas ni a las soluciones a los que respondían cincuenta años atrás. Ámbitos como la economía, la conciencia social, la movilidad, la interconexión tecnológica, el impacto ambiental, (la paz), incluso la lengua y el pensamiento, u otros muchos que seguramente podremos encontrar.

Pero la humanidad debe ser capaz de responder a estos elementos cambiantes y a la nueva forma global que toman. Volviendo a Toynbee hay que encontrar soluciones innovadoras y creativas a estos nuevos desafíos, ésa es la clave del progreso de una civilización, o de su estancamiento. Y esto pasa necesariamente por que seamos capaces de creer de nuevo en una idea, tener fe en nuestro proyecto humano, como dice Wolff.

Roger Chavalés y Darío Arjomandi

 

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