Hace unas semanas en España tuvo lugar la sentencia para uno de los casos más controvertidos y mediáticos relacionados con la tan popular corrupción en nuestro país.

No es otro que el ‘caso Noos’, el que implicaba a Iñaki Urdangarín y la infanta Cristina, entre otros. Para la desacreditada justicia española suponía una oportunidad de demostrar que aún quedaba algo de dignidad en su seno, pero ha quedado claro que esto es un problema sin solución.

La sociedad española está harta de ver como banqueros, ministros, consejeros y demás altos cargos de la administración salen del juzgado con total impunidad de sus casos de corrupción.

Para aquellos que no lo sepan, los dos citados anteriormente, eran los duques de Palma, una de ellos, hermana del Rey. Era una oportunidad para los tribunales de demostrar que la afirmación de “la justicia es igual para todos” era cierta, era, aunque no sé si alguna vez lo fue.

El juez dictó una sentencia, para muchos, entre los que me incluyo, insuficiente, pero lo peor es que todo indica que finalmente no se va a cumplir.

Todavía quedan muchas causas en las que dictar sentencia: el caso Pujol, las preferentes… Pero creo que se dictó una mucho más significativa, la justicia está condenada a rehabilitarse.