¿Otra vez? ¡No, gracias!

-Por Marc Pujol Rios

 Desde hace años Hollywood y el cine actual son considerados industrias enfocadas al dinero y la fama. Aún así reconozcámoslo, hacen buenas pelis. Aún así la fuente inagotable de historias que fue Hollywood años ha, se ha terminado aún con ciertos atisbos de originalidad de vez en cuando. Esto ha dado pie a películas con argumentos fáciles y vagos, a hacer mediocres adaptaciones de libros y cómics, y los más destacados, los remakes.

Un remake es una clara indicación de falta de inspiración y capacidad de crear algo nuevo. No negaré que cada vez que se estrena un remake no me pica la curiosidad para ver cómo ha salido, y de hecho lo miro. Esta tendencia de en las últimas décadas se dedica a reinventar clásicos o no tan clásicos del cine e incluso copiar fotograma a fotograma la misma película en la actualidad. De esta forma reinventan la película o bien les sale peor que la original. Y aquí está la diferencia; entre los malos remakes, y los buenos, que sin duda ocurren.

Porque puede darse el caso de un buen remake que aprovecha los avances técnicos en el cine para hacer su película visualmente mejor, o argumentalmente la cambian un poco e incluso puede hacerla más interesante, o puede plasmar la historia con un estilo diferente o con actores mejores y más famosos y simplemente quedar bien para hacerte pasar un buen rato. Dos claros ejemplos de buenos remakes son The Ring, de Gore Verbininsky o Mad Max furia en la carretera, de George Miller.  Esta última, muy apreciada por mí, es un genial ejemplo de un buen remake, en que no cogieron una sola peli sino que mezclaron las mejores cosas de las 3 de la saga de Mel Gibson, añadieron unos efectos visuales geniales y les quedó una genial película que hace honor a sus predecesoras.

Y entonces encontramos malos remakes que los ves y dices “No hacía falta…”. Estos remakes, ya sea por una relectura forzada o por una arrogante voluntad de superar a la original, suelen convertirse en pastiches intragables. Buenos ejemplos son El planeta de los simios de Tim Burton o el Ben-Hur de Timur Bekmambetov. Esto ha provocado que cuando ves que harán un remake de una película te entre miedo en el cuerpo y a la vez interés y excitación por ver que harán esta vez.

 

No digo que hacer remakes esté mal, de hecho es una gran responsabilidad para el que lleve a cabo el proyecto hacerlo bien, pero es algo que no le encuentro mucho merito. A los hechos me remito, Toni Erdman de Maren Ade, película alabada por la crítica se estreno hace poco, semanas después Hollywood anunciaba la preparación de un remake. ¿Para qué?, solo para ver a Jack Nichelson y Kristen Wig viviendo la misma historia. Esta es la falta de originalidad que se da hoy en día. Y yo pienso, seguramente hay centenares de cineastas con centenares de ideas, ¿de verdad hay que ser tan poco originales?

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