Hace pocos días, durante una hora libre entre clase y clase, me puse a ojear un pequeño libro/folleto que el profesor de historia nos entregó en clase a unos pocos. Empecé por pura curiosidad y poco a poco fui adentandrome en él. Éste se llama VIVOS EN EL AVERNO NAZI.
Monsterrat Llor, la autora, se encarga de recoger las últimas voces que rememoran unos hechos históricos en primera persona. Ella decide poner fin a tantas historias en los libros que han sido contadas de unos a otros y ponerse a averiguar que españoles fueron los protagonistas del horror nazi.
Aunque consigue contactar con pocos de ellos, pocos testimonios hacen falta para darse cuenta del increíble dolor que causa tan solo el escuchar el más simple de los ataques de los nazis.
Ha sido realmente chocante las varias posturas que tomaban los protagonistas. Unos, y cito textualmente, dicen que << Me pasaría todo el día hablando de los campos>>, sin ningún temor a revivir todo aquello en sus recuerdos. En cambio, otros eran incapaces de hablar de lo que un día fue causa de su desdicha dolor.
Un testigo sorprendente era Manuel Alfonso, un pintor catalán amigo de Picasso, que efectuó algunos dibujos de corte pornográfico a un SS para sobrevivir y obtener más ración de comida.
Como segundo objetivo ( aunque a mi me haya resultado el más impactante), Montserrat se propone conocer algunas versiones de lo ocurrido de las esposas de los deportados.
El perfil ha resultado ser,en general, el de una esposa dolorida y con mucha lástima. El retorno de sus maridos para muchas conllevó un silencio doloroso durante años, hasta que ellos por fin pudieron articular palabra de los sucedido.
También nuestra autora, para su sorpresa y creo que para la de todos también, se ha encontrado con esposas agotadas de que sus maridos hablasen de los campos nazis, ya que ellas también tiene sus recuerdos dolorosos y experiencias y en cambio, lo mantienen en silencio.
Ahora bien, me gustaría que todos conociéramos a parte de las mujeres que también fueron deportadas a los campos nazis, pero en cambio de ellas no se habla.
Muchas mantienen su anonimato mientras otras quieren ser escuchadas. Carmen Cuevas fue una de las más luchadoras y que hoy se enfrenta a tu pasado para compartir con nosotros un poquito de él.
Nos cuenta sus claves esenciales que las hicieron compañeras leales de lucha hasta el final. Se siente realmente orgullosa de guardar silencio ante su detención y tortura por la Gestapo, y aun así, jamás delatar a nadie.
Como clave de supervivencia, las compañeras, intercambiaban sus números de identificación por una ya fallecida, así se salvaban de ir a las cámaras de gas o la muerte directa.
Otro hecho, par mi gusto muy enternecedor, es que las compañeras organizaban unas pequeñas familias entre ellas, dónde una de ellas asumía el papel de madre. Así lograban sentirse un poquito más cuidadas y apoyadas.
Por último, Carmen nos cuenta como practicaban el sabotaje, algo realmente impactante ya que a muchas las llevaba a la muerte más atroz. En su trabajo forzado en las fabricas de armamento nazi, las mujeres saboteaban todo el armamento que podían, con saliva, aceite. Una frase que me ha gustado por su ingenio es la de Germaine Tillion; << hay que ser inteligentemente imbéciles y torpes >>.
Con esto, Montserrat intenta que todos tomemos conciencia de los grandes héroes que se mantienen en silencio y que pudieron salvar a miles de españoles que quizás ahora mismo éstos ni le recuerden. Un ejemplo de ello es Francisco Bernal, un ingenioso zapatero que pudo salvar a muchos españoles gracias a su valentía y coraje. Éste, junto a unos testigos más, entre ellos una mujer, acaban el libro de la autora con unos testimonios realmente estremecedores.
Muchas personas, como por ejemplo el marido de nuestra autora, tras su investigación y los fragmentos de textos antiguos de los protagonistas del averno nazi plasmados en el libro, han torturado su mente pensando en sus antepasados ocultos de los que una vez deportados nadie supo cómo y cuándo fueron matados, torturados o muertos por enfermedades.
Para acabar, sólo me queda plantear una pequeña reflexión.
Creo que todos deberíamos vivir el hoy pero sin olvidarnos que quizás, el abuelo “pesado” que no deja de contarnos historias de su infancia y las vivencias de nuestros antepasados, nos está intentando inculcar el orgullo por la lucha y valor del pasado. Quizás deberíamos pararnos a escuchar un poco y ver que aquellos ojos han podido ver a un auténtico héroe, como podría ser a su padre, hablar de su batalla por la supervivencia.
Nunca sabemos si el señor mayor que está comprando pan enfrente nuestro está lleno de historias que nos dejarían boquiabiertos.
Fíjate qué comentario más profundo y extenso has hecho, Carla, tanto que no decae en ningún momento porque has sabido hablar de la autora, de los personajes entrevistados y hasta de sus mujeres y lo problemas que tuvieron para sobrellevar la carga de sus esposos. Muy interesante tu reflexión final sobre nuestros abuelos, en absoluta “pequeña” como dices. Precisamente ayer decía algo parecido en clase, que hay que procurar escribir sus historias porque si no se perderán.