6.- MOdelo de comentario del soneto XXIII de Garcilaso.

SONETO XXIII

a) La forma estrófica de este poema es la del soneto: una composición de catorce versos endecasílabos formados por dos cuartetos y dos tercetos. El origen italiano de esta forma poética confirma su filiación renacentista, ya que fue el usado por Petrarca en su Cancionero a Laura. Garcilaso divide su poema en tres partes: en la primera (los dos cuartetos), el autor describe algunos rasgos físicos de su amada: los colores pálido y sonrojado –por sus sentimientos- de su rostro; su ardiente y clara mirada, su cabello dorado que vuela al viento y su cuello también blanco y recto; el nexo “en tanto”, incide su carácter efímero. En la segunda, formada por los el primer terceto, se aconseja gozar de esa belleza antes de que el paso del tiempo la marchite (“coged…el dulce fruto”). Finalmente, en tercer lugar, el poema finaliza en el segundo terceto con el recuerdo del paso implacable del tiempo, que debe contribuir a gozar del bien presente, mientras se pueda. La rima del poema es consonante (11A 11B 11A 11B  11A 11B 11A 11B 11C 11D 11E 11C 11D 11E), y es destacable la ausencia de versos agudos, tan usuales en la poesía medieval a la que el Renacimiento superó.

b) Los cuartetos de introducción se estructuran mediante los nexos “en tanto”, que se repiten en una oración subordinada temporal que anticipa el imperativo “coged”, referido a la actitud que se solicita a la amada ideal de Garcilaso. La alteración sentimental propia del amor es aludida mediante los símbolos “rosa” y “azucena”, referentes al sonrojo y a la palidez, ambos propios de la enfermedad de amor. Estos se estructuran en un paralelismo con “ardiente, honesto”, que describen las mismas contradicciones en la mirada de la amada. Los epítetos “alegre”, “dulce” reiteran el carácter positivo del amor al que se solicita que se entregue la donna angelicata. La descriptio puellae de la amada se corresponde con el modelo de belleza renacentista de ojos y piel y cabello claros, este también ondulante, cuyo movimiento se representó con la correlacíon de verbos “mueve, esparece, desordena”, en paralelo a los tres adjetivos “hermoso, blanco, honesto”, referentes al cuello de la amada. Las rimas del poema repiten vocales abiertas (e-a, e-o), tranmitiendo cierta sensación de armonía y musicalidad reforzada por la sintaxis de oraciones largas.

c)El soneto XXIII es un poema de inspiración renacentista confirmada tanto por su contenido como por su expresión. Su tema principal evoca los tópicos renacentistas de origen clásico carpe diem (de Ausonio) y colligo virgo rosas (Horacio), que muestran una valoración positiva del sentimiento amoroso frente al carácter negativo que se le daba en el período medieval, cuando se acentuaba la inminencia de la muerte (“tempus fugit” o “ubi sunt”). Justamente, esta belleza es aludida con adjetivos de matiz positivo (“alegre”, “dulce”), que se contraponen a “helado” y “ligera”, propios de la vejez que no hay que esperar para disfrutar de la belleza. Es evidente que el modelo de Garcilaso es Petrarca, cuya influencia empezó a recibir tras el consejo de su amigo Boscán testimoniado en su Carta a la duquesa de Soma (1526) y su estancia en Nápoles en su destierro italiano en 1528.

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