LA VEJEZ
Recientemente hablaba con un amigo de la finitud, es decir, del final de la vida. De la esperanza de los que ya poco podemos esperar.
Mi amigo al percibir mi desanimo me dijo más o menos lo siguiente: “Las posibilidades de sucumbir o de empeorar de una persona joven son, casi las mismas que las posibilidades de sucumbir de una persona de la tercera edad. ¡Casi las mismas!. (..). Pues nosotros tenemos las disfunciones derivadas del envejecimiento: el corazón, el cerebro y las articulaciones. Tres ejemplos. (…). Y ellos tienen las enfermedades de transmisión sexual, los accidentes, y las enfermedades de la piel. ¡ah!. Y los problemas de salud mental. Y más cosas”.
Yo, muy sorprendido y poco convencido, le conteste de forma jocosa y casi irónica: “Las personas de la tercera edad tenemos dificultades y el riesgo de empeorar. Y los países del tercer mundo también tienen dificultades.. Y las empresas del tercer sector.(..). No somos los primeros. No estamos en el primer lugar”.
Dicho esto, añado una noticia relacionada con ese lugar que ocupamos: Los mayores, los grandes olvidados en los ensayos clínicos . ¿Te imaginas que la medicina o vacuna que te ha recetado el médico no hubiese sido probada?
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