¿La historia se repite? por Ariadna y Patricia Ribes Metidieri del B-21

Hace unos días, mi hermana y yo estábamos leyendo un artículo sobre el inicio del catalanismo político, cuando encontramos una referencia a la crisis del ferrocarril de 1866. Después de investigar un tanto qué fue está crisis en particular y sus causas, no hemos podido dejar de constatar la gran cantidad de paralelismos entre la crisis de 1866 y la actual. Es por ello que queremos compartir parte de la información que hemos encontrado y que cada uno de los lectores juzgue por sí mismo si la historia parece o no repetirse.

Así pues, primero hablaremos de la crisis del ferrocarril, empezando por el contexto histórico en que se produjo.

Resulta que durante el siglo XIX en España se produjo una revolución industrial que, aunque no fue demasiado impresionante (ya que solo triunfó en el País Vasco y Cataluña), trajo cambios profundos, como la lenta transformación de la agricultura, el establecimiento de un mercado interior único, una reforma del sector financiero y el inicio del desarrollo del ferrocarril.

En cuanto al sector financiero, se empezó a modernizar en 1856 con la Ley de Bancos de Emisión y Sociedades de Crédito que permitió la iniciativa privada. Este hecho es relevante porque permitió la inversión en el sector que, impulsado por el Estado, habría de originar la crisis que estamos tratando.

Ahora bien, ¿cómo pudo la construcción de ferrocarriles conducir a una crisis? Pues veréis, resulta que a raíz de estas reformas y debido a la Ley de Bases de los Ferrocarriles (1885) la construcción de ferrocarriles se aceleró enormemente entre 1856 y 1866, ya que, al parecer, la ley de 1855 contribuyó a atraer capital hacia el sector ferroviario de una forma si no exclusiva, sí de manera lo suficientemente masiva como para detraer dinero de otros sectores productivos necesitados de financiación, como la industria.

Sin embargo, el coste que conllevó la construcción del ferrocarril fue mucho más elevado de lo que se pensó en un primer momento; y una vez construida la red principal, el tráfico de mercancías fue mucho más bajo de lo previsto. El resultado fue que los inversores que habían contribuido a la construcción de dichas líneas (y que habían pedido préstamos a los diferentes bancos de la época para poder financiarse) no obtuvieran ningún beneficio (sino solo pérdidas), cayendo en una situación de suspensión de pagos.

A esto se sumó la crisis financiera y de liquidez que padecieron los bancos a causa de la situación descrita y por culpa de haber comprado demasiada deuda pública, ya que el Estado se encontraba en quiebra por las ayudas otorgadas a este sector, la pérdida de algunas de las colonias y la financiación de guerras en el continente americano. Como dato indicativo de la magnitud de esta crisis financiera, cabe destacar que antes de ésta había 35 sociedades crediticias que pasaron a ser tan solo 2 después de ella.

¿No os suena todavía? Pues ahora examinemos algunos de los aspectos de la crisis en la que actualmente se encuentra el Estado español: la construcción de infraestructuras que, igual que el ferrocarril en la crisis de la que hemos estado hablando, no han reportado más que deudas.

Salvando las distancias (ya que la crisis actual es más compleja que la que ya hemos tratado y ha afectado, en mayor o menor medida, a todo el mundo), algunas de las razones que la desencadenaron en España fueron el elevado endeudamiento público y privado, pero esta vez, en el sector inmobiliario y de infraestructuras.

Simplificándolo mucho y centrándome en estos dos puntos, el hecho es que, igual que en 1855 se hizo una ley para promover el desarrollo del ferrocarril, durante el último gobierno de Aznar se publicó la Ley de Liberalización del suelo, que permitió la construcción masiva de pisos e infraestructuras, promoviendo hasta límites insospechados este sector. Sin embargo, igual que en la crisis de 1866, este sector recibió la mayor parte de las inversiones tanto privadas como públicas, hasta llegar a un punto en que estas dejaron de ser rentables, reportando deudas únicamente.

Para comprender este último punto, nada mejor que unos cuantos ejemplos como, a nivel privado, el hecho que hacia 2010 hubiera casi más viviendas construidas que compradores dispuestos a comprarlas, cosa que originó el tan conocido reventón de la burbuja inmobiliaria.

Por otro lado, el Estado no se quedó corto. Igual que en la crisis del ferrocarril éste promovió económicamente el sector y se endeudó, en ésta, el Estado invirtió lo que no tenía en infraestructuras públicas como el AVE o la construcción de aeropuertos (antes de la crisis, en España había 45 aeropuertos muchos de los cuales apenas tenían unas decenas de clientes al día), de manera que tuvo que emitir bonos de deuda pública, que los bancos compraron.

Otro ejemplo de la política desastrosa que nos ha conducido a este desastre es la promesa de la “creación de puestos de trabajo”, aunque parezca contradictorio. No sé si recordáis la campaña de los partidos que ofrecían puestos de trabajo cuando empezaba la crisis, con lo que consiguieron más votantes. Pues bien, la mayoría de estos puestos que promovieron y consiguieron disminuir el paro durante unos cuantos meses, fueron a través de la construcción de infraestructuras. Es decir, crearon una solución de “pan para hoy y hambre para mañana”, ya que la construcción de dichas infraestructuras solo consiguió disminuir el paro durante unos meses (mientras se hacía la obra) y solo dejaron deudas, no un aumento real del PIB ni puestos de trabajo duraderos. En otras palabras, el gobierno de Zapatero agravó la crisis intentando, teóricamente, solucionarla.

A todo esto, debemos sumar la crisis financiera que estalló (también debido a razones externas que no trataremos) a causa de la situación con la burbuja financiera y a cómo el Estado empeoró la situación a causa de la elevadísima deuda pública que había contraído.

Por lo tanto, con esta comparación queríamos mostrar cómo los errores del pasado se repiten y que a pesar de todo, la situación que estamos viviendo actualmente no es tan excepcional.

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2 respostes a ¿La historia se repite? por Ariadna y Patricia Ribes Metidieri del B-21

  1. Marcos Martínez b-21 diu:

    Queda claro pues, que el capitalismo tiene en sus genes crisis economicas. El liberalismo de la epoca, buscando el maximo beneficio a costa del estado, consiguio undir el sector en el ansia de la construcción de ferrocarriles. Como bien explicais, el paralelismo es claro. El neoliberalismo actual y el de entonces busca la liberación del mercado respecto del estado (leyes restrictivas mercantiles) para así hacer negocio sin ningún tipo de traba. Como Aznar aboliendo las restricciones del suelo. De esta manera el ciclo se repite. Aun que la crisis sea en su seno capitalista, me viene a la mente la frase del presidente de la II República Española Niceto Alcalá Zamora:
    La crisis de españa no es política, no es de regimen es historica con toda su trascendental amplitud.

  2. jnavar29 diu:

    Habéis hecho un ejercicio de historia comparada o de economía comparada o de historia económica comparada, las tres cosas valdrían porque las tres son ciertas. Yo digo muchas veces que es importante conocer la historia para buscar similitudes para ilustrar el presente (tan opaco) en el que nos hallamos. Me sorprende ese interés vuestro por los asuntos económicos del país y la manera tan fácil cómo los explicáis.
    También me ha gustado el comentario de Marcos, que también se merece algún positivo.

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