Us adjunto un article que he trobat interessant a la revista virtual AULA. L’autor és de Juan Carlos Hueso. Continuem avançant!
Juan Carlos, un padre “veterano” y entusiasta de la Casa de Niños de Rascafría, comparte sus ideas y sensaciones. Desde jugar con el viento en el aula y mandarnos cartas de hombre pájaro que vuela en ala delta encima del cole, hasta enseñarnos los trucos de las máquinas, pasando por hacernos disfrutar con maletas llenas de música…
Ejemplos que nos animan a seguir abriendo puertas.
El centro al que asistió mi hijo mayor es el mismo donde se encuentra actualmente el pequeño de la casa, es un lugar donde siempre se ha invitado a las familias a que se incorporen de forma activa, aportando y llevando a cabo ideas dentro del aula. He tenido la fortuna de participar en alguna de ellas. En concreto, una que se dedicó a presentar las posibilidades que tenemos de realizar música y fabricar con nuestras manos instrumentos musicales, ayudados de elementos que empleamos de forma rutinaria con otro finalidad muy distinta. Resulta interesante no sólo por el hecho de reproducir o imitar sonidos, sino más bien por el de experimentar y estimular la curiosidad de los niños y niñas, buscando un sentido lúdico a descubrir una utilidad diferente para objetos cotidianos y para otros extraños e inusuales. Por ejemplo, la elaboración de un divertido slide whistle (una flauta de émbolo) con una jeringa de veterinaria, de las que usan para curar a las vacas. O algo tan fácil y clásico como tocar con una cuchara una sencilla canción infantil con varios vasos, en los que previamente se han colocado gotas de distintos colorantes alimentarios, para que cuando los rellenemos de agua obtengamos el efecto mágico del cambio de color en cada uno. La sorpresa está garantizada.
Con diversos materiales sencillos, un poco de paciencia, algo de imaginación y sobre todo mucha ilusión, se puede conseguir que durante un espacio de tiempo, que en estas edades no puede ser largo, los niños disfruten con la presencia de alguien que, siendo conocido para todos, no deja de ser un extraño en el aula. Además, por nuestros conocimientos profesionales o nuestras aficiones podemos abrir puertas a espacios desconocidos, incluso para el profesorado, enriqueciendo actividades en las que la participación y la estimulación de los sentidos garantizan la sonrisa o el asombro, tanto del que es más dispuesto y participativo como del tímido.
Tras la realización de la actividad, intento reflexionar sobre el nivel de implicación o interés de los niños y niñas; creo que siempre es alto, pero me siento inseguro sobre si habrán disfrutado. Lo que sí tengo muy claro es lo bien que lo he pasado yo y lo agradecido que estoy con el equipo educativo por su buena disposición y el buen sabor de boca que me queda al dejarme participar con tanta libertad.