El estudiante de Salamanca es un poema de 1.704 versos de José de Espronceda publicado en 1840 completamente, aunque desde 1837 se fueron dando a conocer diferentes partes del mismo. Su argumento es sencillo e incluye el mito de Don Juan Tenorio, la locura de la protagonista, la impresionante ronda espectral, la visión del propio entierro, la mujer transformada en esqueleto, es decir, motivos ya recogidos por otros escritores, y muchas ocasiones adaptados de la tradición popular. El autor introduce varias novedades como lo son el uso arriesgado de los versos, la mezcla de géneros, y un protagonista cínico y rebelde. En su momento el poema trasgredió los cánones estéticos y fue de vanguardia.
Estructura
Consta de cuatro partes. La primera parte es un prólogo en el que asistimos a un duelo de dos personajes desconocidos, y más tarde a la presentación del protagonista don Félix de Montemar. Será, según el autor, “un segundo don Juan Tenorio” por lo que será descrito como un mujeriego, irreligioso, impío, un tahúr (persona aficionada al juego), arrogante, prepotente e incrédulo.
En la segunda parte el lector asiste a las quejas de amor de Elvira, una muchacha que como muchas otras que cayó en el engaño de don Félix. Usando sus artimañas de seductor, le prometió que si se entregaba a él sería su esposo, sin embargo, una vez consiguió lo que quería huyó dejando a Elvira. Finalmente, Elvira acabará muriendo de amor por el protagonista dejando una carta.
La tercera parte nos introduce una partida de cartas entre cinco jugadores. Entrará en escena don Félix de Montemar, quien no dudará en vender objetos que probablemente eran de Elvira (un collar y un retrato) para poder jugar una partida. Durante el transcurso del juego, aparecerá otro personaje, Don Diego, hermano de doña Elvira que viene a vengarla.
La cuarta parte se inicia con el duelo entre don Félix y don Diego. Nos remite a ese “prólogo” de la primera parte. En el duelo ambos personajes morirán, no obstante, don Félix no será consciente de ello hasta el final. Andará vagando por las calles hasta que se encuentre al espectro de una mujer cubierta con un velo. Como buen don Juan, iniciará su conquista intentando averiguar quién es la mujer, y acabará siguiéndola por un paseo que simbólicamente puede ser el paseo hacia el más allá, pues el personaje verá cómo todo a su alrededor cambia (nos transporta a lugares donde los fantasmas y las ánimas caminan sin rumbo).
Finalmente llegarán al cementerio de Salamanca donde don Félix asistirá a su propio entierro. A pesar de todo lo descrito, don Félix mantendrá su actitud altanera sin dejarse impresionar, dando a entender que si eso es obra de Dios o del Diablo, prefiere enfrentarse a este segundo. Seguirán caminando hasta llegar a un lugar sin cielo, sin estrellas, lo que puede entenderse como el purgatorio. Para más tarde llegar a un palacio que deberán traspasar. Caerán en un torbellino que los llevará a la tumba de Elvira. Don Félix avanzará hacia el espectro que, inclinado sobre su tumba, llora. Y comprobará que el retrato que poseía de Elvira, también llora. En el momento en que nuestro protagonista llegue hasta el espectro, un coro de espectros los rodearán cantando felices que la esposa ha encontrado a su esposo. Don Félix seguirá manteniendo su actitud prepotente y altanera, incluso se permitirá burlarse de don Diego cuando éste aparezca para comunicarle que debe casarse con Elvira.
El espectro femenino alargará la mano para tomar la de don Félix, y éste sentirá cierto temor al notar el frío, optará pues por quitarle el velo. Descubrirá con horror que la dama que hasta ahora lo ha acompañado no es más que un esqueleto, y a pesar de sus esfuerzos por huir, la dama acabará besándolo. Don Félix se dará cuenta de que en verdad él también murió en ese duelo.
Tradición literaria
El poema de Espronceda recoge varios tópicos de la tradición literaria del Romanticismo. La personalidad de “don Juan” del personaje, puede estar inspirada en El burlador de Sevilla, y su arrogancia recuerda a don Jorge en Santa Juana.
La escena de doña Elvira convertida en un esqueleto espectral, puede estar influida por El esclavo del demonio de San Gil de Áurea, donde don Gil se encuentra con el esqueleto de Leonor. También se puede encontrar esta figura en relatos del Renacimiento y el Barroco. Por ejemplo, en Jardín de flores curiosas de Antonio de Torquemada, o La constante cordobesa de Gonzalo de Céspedes. En esta escena, Don Félix, instigado por la curiosidad y su afán de conquistas, al alzar el velo de la dama, descubre una repugnante calavera que sellará su matrimonio con un beso, fundiéndolos en un remolino vertiginoso, preludio de un castigo imponente.
La visión del propio entierro es la parte central del poema. Sus orígenes pueden estar en El purgatorio de San Patricio de Calderón de la Barca. Es de suponer que acudiera a la fuente de El golpe en Vago de José Joaquín de Mora.
El aquelarre espectral también puede ser observado con una diferencia mínima en La sinfonía fantástica de Héctor Berilos en el tiempo final, donde también se reúnen gran cantidad de seres sobrenaturales y demoníacos donde se entremezclan gemidos, gritos y carcajadas.
Don Juan Tenorio es un drama romántico en dos partes publicado en 1844 por José Zorrilla. Constituye, junto con El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630), atribuida a Tirso de Molina y de la que Don Juan Tenorio es deudora, una de las dos principales materializaciones literarias en lengua española del mito de Don Juan.
La acción transcurre en la Sevilla de 1545, en los últimos años del rey Carlos I de España.
Primera parte (transcurre en la noche del carnaval)
Hace un tiempo Don Juan y Don Luis Mejía habían hecho una apuesta doble, en la cual se trataba «quién de ambos sabía obrar peor, con mejor fortuna, en el término de un año» y «quién de los dos se batía en más duelos y quién seducía a más doncellas». La historia inicia un año después de esa apuesta, por lo tanto, Don Luis Mejía y Don Juan se vuelven a encontrar en la hostelería del Laurel de Buttarelli, en Sevilla, donde comparan sus hazañas.
La apuesta se ha vuelto un gran escándalo en Sevilla, sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta lo que sucede. Durante la noche, arriban a la Hostelería del Laurel, propiedad de Butarelli, en busca de conocer a fondo los detalles de dicha apuesta.
Don Gonzalo, padre de doña Inés, la prometida de don Juan, se ha enterado de la apuesta, y va a la hostelería a cerciorarse de lo que ha oído. Igualmente don Diego, padre de Don Juan, quiere ver “el monstruo de liviandad a quien pude dar el ser”.
Los rivales cuentan los muertos en batalla y las mujeres seducidas, al finalizar Don Juan queda como vencedor, sin embargo Don Luis lo vuelve a desafiar diciéndole a Don Juan que lo que le falta en la lista es «una novicia que esté para profesar», entonces Don Juan le vuelve a apostar a Don Luis que conquistará a una novicia, y que además, le quitará a su prometida, Doña Ana de Pantoja.
Don Luis, ante las palabras del otro, envía a su criado, Gastón, a avisar a la justicia; mientras que don Juan hace lo mismo con Ciutti.
Al oír el desafío, el comendador Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, que llevaba en un convento desde su infancia y estaba destinada a casarse con Don Juan, deshace el matrimonio convenido.
A la hostelería llegan dos rondas de alguaciles que ponen bajo arresto a los dos nobles.
Don Luis logra salir de la cárcel y va con doña Ana para suplicarle que se mantenga firme ante Don Juan, que irá tras ella. Don Juan también sale, y en la calle de la casa de Doña Ana, hace encerrar a don Luis. Luego, conversa con Brígida, la beata comprada del convento, que le explica cómo entrar en el convento sin ser visto.
La última acción de Don Juan, para asegurar la apuesta, es llamar a Lucía, la sirvienta de Doña Ana, para pedirle que abra las puertas de la casa a cambio de dinero y a las diez de la noche. Lucía accede.
En tanto, Doña Inés lee una carta de Don Juan, en la que declara abiertamente su amor hacia ella. Cuando ha concluido, Don Juan penetra en la celda, lo que provoca que se desmaye. Don Juan la toma y la lleva a su casa. Don Gonzalo llega tiempo después, a contarle a la madre abadesa que la dueña de Doña Inés está comprada y teme por su bienestar. Aparece entonces la hermana tornera, anunciando la desaparición de Doña Inés.
En la casa de Don Juan, doña Inés cae en las redes del galán. Unidos por su amor, están dispuestos a todo. En ese momento llega Don Luis que quiere matar a Don Juan. Casi después, llega Don Gonzalo, con gente armada. Don Juan manda a Don Luis a una habitación contigua para que espere.
Don Juan se humilla ante Don Gonzalo suplicando que le conceda a su hija a cambio de pruebas que él mismo dispone. Don Gonzalo se niega. Don Luis sale del cuarto y trata de aliarse con el comendador para matar a Don Juan, pero éste es el matador, dándole un balazo a Don Gonzalo y una estocada a Don Luis.
Don Juan huye de Sevilla en un bergantín hacia Italia.
Segunda parte
Cinco años después de la acción anterior, Don Juan vuelve a Sevilla y realiza una visita al panteón de la familia Ulloa, donde están enterrados Don Luis y El Comendador. Admirando las estatuas, don Juan descubre un sepulcro inesperado, el de Doña Inés.
Llegan al lugar Centellas y Avellaneda, la presencia de estos dos viejos amigos hace que don Juan los invite a su casa a cenar. También invita al Comendador, aunque sabe que ha fallecido. Más tarde mientras se encuentra cenando, suena un aldabonazo y hace su aparición el espectro del Comendador que acude con el objetivo de conducir a Don Juan al Infierno. Sin embargo Doña Inés intercede y logra que ambos suban al Cielo entre una apoteosis de ángeles y cantos celestiales.