Hay enfermedades físicas y enfermedades sociales. Con las primeras el cuerpo funciona mal y con las segundas es la sociedad la que no funciona. Con frecuencia las primeras y las segundas se presentan encadenadas.

El otro día un conocido médico me decía  lo siguiente:  “Si la sangre tiene mucha azúcar, con el tiempo, ésta acaba dañando los riñones. Si los riñones están dañados,  la médula ósea produce menos glóbulos rojos”.  Diabetes 2,  enfermedad renal y anemia. ¡Un ejemplo!.

Ejemplos de enfermedades físicas encadenadas, parece que hay muchos. Enfermedades sociales también:   El fascismo, la violencia y la corrupción.  Un ejemplo.

En el fascismo el poder está muy concentrado, la oposición muy perseguida, el líder muy ensalzado,   el uso de la fuerza y la violencia  contra los “infieles” muy tolerado. En este ambiente viciado lleno de policías y chivatos, surgen o simplemente se agravan dos enfermedades más: La violencia, especialmente la ejercida por los seguidores del régimen contra la oposición.  Y la Corrupción. ¡Muy fácil si no hay oposición!.  Adjudicar contratos, nombrar a dedo, o amenazar a los disruptivos con inspecciones fiscales, para eso,  no hay obstáculos.