UN BEL RAPPORTO 1

La mia relazione con la lingua italiana comincia quando ero una bambina in un paese dove si ascoltava molto la radio e le canzoni italiane erano popolarissime. Le mie zie adoravano Domenico Modugno ma io preferivo Gianni Morandi (così bello quando cantava “fatti mandare dalla mamma a prendere il latte…”).
L’italiano mi è sempre piaciuto perché la sua musicalità mi fa sentire bene. Di solito dicevo: “Quando andrò in pensione studierò l’italiano” ma era solo uno scherzo e infatti andare in pensione sembrava allora tanto lontano…
Qualche anno fa, quando mi sono trasferita in un nuovo appartamento, ho scoperto che potevo vedere la Rai. Mi sono tanto appassionata al Commisario Montalbano che ho voluto leggere i romanzi. Ma Montalbano tradotto in spagnolo non mi piaceva e l’ho cercato in italiano (veramente per me il migliore Montalbano sarà sempre quello della tv in italiano).
Leggere in italiano è diventata un’abitudine meravigliosa. Prima leggevo solo libri che già conoscevo ma dopo ho letto libri sconosciuti molto affascinanti. La lettura mi ha fatto interesare alla grammatica (che non è quello che mi piace di più) e il desidero di scrivere e di parlare mi ha portata all’Istituto Italiano di Cultura… per fare realtà un’antico scherzo.

SUBRATLLANT LLIBRES

Subratllar llibres sempre m’ha agradat.
“The Pursuit of History” de John Tosh (1984) és un dels meus llibres més subratllats perquè tots els temes que tracta (materials primaris, fonts, principals temes, escriptura i interpretació, límits del coneixement històric, teories, història oral, mètodes quantitatius…) m’interessen molt.
El primer capítol “The Uses of History” és el que té més subratllats i aquests en són uns quants.

· To know about the past is to know that things have not always been as they are now, and by implication that they need not remain the same in the future.
· Yet if history has always ministered to authority, it has also been many times enlisted in the cause of dissent and rebellion.
· (…) history does not repeat itself.
· Comparisons across time do not provide a blueprint for acting, but they add depth and range to our understanding of the present.
· Historical knowledge provides the basis not for categorical predictions, but for projections into the future of social, political or economic trends which provide a vital insight into the conditions in which future acting will unfold.
· One of the most valuable “lessons” which history teaches, then, is the sense of what is durable and what is transient or contingent in our present condition.
· Myth-making about the past, however desirable the end it may serve, is incompatible with learning from the past. (…) myths flourish when historical knowledge is superficial and no alternative perspective is freely available.
· Our priorities in the present should determine the questions we ask of the past but not the answers.

PAQUITA

Si cuando yo tenía diez años hubiese conocido la palabra “glamour” seguro que se la hubiera aplicado porque consideraba a Paquita la más encantadora, elegante y distinguida de todas las personas que conocía.
Ahora, tantos años después, continuo pensando lo mismo, dándole al encanto de Paquita muchísimo más valor porque mi conocimiento de la vida me permite valorar mejor las circunstancias en las que esa fascinación se producía.
Huérfana desde muy joven, ni la responsabilidad de sacar a su familia adelante en un contexto de pobreza, ni la gris situación de la posguerra española, ni su delicado estado de salud, consiguieron disminuir nunca en Paquita su alegría, sus ganas de vivir y su búsqueda incesante de la belleza en todos sus aspectos y muy especialmente en el de la moda.
Siempre estaba radiante, no sólo en su aspecto externo adecuado a la situación, sino en su trato, en su cordialidad y en su cercanía.
En su casa me disfracé y canté culpes, leí por primera vez revistas de cine y vi figurines de moda. Nunca he llevado ropa tan bonita como entonces, cuando ella seleccionaba para mí modelos y tejidos.
Aunque sé que nunca llegaré a ser como ella Paquita sigue viviendo en mis recuerdos como un modelo cada vez más querido y añorado.

LAS PELÍCULAS DE MI VIDA

Un periódico ha preguntado a 100 profesionales del cine qué 10 películas les han marcado y ha publicado un elenco con los resultados. Inmediatamente han llegado cartas de lectores sorprendidos, escandalizados e incluso ofendidos porque el resultado no coincidía con sus gustos. !Vaya jaleo más tonto!
No creo que ninguna película haya marcado mi vida, pero si pienso en las que me resultan más significativas me doy cuenta de que no coinciden con las películas que considero mejores (puedo opinar que una película es muy buena, incluso que es extraordinaria, sin que me haya afectado tanto como otra que, con la perspectiva del tiempo, me puede parecer incluso mediocre). Y, por supuesto, me tiene sin cuidado coincidir o no con otras opiniones.
Ahí van, por mi orden cronológico vital:

1. “El mayor espectáculo del mundo”
El despertar de mi, pronto frustrada, vocación de trapecista.
2. “El tigre de Esnapur”
A los 10 años, por primera vez, ir al cine sin la compañía de adultos.
3. “Con la muerte en los talones”
El orgullo de entender una película de mayores.
4. “Cantando bajo la lluvia”
Con los musicales siempre me he sentido feliz.
5. “Psicosis”
Por primera vez un miedo atroz.
6. “West Side Story”
Hacer campana en un cine que ya no existe.
7. “La huella”
!Sorpresa! era un programa doble y yo había ido a ver “la otra”.
8. “El Gatopardo”
Por fin una película que me gusta tanto como la novela.
9. “Kagemusha”
Mi descubrimento del cine oriental.
10. “La casa de las dagas voladoras”
Ahora resulta que también me gustan las de artes marciales.

LA PRINCESA QUE TODO LO APRENDIÓ EN LOS LIBROS 2

Hay libros maravillosos incluso en su último párrafo:

“-Amigo mío –contestó Valentina-, ¿no acaba de decirnos que toda la sabiduría humana se encierra en estas dos palabras: “confiar y esperar”?”
Alejandro Dumas “El conde de Montecristo” (1846)

“Y mientras me hallaba allí, reflexionando sobre el viejo y desconocido mundo, pensé en el asombro de Gatsby al advertir, por vez primera, la luz verde al final del malecón de Daisy. Había recorrido un largo camino para llegar a este verde césped, y su sueño debió parecerle tan próximo que no le sería imposible lograrlo… No sabía que ya estaba detrás de él… en alguna parte de aquella vasta oscuridad, más allá de la ciudad, donde los oscuros campos se desplegaban bajo las sombras de la noche.
Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que, año tras año, aparece ante nosotros… nos esquiva, pero no importa; mañana correremos más deprisa, abriremos los brazos y… un buen día…
Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado”
F. Scott Fitgerald “El gran Gatsby”(1925)

“Pensaré en todo esto mañana en Tara. Allí no será fácil soportarlo. Sí. Mañana pensaré en el medio de convencer a Rett. Después de todo, mañana será otro día”
Margaret Mitchell “Lo que el viento se llevó”(1936)

“Sonrío: Julien va a vernos pasar, comprenderá que me retraso un poco y que no es culpa mía.
No te preocupes, nos volveremos a encontrar en la plataforma luminosa. Uno de nosotros está todavía en la arista inferior luminosa. Tendremos que trepar e izarnos alternativamente. El descanso se retrasa… No importa, ando. Precediendo al poli, bajo la escalera, cojeando apenas.”
Albertine Sarrazin “El astrágalo” (1965)

LA PRINCESA QUE TODO LO APRENDIÓ EN LOS LIBROS 1

Hay libros que son maravillosos desde el primer párrafo:

“No ha habido tiempos mejores y peores; eran años de buen sentido y de locuras; época de fe y de incredulidad; temporada de luz y de tinieblas; primavera de esperanza, invierno de desesperación; lo teníamos todo ante nosotros y no había nada; todos íbamos derechos al Cielo y marchábamos en sentido contrario. Aquel período era, en una palabra, tan semejante al actual, que algunas de sus personalidades de más renombre pedían que les fuesen aplicados, exclusivamente en lo bueno y en lo malo, los calificativos extremos.”
Charles Dickens “Historia de dos ciudades” (1859)

“Nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese era todo su patrimonio.”
Rafael Sabatini “Scaramouche” (1921)

“Las personas que intenten encontrar un motivo en esta narración serán procesadas; las que intenten encontrarle una moraleja serán desterradas; las que intenten encontrarle una trama serán fusiladas.”
Mark Twain “Las aventuras de Huckleberry Finn” (1885)

YO SOY ELLA, ELLA ES YO

Alegre y triste, amable y desatenta, ambiciosa y desprendida, amigable y distante, animosa y débil, apasionada e indiferente, buena y maliciosa, combativa y apática, constante y voluble, decidida y vacilante, divertida y aburrida, entusiasta y fría, espontánea y afectada, eufórica y depresiva, fantasiosa y rutinaria, generosa y ávida, habladora y callada, imaginativa y realista, impresionable e impasible, insólita y vulgar, inteligente e irracional, jovial y taciturna, laboriosa e indolente, melancólica y feliz, notable y mediocre, optimista y pesimista, orgullosa y humilde, presumida y modesta, rápida y lenta, sensata y alocada, simpática y adusta, sociable y solitaria, soñadora y práctica, tenaz e inconstante, tierna y dura, tímida y decidida, tranquila y agitada, valiente y pusilánime, vergonzosa y atrevida…

LA LÍNEA DEL CIELO

Una hondonada, atravesada por un río y rodeada de montañas, forma parte de mis primeros recuerdos infantiles y de todas las vacaciones de mi vida: mires donde mires siempre hay montañas recortándose en el horizonte.
En las montañas más cercanas se distinguen, en una variedad de colores, aspectos de la naturaleza mezclados con la huella humana del presente y el pasado. Son montañas de las que conocemos los nombres de los picos y los senderos, de las que sabemos donde esconden sus fuentes, sus caminos, sus ermitas, sus masias y sus restos arqueológicos. Montañas domésticas y amigas, a las que fuimos de excusión con los compañeros de la escuela y a comernos “la mona” con los amigos de la adolescencia.
A lo lejos, delimitando la línea entre el cielo y la tierra, están las montañas salvajes y desconocidas, esas de las que no distinguimos ni detalles ni colores y que nos presentan siempre una figura enigmática y misteriosa. Cuando era niña creía que en esas montañas azules y lejanas vivían indios –como en las películas del Oeste- y esa presencia lejana no sólo no me producía temor sino que me parecía algo mágico y maravilloso, como si esa línea del cielo fuese una frontera entre mi pequeño mundo de entonces y el ancho mundo que quizás me estaba esperando en el futuro.
Y el tiempo ha demostrado que estaba en lo cierto.

VOLVER A WILKIE COLLINS

Como estoy aprendiendo italiano pensé dedicar el verano a leer autores de bestsellers, de esos de los que se hacen películas y que se supone reflejan un lenguaje más parecido al del habla cotidiana.
El primero (Fabio Volo) me resultó divertido. El segundo –famosísimo- me contó una aburridísima y anticuada historieta pseudo romántica, con unos aires de modernidad francamente insoportables. (Corín Tellado lo hacía mejor, y no necesitaba setecientas páginas).
Así que… mientras me llegan repuestos para leer, he vuelto a Wilkie Collins que, hace más de cien años ya, fue también un autor de éxito masivo del que algunos de sus libros se publicaron por entregas en periódicos y revistas.
Si le hubiese descubierto en mi adolescencia Collins me hubiese parecido maravilloso. Ahora “The Moonstone”, “The Woman in White” y “No Name” me entretienen y me interesan, cosa cada vez un poco más difícil de conseguir con autores actuales.
…Y de mejorar mi italiano dejaré que se ocupe il commissario Montalbano.

MIS PERSONAJES SECUNDARIOS

El verano pasado la conversación iba de actores atractivos y este año va de personajes literarios. Comenzó con nuestros héroes de la infancia y juventud y siguió con nuestros personajes más queridos, cuando vimos que ambas categorías no siempre se correspondían.
He llegado a la conclusión de que mis personajes favoritos no siempre, o no sólo, son mis ídolos y que, desde niña, he sentido un especial cariño por otros personajes de las historias que me han fascinado.
Y así desde la Rayo de Luna, del radiofónico “Jim Phoscao” al Catarella del “Comisario Montalbano”, pasando por el Franz d’Epinay de “El Conde de Montecristo”, el Ottis Vanbrough de “Beau Geste”, la Mammy de “Lo que el viento se llevó”, el Viernes de “Robinson Crusoe”, el Biscuter de “Pepe Carvalho” y tantos otros, me suelen fascinar personajes secundarios, a veces pequeños, otras no tanto, pero siempre actuando en la segunda fila y no pocas veces perdiendo al final aquello que querían conseguir.
¿Por qué personajes tan diversos, me gustan a menudo más que el protagonista de la historia?
Ahora que me lo planteo descubro que lo que me gusta de ellos es su lealtad. Lealtad a quienes aman, pero principalmente -digna, honesta y sin trampas- lealtad a sí mismos. Por eso, aunque no lo parezca, en realidad siempre acaban ganando. Al menos siempre acaban ganándome a mí.