Cuando el curso 1966-67 llegó el nuevo profesor de Física y Química nos pareció uno que, más allá de sus asignaturas y de una cierta curiosidad, no nos merecía demasiada atención. Pronto nos dimos cuenta de que José Mª Vallés era un sinónimo de autoridad: un profesor exigente, que unía seriedad con amabilidad, que no levantaba nunca la voz, que explicaba las cosas con grandes dosis de paciencia y que hacía exámenes parciales escritos y exámenes finales orales !lo nunca visto!
Pero no era sólo eso. En una Escuela Normal sin actividades que no fueran las estrictamente académicas, impulsó un grupo de teatro leído -dejó que los alumnos eligiéramos los actores y dirigiéramos los ensayos- y, lo más sorprendente, consiguió que un grupo de profesores organizaran un ciclo de conferencias en las que cada uno de ellos trataría un tema que no tuviese relación directa con su asignatura.
El tema de su disertación fue “El amor” (fascinante) a partir de este poema suyo
De Isabel Galés sabíamos que era una gran profesora de Literatura: amena, divertida y fuente inagotable de anécdotas: era un desastre en su forma de vestir –podía llevar los jerseys al revés, o caérsele una liga mientras estaba escribiendo en la pizarra-.Tenía varios hijos y siempre aparecía con el último bebé, literalmente bajo el brazo, que dejaba con la conserje mientras daba clase.
En el ciclo de conferencias la doctora Galés eligió el tema del matrimonio con el título “Cuatro patas para un banco” y ese día apareció elegantísima, peinada y maquillada, del brazo de un señor que parecía un actor de cine y resultó ser su orgulloso marido y que siguió la conferencia, como todos nosotros, con la boca abierta.
Fue una gran suerte conocerles y un honor ser su alumna.
