PEDRO SALINAS (1891-1951)

La primera vez que leí un poema de Pedro Salinas fue en un libro de Literatura del bachillerato. El poema, que me gustó mucho, comenzaba:

Si te quiero,
no es porque te lo digo:
es porque me lo digo y me lo dicen.
El decírtelo a ti ¡qué poco importa
a esa pura verdad que es en su fondo
quererte!

Tiempo después, en un viaje de estudios compré “La voz a ti debida” y más tarde “Razón de amor” y encontré en Salinas alguien que hablaba de cosas que yo sentía, con palabras que a mi me hubiera gustado saber escribir. Desde entonces Salinas me ha acompañado y, en todos los momentos de mi vida, su voz ha sido siempre la de un amigo con el que conversar.
Una vez le oí comentar a Julián Marías que en la obra de Salinas las relaciones amorosas se daban entre seres diferentes pero libres e iguales en derechos. No lo había pensado antes pero lo comparto plenamente.
Los fragmentos que siguen son los que, en este momento de mi vida, me emocionan más

Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido.
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
(…)
Que hay otro ser por el que miro el mundo
porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio;
y es que también me quiere con su voz
(…)
Y todo enajenado podrá el cuerpo
descansar, quieto, muerto ya. Morirse
en la alta confianza
de que este vivir mío no era sólo
mi vivir; era el nuestro. Y que me vive
otro ser por detrás de la no muerte.

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