Redacta un texto de unas quince líneas en el que cuentes una aventura peligrosa. Utiliza la primera persona.
Ya sabes, clica en “comentarios” y escribe ahí tu texto. Recuerda que debes repasar la ortografía, ser cuidadoso en la expresión y poner tu nombre al final. Además, puedes valorar las historias de tus compañeros con algún comentario.
¡Nos vemos en clase!

Joseph, ¡buena historia!, pero recordad que debe ser en primera persona (yo…)
Había una vez unos niños que se llamaban Max que tenía 15 años y su hermano que se llamaba Tom y tenía 14 años.
Un día los dos hermanos subieron al trastero para hacer limpieza y entre las cosas que tenía su abuelo encontraron un mapa de un tesoro. Los hermanos se pusieron de acuerdo para por la noche escaparse de casa e ir a las colinas donde el mapa decía que estaba el tesoro.
Al anochecer se fueron y cuando llegaron, empezó a llover así que se metieron en una cueva y como Tom había traído cerillas encendieron un fuego y pasaron la noche. Al amanecer se dieron cuenta de que en la cueva en la que estaban era la que decía el mapa y se adentraron.
Cuando llegaron vieron un río, el cual tuvieron que pasar nadando . Tenían que pasar también por un puente viejo. Lo atravesaron y al final del camino vieron una sala inmensa en la que habían tesoros.
Max y Tom cogieron lo que pudieron y Max vio un collar lleno de diamantes , lo cogió y al cogerlo activó una trampa y se empezó a derrumbarse toda la cueva y justo debajo de uno de los cofres había una ó y se quedaron todos los tesoros para siempre.
Joseph González
El avión se estaba quemando y los pocos supervivientes que quedabamos decidimos correr a un lugar seguro de aquella isla antes de que explotara. Al anochecer ya no quedaba ni rastro de las cenizas de aquel aparato. Sólo habíamos sobrevivido 6 personas: mi mujer Carina,
dos pasajeros chinos, una niña que decía llamarse Helena, un hombre alto y musculoso llamado Teo y yo.
Vivimos en aquella isla, como pudimos, tres meses. Nos alimentábamos con frutos del bosque, de algunos peces que pescábamos y algún aguilucho que volaba por las altas montañas. Un día, al despertar, los dos pasajeros chinos no estaban. Los buscamos durante días, pero no aparecieron y supusimos que la marea los habría ahogado.Esto sembró un poco el pánico entre nosotros, pero seguimos como pudimos. Dos semanas más tarde Teo también desapareció y no volvimos a verlo.Todo ya nos parecía demasiando extraño y teníamos que escapar. Durante semanas trabajamos en una especie de barca hecha con troncos y cuerdas de los árboles.
Cuando la tuvimos lista, mi mujer la niña y yo y las pocas pertenencias que teníamos subimos a la barca y naveguamos durante días hasta que un barco carguero nos encontró y nos llevó de regreso a tierra firme. Desde entonces Helena vive con nosotros e intentamos no recordar las extrañas desapariciones de aquella misteriosa isla.
Marina Ayala
Hace mucho tiempo, exactamente cuatro años, me fui a bucear con un amigo de mi padre que se llama Maximiliano. A mí no me hacía mucha gracia pero para no quedar mal, tuve que ir. Al principio todo iba muy bien y me estaba divirtiendo, pero de pronto, cuando estábamos ya en alta mar, escuché un ruido ensordecedor y miré a todos los lados para ver lo que había ocurrido, pero era Maxi, que para hacer la típica broma al novato, estornudó a propósito al lado de mi oreja y seguidamente se escondió de bajo mío. Cuando me enteré que había sido él, me tranquilicé pero a la vez me enfadé. Después de todo lo ocurrido seguimos buceando pero ya no iba tan feliz como antes.
Antes de ir a bucear, mis amigos, que habían ido alguna vez, me dijeron ”el mar esconde muchos secretos” pero no les hice caso ninguno.
Después de recordar lo que dijeron seguí buceando y de golpe se volvió a escuchar un ruido muy suave, pero tampoco le hice mucho caso porque pensaba que era el pesado de Maximiliano. Pero esta vez no era él, sino un pez espada. Cuando me di la vuelta, Maxi ya estaba subido en una roca que había allí cerca mientras que yo estaba en peligro, yo ya pensaba que me atacaría, pero pasó de mí olímpicamente, mientras que Maxi se reía. A continuación, me fui a la roca donde estaba él y ”le metí cuatro gritos” y me enfadé mucho con él y le dije que nunca mas iría con el a bucear. Finalmente pasó una lancha de Salvamento Marítimo y nos recogió . Finalmente nos llevó a la orilla de la playa.
José Antonio González
Un fin de semana fui de excursión al bosque con mi familia. Cuando llegamos anduvimos hasta un gran árbol rodeado de mesas de picnic. Había una leyenda sobre ese árbol, decía que era propiedad de unos famosos ladrones que la policía no conseguía atrapar. Después de comer fuimos a dar un paseo y en un tronco caído vimos una inscripción que no se veía muy bien pero deducimos que ponía: “el árbol es tu objetivo”. No le hicimos mucho caso. Decidimos volver al árbol grande, donde mi hermano subió para hacerse una fotografía encima de una rama. De repente resbaló y se cayó dentro del tronco. Nos quedamos paralizados, mi hermano no decía nada, no sabíamos qué había dentro del árbol. Yo decidí subir a buscarlo. Cuando llegué, no estaba allí!!! Se había hecho una herida al caer porque había sangre en el suelo. Descubrí que habían 3 pasadizos, les dije a mis padres que subieran al árbol. Mientras mi padre llamaba a la ambulancia, decidimos seguir las gotas de sangre y llegamos a una sala donde había unos hombres vigilando. Suerte que ya habíamos salido de allí porque habíamos oído a mi hermano llamándonos. No sabíamos que los hombres nos seguían. Llegamos a otra sala donde había una puerta enorme, donde mi hermano estaba atado llorando. Lo desatamos y lo consolamos, por suerte estaba bien no era grave la herida. Los hombres que nos perseguían llegaron y por el otro lado la policía que los detuvo y también a todos los que había dentro de la habitación contando dinero, rodeados de joyas y cuadros robados. La policía nos recompensó dándonos una pequeña parte del dinero. Desde ese día salimos en el periódico y en la televisión, todo el mundo nos conocía.
Immaculada Pérez Poza 3A-ESO
Hará cosa de unos años, me di cuenta de que un ser desconocido habitaba en mi casa a parte de mi familia…Tan solo podía verlo yo y solo él podía hacerme daño a mí…Nadie más sabía sobre su presencia. Cada noche, veía su sombra proyectada en una pared de mi cuarto, incluso a oscuras podía verlo. Desde el primer día que supe que estaba allí yo comencé a perder fuerzas y a desmayarme, tanto mis padres como los médicos no sabían a qué se debían esos cambios tan bruscos en mi cuerpo. Empecé a medicarme, pero cada vez estaba peor. Cada noche, al ver su sombra, yo le hablaba, le preguntaba qué quería de mí, que si podía ayudarle…Nada, no había ninguna señal, tan solo quería hacerme daño. Anteriormente, ya había tenido encuentros con espectros, pero conocidos, y nunca habían intentado hacerme daño. No supe reaccionar ante esa nueva aventura. Pasaban los días y no recibía información sobre ese fenómeno, sólo lo veía…Empecé a bajar en los estudios, a sentirme mal conmigo misma, y no sabía como deshacerme de él. Al llevar más de dos semanas enferma, mis padres se dieron cuenta de que sucedía algo, decían que siempre me oían hablar sola y no sabían por qué razón. Al poco tiempo, ya no aguanté más y lo hablé con ellos. Cuando esa noche volví a ver la sombra tuve tiempo para llamarlos, para que subieran al piso de arriba a ver que me sucedía, pero al llegar desapareció y nunca más pude volver a verlo. Desapareció. Me recuperé interiormente y logré aprobar los estudios.
Algunos me tomaréis por loca…pero son hechos reales que mucha gente podría contar sin saber apenas de ellos….En esta vida nunca estamos solos.
Núria Caudet Vilar
El otro día estaba en casa sola, cuando de repente escuché un ruido muy extraño. Pensaba que era mi madre que ya había llegado, pero cuando bajé las escaleras vi que era un hombre vagabundo que se había colado por la ventana.
-Hola-me dijo el hombre.-Yo que no sabía qué contestar. Me puse a temblar.
-¡Holaaa..!-le dije.
-Tengo hambre, ¡dame de comer!-dijo el vagabundo.
Entonces cogí y me fui corriendo hacia la cocina. Cuando vi que la nevera estaba vacía y la despensa también, supuse que era porque se lo había comido todo nada más entrar. Cuando me giré ,lo tenía justo en la puerta , quería entrar en la cocina, y con esa mano tan terrorífica, cogió y abrió la puerta de la cocina,
-Esther, ¿dónde estas?-yo no dije nada y me metí debajo de la mesa-
-¡Qué te he dicho que tengo hambre!-dijo el vagabundo.
En ese momento me pareció escuchar el ruido del coche de mi madre, parecía que ya llegaba. Abrió la puerta del garaje y el vagabundo saltó por la ventana. En ese momento mi madre estaba cerrando la puerta del garaje cuando de repente el vagabundo la paró. Se pensaba que era yo la que estaba cerrando la puerta ,la volvió abrir él i le dijo a mi madre:
-¿Dónde está Esther?-dijo el hombre.
-Pues ni idea… ¿Y tú quién eres?- le dijó mi madre.
El hombre echó a correr porque se asustó y en la esquina de mi calle se coló en otra casa a por más comida pero como en esa casa no vivía nadie entonces regresó a su pocilga de casa. Al final, no se pudo saber nada más de él.
Esther
Un día, paseando por Palafolls escuché un rumor que decían que había una cabaña en el castillo. La cabaña era subterránea y dentro de ella había un cofre con muchas joyas y dinero. Llegué a mi casa y claro, no fui tonta y hablé del comentario con la familia. Durante unos mese estuvimos cavando y cavando… y nada, no encontrábamos rastro de la cabaña.
Ya estábamos todos cansados y no sabíamos que hacer pero un primo pequeño nuestro se ofreció para ayudarnos porque también escuchó la historia. Seguimos cavando y cavando y no encontrábamos nada hasta que llegó a un punto donde vio un agujero negro y pequeño. Empezó a mirar y no veía nada .El primo alertó a la familia y la familia fue ayudar con una vela, alumbrando. El primo se metió por el agujero y cuando ya estaba dentro de la cabaña subterránea, la familia le dio la vela y mirando y mirando encontró un cofre. No había nada dentro de él pero seguía buscando y buscando hasta que escuchó un ruido como si se rompiera algo. Los demás le preguntaron que si le pasaba alguna cosa pero él respondió que no, que sólo se había roto una madera de la cabaña del suelo y mirando y mirando encontró otro cofre que estaba debajo de la madera. Lo abrió y encontró unas cuantas monedas y unas cuantas joyas. El primo pidió ayuda para subir con el cofre y la familia le ayudó muy feliz por todo el trabajo que hicieron durante unos cuantos meses.
Nadia Guerrero
Había una vez dos hermanos, una niña que se llamaba María y su hermano Daniel.
A ellos les gustaba mucho jugar a encontrar tesoros.
Un día, Daniel, estaba jugando con sus amigos en el gimnasio del colegio , y se les coló la pelota en el trastero. Entonces, Daniel, bajó a por ella, y allí entre dos cajas, vio un mapa y lo cogió. Cuando llegó a su casa, sacó el mapa y se lo enseñó a su hermana María, y decidieron seguir la ruta marcada en él.
Al día siguiente, ya lo tenían todo preparado para salir, y por la noche, cuando sus padres dormían se escaparon de casa.
El mapa estaba situado en un bosque que había muy cercano, pero sobre ese bosque se escuchaban muchos rumores de que estaba encantado, pero ellos decidieron meterse tanto sí como no.
Cuando estuvieron ya dentro, se metieron en lo más profundo, como indicaba en el mapa. El bosque estaba muy sucio y lleno de plantas y animales muy raros, que nunca habían visto, y se escuchaban voces de hombres. Pero ellos estaban decididos a ir a por el tesoro. Al cabo de unas horas de caminar, en el mapa indicaba que por allí cerca estaba el tesoro. Allí cerca encontraron una cascada. Daniel, pensó que detrás de ella a lo mejor había una cueva, y acertó.
Y allí estaba su tesoro, esa cueva estaba llena de diamantes y de joyas.
Anna de la Cruz
Era una vez, un niño llamado Isaac, de 18 años, que tenía a su madre que estaba muy enferma, que apenas se podía levantar de la cama. El médico le dijo que tenía que tomar unas hierbas, que sólo esas hiervas la podían curar, pero que solo se encontraban en un sitio, en la otra punta del bosque tenebroso, en el unos excursionistas acamparon, y nunca más se supo nada de ellos.
Isaac decidió ir a buscar esas hierbas para salvar a su madre. Pero él solo no podía ir, y le dijo a su amiga Neus que le acompañara a buscarlas.
Entonces los dos fueron en busca de esas hierbas.
Enpezaron a entrar en el bosque. Los dos tenían un poco de miedo, y empezaron a escuchar ruidos extraños que nunca habían oído antes. Se cogieron de la mano y los dos iban más seguros. Al cabo de un rato, empezó a llover suavemente, pero cada vez llovía más y más… Se sentaron debajo de un árbol, a esperar a que parese de llover, y así fue, al cabo de diez minutos ya no llovía nada. Entonces siguieron su camino. Cada vez se acercaban más, pero el camino se hacía más dificil, cada vez había más hierbas, y más ramas…
Cada vez se iba haciendo más de noche, hasta que al final, vieron un árbol gigante ¡y detrás de ese árbol estaba la planta que buscaban!
Isaac cogió una bolsa, y la llenó de esas hierbas, y muy contentos los dos, fueron de camino para la casa de Isaac, pero desgracidamente se tropezó con una piedra grande y se torció el pie aunque pudo seguir andando, y gracias a ellos dos, ¡la madre de Isaac se recuperó!
Neus
Hola, me llamo Elisabeth y os voy a contar mi historia… Todo empezó en un día lluvioso, en que mis padres se fueron a un entierro en el cual enterraban a dos gemelas, mis primas segundas, Sofía y Sabina, que murieron a causa de un accidente de tráfico. Yo me tuve que ir a casa de mi vecina que tenía dos hermanas pequeñas, que eran mellizas. Nosotras dos tuvimos que ir a comprar el pan. Por el camino, nos encontramos a unos amigos y nos fuimos con ellos sin acordarnos que teníamos las mellizas solas en casa. Entonces al cabo de horas, fuimos a casa y no estaban. Nos dejaron una nota diciendo que estaban en busca de nuestras primas, Sofía y Sabina. ¡Nosotras teníamos que encontrarlas antes de que vinieran nuestros padres! Empezamos a buscarlas por el bosque de detrás de casa. Se hacía de noche y no las encontrábamos; hasta llegar al río, en el cual había un puente colgante, ¡allí estaban! Al ir a buscarlas, el puente se empezó a romper, y fuimos lo más rápido que pudimos a salvarlas, ¡lo conseguimos! Cuando las teníamos agarradas de las manos, se soltaron diciéndonos: – ¡Ayudadlas, ayudadlas!
Cuando vimos que se cayeron al agua, nos tiramos a por ellas, pero como no sabían nadar nos fue imposible ayudarlas.
Silvia
Ese mismo día acababan las vacaciones de verano. Mi madre me llamaba para ir a hacer las maletas, pero yo decidí ir a dar una vuelta por los alrededores de la casa de campo. Empecé a caminar, escuchar el ruido de los pájaros y el olor a campo. Cuando estaba ya muy alejada decidí volver pero empecé a andar en círculo. Entonces me di cuenta de que me había perdido. Me tropecé con una raíz que sobresalía del suelo. Cuando me levanté tenía pequeños rasguños en rodillas y brazos.
Empecé a correr para encontrar el camino pero no encontraba la salida del bosque, estaba cansada de correr sin saber a donde. Seguí corriendo y corriendo, hasta que descubrí la cabaña que construimos con mis hermanos hacía muchos años, me alegré mucho al encontrarla. Me dolían las rodillas y tenía ganas de descansar. Estuve un rato sentada en el suelo, cuando decidí reprender el camino me dí cuenta de que se había hecho de noche. Desde ahí ya logré llegar a la casa. Mi familia me empezó a preguntar sobre lo sucedido. Les expliqué a mis hermanos que había encontrado la cabaña y que estaba igual como la habíamos dejado. Decidimos ir y recordar lo que en esa pequeña cabaña habíamos vivido. Luego tuvimos que volver a la ciudad pero prometimos volver a la cabaña.
Claudia Cáceres
Eran las dos y media de la mañana cuando empezaron a entrar unos soldados en nuestra casa diciendo que había una guerra. Al principio no me lo creía y pensaba que sería una broma, pero cuando vi como caían bombas y explotaban vehículos me di cuenta de que era verdad y empecé a gritar y a ponerme histérico hasta que mi padre me metió un guantazo y me dijo:
-Hijo contrólate, ahora hay que procurar llegar con vida al búnker del centro de la ciudad.
-De acuerdo padre, vayamos.
Cogimos unas navajas, comida en latas, agua… Cuando ya lo teníamos todo pensamos como llegar al búnker sin ser vistos por los enemigos. Entonces recordé que detrás del centro comercial hay un sendero que rodea las colinas llevándonos directamente al centro de la metrópolis, pero lo difícil no era ir por el camino, sino llegar hasta él.
Cuando ya teníamos todo lo necesario para irnos, salimos de la casa por una ventana, procurando no ser vistos, corrimos hasta unos arbustos para vigilar que dirección cogíamos pero no veíamos ningún hueco por donde pasar, entonces yo visibilicé unos soldados muertos y le dije a mi padre.
-Padre, podríamos coger los uniformes de los soldados caídos para pasar entre las filas enemigas.
Eso hicimos, les quitamos los uniformes y nos los pusimos. Cuando estuvimos listos corrimos hacia el centro comercial, pero por el camino un hombre que corría en la misma dirección pisó una mina y salió volando. Mi padre y yo nos quedamos inmóviles ya que temíamos pisar una mina, estando quietos, empezamos a pensar como salir de esa situación. Mi padre se dio cuenta de que el suelo donde estábamos era de pequeñas piedras así que pensó que si tirábamos piedras por el suelo podríamos hacer explosionar las minas, y podríamos pasar, eso hicimos, resultó efectivo, pudimos pasar. Ahora que estábamos más o menos a salvo, descansamos un momento, después nos dirigimos al centro comercial, donde llegamos sin problemas. Una vez allí recobramos el aliento en un momento, decidimos ponernos en marcha sin perder el tiempo y eso hicimos. Cogimos el sendero que queríamos usar, pero vimos que estaba repleto de centinelas vigilando que no pasara nadie, entonces tuvimos que buscar un camino alternativo. Escogimos pasar por la colina agachados procurando que no nos viesen y eso hicimos. Nos tumbamos en la arena y vigilando no ser detectados nos arrastramos por todo el suelo. Al final pudimos ver que quedaban un par de metros para llegar al búnker, pero justo en ese momento nos vieron y dispararon a mi padre. Me asusté mucho, pero él me dijo.
-Hijo corre y sálvate a mi no me importa morir y por lo que más quieras no mires atrás.
Eso hice, empecé a correr hasta que llegué al búnker y pude entrar. Entonces, desde dentro, por una rendija, pude observar como el soldado que disparó a mi padre le prendió fuego. Desde ese día que siempre sueño con lo mismo y con la esperanza de vengarme por lo que me hicieron.
Bruno Saúl González García 3r A
A mi tío le encantaba estar en la montaña, pasar frío y tomar aire fresco. En fin, adoraba disfrutar de nuestra preciosa naturaleza. Pronto llegaría su cumpleaños y no tenía ni la menor idea de qué regalarle. Pasaban los días y seguía teniendo la mente en blanco. Entonces, un día se me ocurrió una increíble idea: celebrarlo haciendo un picnic familiar con ricas comidas y así darle los regalos. Se lo propuse a mis padres, a mi tía y a mi prima y aceptaron entusiasmadamente. Llegó el día del cumpleaños, todo estaba preparado, pero faltaba el protagonista: lo traía mi madre con los ojos vendados. Entonces se los destapamos y… ¡sorpresa! Mientras estabamos comiendo, empezamos a oír ruidos extraños. Al cabo de diez minutos aproximadamente escuchamos pasos muy pesados que se acercaban rápidamente, y echamos a correr cuesta abajo para el bosque frondoso. Corriendo con mucho miedo, me di cuenta de que me había separado de los demás y de que un gigante oso iba directamente a por mí. Me alejé bastante de él, y empezé a pensar un buen plan. Al recordar que los osos tenían mala vista, cogí el primer palo que vi y lo lancé a la dirección contraria donde me iba a dirigir corriendo. Entonces, el oso hizo caso a sus sentidos y fue a coger el palo inocentemente. Como el bosque era frondoso, pude escapar con facilidad escondiéndome. Finalmente, me reuní con mi familia y nos dirigimos en coche para el pueblo. Una buena idea de cumpleaños, pero que pudo acabar mal.
Ivan Olmos
El domingo día 2 de agosto de 2003, me fui con mi familia a escalar la montaña de “El Turó de l’Home”. Cuando llegamos y vimos que teníamos delante 1712 metros delante nuestro y que en un fin de semana lo teníamos que subir se nos cayó el mundo a los pies.
Empezamos a atarnos los arneses, y cogimos la cuerda. El rumbo de la excursión lo llevaba mi madre, detrás de ella iba yo, luego mi hermano y finalmente mi padre.
Cuando llegamos a la mitad vimos un sitio para acampar y poder pasar la noche.
A la mañana siguiente continuamos un trozo más. Cuando ya estábamos a punto de llegar a la cima la cuerda se estaba a punto de romper. Empezamos a bajar, se me rompió el arnés y me resbalé. Suerte de mi padre que me cogió y no me pasó nada. Fui todo el viaje atada al final de la cuerda con mi padre, y llegamos sanos y salvos pero el susto que nos llevamos fue mortal. Desde entonces no volvimos a hacer escalada.
Laia Pérez 3A
Un día, cuando estaba junto a mi familia en la playa, mi tío, propuso ir a bucear. Yo acepté y convencí a mi padre para que viniera con nosotros.
Cuando salimos, era mi primera vez, estaba un poco asustado. Lleguamos mar adentro, estaba mi tío mirando un pulpo, cuando de repente levanté la cabeza y vi que mi tío tenía una medusa eléctrica encima de su cabeza. Yo, con toda mi buena fe, le intenté avisar pero él ni caso, hasta que le metí un pellizco en la pierna y se giró y le dije: ” ¡cuidado tío hay una medusa!”. Él, rápidamente, giró la cabeza y empezó a tirar marcha atrás sobre mí y yo a la vez también. Cuando llegamos a la orilla le dije: ” me debes la vida, ¿no?” y él respondió: ” ahora te invito a una fanta”.
Y desde ese mismo verano mi tío y yo siempre vamos juntos a la playa a hacer buceo. Incluso me he comprado el equipo de las gafas, los patos y el tubo de respiración.
Eso sí, desde aquella vez siempre va mirando para arriba cada minuto, por si acaso se le aparece otra. Pero aun desde hace mucho no hemos conseguido pescar nada …. bueno, sí, un pulpo. Más o menos fue bastante grande y estuvo bastante bueno al comerlo con arroz.
Joan Gómez 3rB
El día 22 de julio mis padres y yo fuimos de vacaciones a Francia, concretamente a Saint-Mere. Es un pueblecillo donde tan solo hay veinte habitantes, y la mayoría son turistas que estan en casas rurales. Es un pueblo muy cutre, donde hay campos y muy pocas casas. Salimos de Palafolls a las nueve de la mañana y llegamos a Saint-Mere a las seis de la tarde, ya que paramos en Toulouse a comer sobre las tres. Cuando llegamos, nos costó encontrar la casa rural donde debíamos habitar, ya que casi todas las casas eran rurales. Al fin, la encontramos. Llegamos a la casa y la dueña nos enseñó la habitación donde debíamos dormir en esa estancia en Saint-Mere. La casa estaba muy bien, incluso en la casa te entretenías más que en el pueblecillo. Conocí a dos familias, una francesa y una alemana, porque ese pueblo está en el recorrido del Camino de Santiago y paran allí un par de días a descansar. Con esas dos familias me las apañaba muy bien en inglés, aunque la francesa sabía algo de español porque allí se estudia el español. Con el francés era peor, porque no sabía hablar en inglés, aunque estaba su padre al lado y lo ayudaba y conseguimos hablar en inglés. Allí hacíamos muchas cosas juntos, como jugar a cartas o en el ordenador, aunque el ordenador estaba en francés y la alemana y yo no nos enterábamos de nada y el niño no sabía hablar en inglés.
En Saint-Mere sólo estuvimos una noche porque nosotros íbamos a cazar. Mi padre y yo fuimos a cazar, pero mi madre se quedó en la casa rural porque no le gusta mucho la caza.
Estando en la montaña cazando, camino para el coto, escuché unos ruidos muy raros, era un corzo. Lo reconocimos por el ruido que hacía. No conseguimos encontrarle, y estuvimos toda la tarde intentando cazar, pero nada. Fue mala suerte. Al día siguiente volvimos a Palafolls. Un camino largo y cansado. Al llegar a Palafolls sobre las 7 me fui a la cama y ya no me levanté hasta el día siguiente.
Sergio Prieto Estévez 3rB
Entonces cerré los ojos muy fuerte. Quería que no hubiera nada a mi alrededor, tenía muchísimo miedo. Escuché una voz a mi lado que me tranquilizaba, de inmediato supe que era él. No podía pensar en los soldados que acababan de llegar y de arrasar Palafolls. Pero él seguía a mi lado y eso me ayudaba. Si no fuera porque sabíamos que llegaban, mis padres y mis hermanos también habrían muerto, pero gracias a él eso no sucedió. Me llevaron a casa y cené antes de ducharme e irme a dormir. Había sido un largo día. No podía pensar en mis amigos que hacía tan sólo unos minutos habían desaparecido.
Estaba durmiendo cuando derrepente oí un ruido en el piso de abajo. Cogí el móbil y llamé a Julia que se hallaba en su casa protegida por algunos de nuestros amigos. Ella no estaba en mi casa… Ni ella, ni él, ni nadie que yo conociera. Bajé despacio con mi palo de béisbol por si había alguien. No vi nada, y ese ruido se desvaneció. Me senté en la escalera a llorar y a pensar en mi familia, que los echaba muchísimo de menos.
Pasaron diez meses y todo volvió a la normalidad, pero en otro pueblo. Julia, su familia, mi familia y yo, nos mudamos a Forks, Washington. Y allí hicimos nuestras vidas.
Mireia Peña 3º B.
Yo tenía 14 años cuando nos fuimos toda la clase del instituto a una excursión .
Hicimos grupos y yo me coloqué con mis mejores amigas, Claudia y Nadia de 14 años.
Teníamos que hacer una carrera de orientación en un bosque que no me daba buena espina. La carrera empezó cuando de pronto nos encontramos solas en medio del bosque, sin ningún otro equipo. Entonces decidimos comenzar a buscar lo que había en el mapa. Llegamos a un puente donde encontramos la primera pista, pero cuando nos giramos, Claudia y yo nos dimos cuenta de que Nadia había desaparecido. Nos asustamos un poco pero como queríamos ganar no perdimos el tiempo en buscarla y decidimos hacerlo después. Claudia y yo ya íbamos por la tercera pista cuando me volví a girar para enseñársela y de repente me encontré sola en aquel bosque tan oscuro . Grité varias veces sus nombres, pero no me contestaron así que decidí dejar la carrera para volver con los demás. Di vueltas y vueltas y todo el rato iba a parar al mismo sitio. No tenía ni comida ni agua así que me tumbé a descansar.
No sé que me sucedió pero cuando me desperté todo el mal trago había pasado y estaba en el mismo sitio del principio con mis dos mejores amigas, Claudia y Nadia. Nunca me atreví a contarle esto a nadie por si me tomaban por loca. Ese fue mi secreto, hasta ahora.
Ariadna Marqués López 3B
Todo empezó estando en casa de mis tíos. Hacía meses que no los veía, y fui a visitarles por un fin de semana. Vívian en una casa lo suficientemente grande como para perderse en ella. Tenía muchas habitaciones. Una de ellas me dio curiosidad, al ver que tenía la puerta medio abierta, entré. Observé todo con detalle, pero notaba algo extraño. Era una habitación para un niño pequeño, pero mis tíos no tenían ningún hijo. Me preguntaba por qué estaría esa habitación allí. Tenía muchos cuadros y muñecos. Me senté en un sillón. De golpe se cerró la puerta. Me asusté, y entonces todo empezó a moverse. Todo cambió de color. Los muñecos se movían, incluso hablaban. No entendía nada de lo que ocurría. De pronto se me acercó uno de esos seres que se movían correteando por la habitación. Me dijo:”todo cobra vida al estar un niño delante”. Seguía sin entender nada, cuando de golpe todo paró en seco. Yo, asustada, me callé y escuché como alguien picaba a la puerta.
Era mi tía preguntando dónde me encontraba. De golpe salí de allí y me fui con ella. Comencé a entender todo lo que acababa de suceder allí dentro.
Desiree Dorado
Era una tarde lluviosa por lo que no podía salir a ningún lado, y decidí conectarme a internet. Justo en ese momento mis padres se tenían que ir a hacer un recado y mi hermana se iba con ellos, por lo que me quedaba sola en mi casa con mi perra.
Al cabo del rato de estar en mi habitación, escuché a mi perra que empezaba a ladrar,cosa que nunca hacía. Me dirigí hacia donde estaba, en el salón, y la vi asomada a la ventana, ladrando. Cuando me asomé no vi a nadie por lo que me volví a mi habitación y de camino hacia ella, alguién tocó a la puerta. Me dirigí para ver quien había tocado y mi perra ya estaba ladrando en la puerta. Miré por la mirilla y vi a un hombre con un chubasquero, de espaldas, cosa que me impedía reconocerlo.Decidí no abrir. Al cabo de unos minutos de estar en mi habitación y no suceder nada, volvieron a tocar a la puerta, pero esta vez no era un hombre si no una mujer,también de espaldas y con chubasquero con lo que tampoco pude ver quien era.Tocó unas 4 ó 5 veces y después cuando ya dejó de tocar escuché que me estaban llamando por el móbil. Fui corriendo a buscarlo y cuando lo cgjí vi que era mi madre y que me decía que abriese ya de una vez la puerta que se habían olvidado los papeles con los que tenían que hacer el recado. Entonces lo entendí todo, mi perra estaba ladrando porque veía a mis padres tocar a la puerta y que los que tocaban la puerta eran mis padres pero como no les veía la cara porque estaban de espaldas no podía ver quienes eran.
Al final cogieron los papeles y se fueron a hacer el recado y yo me quedé hablando en el ordenador.
Paula
Un dia, fuimos a casa de mis tíos a pasar el fin de semana. Tenían una casita de madera en medio del bosque. Llegamos al mediodía y comimos. Nuestros padres descansaban mientras mis primos y yo nos fuimos a dar una vuelta por el bosque. Allí estuvimos jugando, hasta que vimos que comenzaba a anochecer. Mi primo y yo notamos como si alguien nos mirara, pero allí no vimos a nadie y nos parecieron imaginaciones nuestras porque estábamos en un lugar donde no había nada ni nadie.
Llegamos a casa, era casi la hora de cenar. Mientras se acababa de preparar la cena subimos a la habitación. Mi primo me dijo que había visto una sombra casi en la entrada, pero cuando me asomé, le dije que estaba loco, que ahí no había nadie, y era poco probable que hubiese alguien.
Fuimos a cenar, y entonces, a mi, me pareció ver una sombra, pero no le hice mucho caso, pensé que era mi imaginación.
Al día siguiente, por la mañana, vimos que en el bosque había como una esplanada en medio. Fuimos para allí y también vimos como si hubiese una cabaña. Al entrar, nos fijamos que allí debía vivir alguien, porque había mantas, comida, una cama, una radio etc. Nos fuimos porque ya deducimos que esa persona debía ser la que nos estuvo espiando todo el fin de semana. Nos fuimos corriedo de ese lugar, no fuera caso que viniera. En cuanto llegamos a casa se lo contamos a nuestros padres, que por supuesto, no nos creyeron.Suerte que ese día nos íbamos. Antes de irnos, volvimos a mirar hacia el bosque, desde fuera, y sí, lo volvimos a ver. Era un hombre de estatura normal, con una larga barba blanca, llevaba ropa que parecía nueva para estar viviendo allí. En cuanto vio que lo mirábamos, se fue corriendo.
En es momento nuestros padres nos llamaban, para decrinos que ya volvíamos para casa, nos íbamos todos, mis tíos también, que ya comenzaba el colegio. En cuantos nos fuimos mi primo y yo nos quedamos mirando para atrás, haber si el hombre aparecía por le camino, pero no lo vimos, nos quedamos sin saber quien era esa misteriosa persona.
Laia Serra
Estaba en el autobús camino del campamento. Por una curva muy peligrosa cuando miré por la ventana y vi un precipicio. Cuando me quise dar cuenta bajábamos por él a toda prisa llevándonos por delante todo lo que había.
En ese momento cerré los ojos y cuando los volví a abrir miré si mis amigos estaban bien. Sólo teníamos arañazos y cortes pero no eran graves, nada más que el conductor había perdido el sentido así que le dejamos ahí con un par de monitores. Los demás nos fuimos a ver si encontrábamos algo de ayuda.
Estábamos en medio de la nada sin cobertura para llamar al número de emergencias.
Ninguno sabíamos dónde estábamos y decidimos caminar hacía una dirección, pero como estaba oscureciendo nos pusimos a dormir donde pudimos. Nadie podía dormir todos estábamos muy nerviosos escuchábamos ruidos y nos desesperábamos pensando si era algún animal peligroso.
A las dos horas de haber oscurecido, estaba todo oscuro, no nos veíamos los unos a los otros. Sara ya se había dormido, cuando le dio por abrir los ojos y ver una serpiente
muy grande. Se levantó y salió corriendo. En cuanto me percaté de lo que ocurría avisé a los demás y nos fuimos rápidamente, hasta llegar al río donde nos sentamos y recuperamos el aliento. Yo intentaba tranquilizar a Sara .
Al final nos dormimos. Al día siguiente, cuando amaneció, bien temprano nos metimos en el río a darnos un chapuzón y cuando nos pudimos dar cuenta, la corriente nos arrastraba, nos agarrábamos donde podíamos, pero era tanta la fuerza que al final nos dejamos llevar hasta que vimos a lo lejes un cámping. Con nuestro último esfuezo, llegamos hasta allí. Nos ayudaron y fuimos a buscar a los que se habían quedado en el autobús.
Jéssica Tresserras
Jueves, salimos del instituto dos amigas, Lorena y Nerea y yo. Fuimos a la estación de tren, cogimos dirección Barcelona.
Al llegar a nuestro destino, nos paramos en una plaza y pensamos en volver a casa, todas decidimos que no, que escaparnos era la solución de nuestros problemas familiares.
Estaba oscureciendo, llamamos a una amiga que sabía de nuestra escapada y nos dijo que la policía nos buscaba, que nuestras familias sabían que estábamos por Barcelona. Volvimos a llamarla nuevamente tras comer un poco y el teléfono lo contestó la policía. Nos advirtió también que mi familia estaba en su casa, que nuestros amigos habían pasado por la comisaría.
Empezamos a sentirnos culpables, y yo, al ser la más débil lloré, me lamenté, quise regresar a mi casa y pedir perdón, quise ver a mi madre, pedirle disculpas por lo sucedido, abrazarla.
Me dijeron que volviera, pero que ellas no lo harían y decidí no abandonarlas. Ya era de noche y teníamos que buscar un lugar para dormir. Pasamos la noche en un portal, nos cortamos el pelo, me hicieron un pircing con un imperdible que pedimos a una anciana. A la mañana siguiente llamamos diciendo que queríamos volver a casa.
Unos policías vinieron con el coche patrulla y nos llevaron a la fiscalía de menores donde tras declarar y ficharnos nos podíamos ir a casa con nuestras familias.
Esta es una experiencia que tras haberla vivido no se la recomiendo a nadie, a veces los problemas se solucionan por sí solos.
Yolanda Alonso.
El tren estaba a punto de descarrilar y todos los pasajeros, incluido yo, estábamos muy asustados, tanto, que nos escondimos debajo de los asientos. Al final el tren se estabilizó y pudimos bajar del tren. Cuando bajamos del tren nos dimos cuenta que estábamos en mitad de la nada y ya que el tren no podía continuar porque una rueda se encontraba en mal estado. comenzamos a caminar sin saber a donde ibamos. Tras caminar largos y calurosos kilometros vimos un cartel que ponía jefatura de policía. Yo y mi amigo Antonio entramos en aquel tugurio indeseable. Vimos solamente a un viejo policía tumbado en una hamaca echando la siesta, por lo que parecia. Yo lo desperté, y descubrimos que el policía era sordomudo. Él nos dijo escrito en un papel que no podia hacer nada para ayudarnos regresar a nuestra casa, pero nos escribió una solución y era que llamaramos desde la taberna que hay a unos pasos de aquí, un taxi o algún vehículo de transporte para poder regresar. Le hicimos caso y fuimos hasta la taberna. Allí había una cantidad enorme de personas, muchísimas de la tercera edad. Le pedimos a la camarera que si nos dejaba un teléfono y ella, encantada, nos lo dejó y desde allí pudimos llamar un taxi y por fin volver a nuestra casa.
Francisco José Manzano Navarro 3B
Día de junio, caluroso, mucho sol, estudiando en el instituto tranquilamente. En el exterior hacía mucho calor, era insoportable, pero ya faltaba poco para las vacaciones. Todo el mundo estaba contento ese día, nada parecía poder ir mal. De golpe, empezamos a oír ruido de goteras. Todos nos extrañamos. Fuera no llovía. Miramos otra vez nuestros libros y entonces nos dimos cuenta de que el ruido de agua provenía del interior de la clase. ¡Estaba lloviendo dentro del aula! No nos lo podíamos creer. De repente la luz se fue. Las persianas se bajaron y era imposible volver a levantarlas. Todos teníamos miedo y curiosidad a la vez. Era una cosa muy extraña. La profesora, intentando contener los nervios, nos mandó hacer un fila y dirigirnos al patio. Nuestra fue la sorpresa, cuando las puertas no se abrieron. Seguidamente empezamos a oír golpes en las paredes. Todo eso sin que parara de llover bajo techo. Es imposible describir el caos que hubo en ese momento entre los alumnos encerrados en una clase a oscuras y sin ninguna entrada ni salida al exterior.
Por mi mente empezaron a pasar miles de esúpidos pensamientos intentando explicarme el porqué de todo eso. No encontré ninguna respuesta.
Así pasamos alrededor de dos horas y media hasta que de repente la lluvia y los golpes cesaron. Minutos después se abrieron las persianas y la puerta. Todos salimos corriendo, mojadísimos a causa de la gran cantidad de auga que había caído. Una vez fuera, nos tranquilizamos lentamente. Jamás supimos lo que había ocurrido aquel día, que empezó como un ordinario día de escuela.
Júlia Roura Bosch, 3º B
El chico se aventuró hacia un mundo desconocido con su gran amigo Antonio, en busca de una roca que valía miles de millones de euros. Se adentraron en un espeso bosque muy oscuro ya que los árboles tapaban toda la luz que el sol podía proporcionar para que ellos viesen. Siguieron adelante con paso ligero, pero, al fondo de todo se veía una luz que se acercaba muy rápidamente. Se les acercó, les miró a la cara y les dijo que les daba veinte minutos para escapar. Ellos dos escaparon corriendo como si los fueran a matar, pero ese hombre no les perseguía ya que tenía montadas una serie de trampas para que ellos no pudiesen llegar a la roca. Pisaron una rama y empezaron a caer flechas de los árboles. A Antonio le alcanzó una, pero tan solo le rozó. Siguieron hacia adelante muy rápidamente pero tras aquella trampa con las flechas empezaron a sentir un ruido muy escandaloso. Una manada de lobos les perseguía pero gracias a algunas flechas que cogió nuestro protagonista pudieron acabar con ellos. Al fin, allí cogieron la piedra pero otra vez aquel hombre estaba allí y les dijo que podían marcharse tranquilos, que ya no les haría nada ya que esa piedra era sagrada para él y quien la tuviese significaría que era como su dios.
Juan Carlos Lopera 3ºB
Hará unas semanas nos contaron que en Tarragona había un hospital que estaba abandonado y que se oían ruidos. Unas amigas y yo nos planteamos ir a verlo aunque nos diera mucho miedo. Quedamos a las 4 de la tarde y cogimos el tren. Cuando llegamos tuvimos qe andar muchísimo hasta llegar a un bosque.Una vez llegado a ese bosque, tuvimos que subir una montaña a cuarto patas. Arriba del todo había una carretera desértica. Estábamos asustadísimas porque vimos el hospital con las ventanas rotas y al lado había una iglesia también abandonada. Decidimos entrar al hospital, costaba un poco. Entramos por una puerta muy estrecha y una vez que hubimos llegado adentro sentimos como una puerta de hierro se abría sola. Nos asustamos muchísimo pero yo no quería salir de allí, no podíamos entrar en todos sitios porque muchas puertas estaban cerradas, pero el hospital tenía 10 plantas y nosotras subimos hasta la tercera. En la primera planta vimos todo destrozado y las paredes muy pintadas; en la segunda planta escuchamos como unas camillas arrastrándolas, estábamos aterrorizadas, no sabíamos ni cómo reaccionar ante eso; y por último, en la tercera planta escuchamos como niños gritaban. Las 3 amigas que éramos ya no queríamos subir más porque no queríamos escuchar más ruidos y salimos corriendo . La verdad es que nos quedemos impresionadas, nunca nos habíamos imaginado algo así.
Sandra Izquierdo 3ºB
El dia 20 de junio ,mis padres, mi abuela y yo fuimos a París. Salimos a las 2 de la madrugada y llegamos a las 12 de la mañana al puebo donde paramos. Se llamaba Arguel. Dejamos el coche en un párquing y fuimos en tren hasta París. Primero fuimos al museo de el “Louvre”. Me gustó mucho, es muy bonito. Lo que más me ha gustado de él era el cuadro de “Mona Lisa”
Despúes del museo fuimos a la torre Eiffel. Subimos hasta la segunda planta porque la última de todas estaba cerrada. Arriba de todo,París parecía una maqueta. Se veía todo.
Cuando bajamos fuimos a dar una vuelta por el río Senna, fuimos por la noche para ver la torre Eiffel iluminada. Hacía un poco de frío por la noche, pero casi no se notaba.
También pasamos por el Rotterdam, es muy bonito por fuera y por dentro y también es muy alto.Por último llegamos a “Versaille” que es un palacio muy bonito. No nos dejaron entrar dento del palacio pero sí nos dejaron ver los jardines. ERan grandes, bonitos…Estuvimos 3 días en total. Finalmente volvimos el día 24 de junio a las 7 de la mañana. Estábamos muy cansados.
Sergey Mityunin 3B
Hace ya unos años, cuando era más pequeñita, cada verano mi familia y yo veraneábamos en unos campings de Cambrils. Todos los años teníamos una escapada al parque de atracciones Port Aventura. Yo era muy pequeña, por lo tanto, no podía subirme en muchas atracciones… Mi madre se esperaba conmigo, mientras mi padre y hermano disfrutaban. Pasaron los años, y el ultimo año que fuimos, que casualmente era donde yo ya tenía la estatura para poderme subir mayoritariamente en todo, fue el peor año. Yo iba muy ilusionada, por fin podía subirme en las atracciones que tanto disfrutaban los mayores. La que más recuerdo, fue la montaña rusa. Todo iba fantástico, y me gustó muchísimo… hasta el momento de bajar. Sentí como alguien me empujaba hacia delante. Sin saber como pasó, el pie se me quedo atascado en las vías que tienen los cochecitos de las atracciones para poder funcionar. Los que controlaban los cochecitos no se dieron cuenta, y lo pusieron en marcha. Los pasajeros que me veían, mi familia y yo chillábamos… pero no nos escuchaban. El cochecito se acercaba cada vez más, y yo chillaba. No podía imaginarme el dolor que iba a sufrir si no paraban el cochecito.. a 1 metro y medio de mi, se paró en seco, y todos suspiraban de alivio. A mi, me dolía muchisimo el pie, de haber estirado con tanta fuerza. Enseguida vinieron los de la Cruz Roja y me sacaron el pie. Finalmente todo acabó en un susto. A día de hoy, no me gustan mucho las atracciones, algo tendra que ver.
Cistina Hormigo 3ºB
Hace tiempo fui con 2 amigas mías a dar una vuelta por el bosque, mientras paseábamos encontramos tras unos matorrales una casa casi en ruinas, de un aspecto algo diferente a las demás. Nos llamó tanto la atención que sin saber por qué decidimos acercarnos para examinarla.
Al estar a pasos de distancia oímos llantos de bebés, pero no hicimos demasiado caso y entramos en la casa por un agujero que había en la pared.
Su aspecto era aterrador, parecía una especie de orfanato pero tenía algo diferente, no se sabía muy bien qué era. Notábamos la presencia de personas, sin embargo estábamos solas.
Una fuerza nos empujaba a caminar y a movernos por las habitaciones. Íbamos de un lado a otro y al mismo tiempo seguíamos en el mismo sitio por donde habíamos entrado. Tampoco podíamos pensar con claridad, oíamos llantos de bebés y pasos de personas, olíamos a comida y sentíamos el calor del fuego.
Sin saber muy bien lo que había pasado, nos encontramos de nuevo en el exterior de la casa y cuando nos dimos cuenta, el agujero por el que entramos ya no estaba.
Todo era silencio y cuanto más nos alejábamos de aquella casa más olvidábamos lo sucedido.
Júlia Peña Biel 3ºB
El día 15 de julio fui a la playa con mi tía, mis primas, mis abuelos, mi madre y mi hermana. Nos
fuimos a San Francisco que es una playa de Blanes. Nos llevamos merienda, colchonetas,
pelotas y el inflador.
Mi hermana se llevó de casa un cubo pequeño. Fuimos a las rocas a ver si encontrábamos
cangrejos. Encontramos unos cuantos, hicimos carreras de cangrejos haber quien llegaba a la
meta primero entre mi prima y yo,y ¡gané yo! Luego los dejamos libres. Después fuimos a una playa pequeña donde había una roca que hacía de trampolín. Más tarde vino mi madre para decirnos que fuésemos a merendar. Terminando, hicimos una carrera hasta la orilla entre mis primas, mi hermana y yo, y ¡gané yo! Después se bañó mi madre y fuimos un poco al fondo a ver quien llegaba primero a la boya y por supuesto, ganó mi madre. A continuación, nos fuimos para
la orilla a jugar a voleibol. Hicimos dos grupos, yo solo contra mi hermana y mis primas. Fue
muy divertido.
Al final de todo recogimos conchas para hacer collares y nos fuimos a casa a descansar,de este día magnifico de playa.
Ferran Pérez de la Cruz 1rC
Era el 31 de octubre por la noche. Nos habíamos reunido toda la clase para pasar una noche fantasmal en la vieja escuela. Hacía muchos años que nadie iba allí, desde aquel incendio del 87 en el laboratorio de ciencias. A media tarde, mientras la clase de 4B practicaba con productos inflamables, de pronto una abundante llamarada incendó aquellas cortinas verdes sombra que impedían la entrada de luz del exterior. Entonces se quemó todo el laboratorio con 10 alumnos y el profesor de ciencias en el interior. No se pudo hacer nada para salvarlos y una vez apagado el fuego nunca se llegaron a encontrar los cuerpos. Dicen algunos que aquellos que un día estuvieron en el laboratorio siguen paseándose por el colegio cada noche a las 12. Allí estábamos la clase de 3B, entrando por la ventana rota del laboratorio. Después de entrar sin apenas hacer ruido vimos los restos de sillas y mesas quemadas por donde sobesalía una mochila que parecía intacta. Todos pensamos que sería una broma pesada. Pero, al apartar la vista de la mochila oímos una cremallera que se abría. Esa cremallera era de la mochila, que se abría muy despacio. Mientras unos gritaban, otros se hacían los valientes, cuando de pronto de la mochila saló un folio con una niña dibujada y mal pintada, que decía: “Cuidado con el fuego”. El papel empezó a arder, iluminando todo el laboratorio. Parecía que en aquella sala aún permanecieran los gritos y el sufrimiento vividos en aquel día de luna llena. El dibujo empezó a arder con más fuerza, produciendo así un humo intenso en el que se podía ver una silueta de lo que parecía una niña con coletas apuntando con el dedo hacia la puerta. Todos corrimos hacia el exterior sin atrevernos a mirar atrás. Nunca se volvió a hablar de aquella noche. Desde entonces, todos, entre los que me incluyo, cada año en la noche de Halloween, aprendida la lección, preferimos ver el especial de los Simpsons.
Cristina Hormigo 3rB
Un día de luna llena, en Halloween, un grupo de amigos y amigas salieron a la calle a celebrarlo. Recorrían calles en busca de caramelos por las casas de la gente del pueblo, hasta que se cansaron. Entonces, decidieron hacer algo más emocionante y diferente de cada año.
A las doce de la noche fueron en busca de un lugar donde pudieran contar historias y juegos de terror. Todos caminaron por el bosque, que había al lado de sus casas, y encontraron un lugar deshabitado. Era el sitio perfecto para un día como el de Halloween. Era muy silencioso y extraño. Totalmente deshabitado. Se sentaron en el suelo y Sara comenzó a explicar una historieta. Al principio todos se reían porque sabían que era mentira pero, de pronto, se escucharon unos ruidos misteriosos que venían de lo más profundo del bosque. Se asustaron pero no le dieron tanta importancia. Sara siguió con la historia y de pronto, vieron como una silueta o algo extraño como un fantasma, pasó por delante de sus ojos. Entonces se dieron cuenta que lo que estaban viviendo sucedía igual que la historia que Sara estaba explicando.
Cada uno fue corriendo hasta sus casas escapando del miedo y el temor. Nunca más volvieron a pasar por aquel lugar y tampoco contaron lo que les había pasado por miedo a que nadie les creyera.
Un dia de lluvia, un grupo de amigos quedaron a las doce de la noche, una noche de luna llena , en un lugar deshabitado y misterioso para explicarse historias de miedo.
Era un grupo de 5 amigos y el que más historias conocía empezó. Todo el grupo tenía miedo y tenían visiones fantasmales.
También escuchaban ruidos miesteriosos y decidieron no quedar nunca más juntos para explicar historias de miedo.