Había una vez en un pueblo al lado de Castellón, un chico de 10 años muy gamberro, que se llamaba Pedro.Un día se le ocurrió hacer una gamberrada de las grandes, (a partes de las gordas que había hecho) pero aquella vez la más gorda de todas, yo lo vi y fue testimonio de lo ocurrido. Todo empezó así: En un supermercado que había a mano izquierda de la calle donde vivía, compro cinco cervezas, y quince tomates. Se los llevo a otro barrio i los empezó a tirar a los balcones de la gente, lo veían, pero él no paraba.Hasta que se le acabo, dijésemos la munición y se fue corriendo.Pedro al día siguiente fue al colegio y un niño (que era su amigo de la infancia) no le hablaba,¿ por qué sería? se preguntaba Pedro.Pedro a su amigo le pregunto:
-¡eeeh! Juan, ¿por qué no me hablas?
Juan le respondió que pensase un poco en lo que hizo la tarde pasada, pero Pedro no sabía de qué iba la cosa.Pensó y pensó, hasta que se acordó que uno de los balcones en que había tirado tomates era de Juan.Pedro se disculpó y Juan aceptó las disculpas, pero Juan le dijo que su padre todavía estaba muy enfadado con él y que seguramente no aceptaría las disculpas.Cuando Pedro llegó a casa, su madre, la señora Asunción, le echó una bronca y lo castigó todo el año sin jugar a la consola.
A Pedro le daba igual la consola porque casi nunca jugaba, porque era la Game Boy Color (la peor de todas).Pedro, la misma tarde, se escapó de casa y fue a los chinos a comprar papel de plata, aguarrás y un mechero, botellas de agua y papel. Cogió un taxi y se fue a la otra punta del pueblo, donde no vivía nadie.El agua de las botellas la tiró, y las llenó con un poco de aguarrás, tiró bastante papel de plata, y la botella se empezó a hinchar hasta que explotó como un TNT, y así seguidamente. Luego quemó el papel con el mechero y lo tiró en un contáiner y ya ves… a los bomberos apagando el contáiner incendiado.La policía que más de una vez había visto a Pedro haciendo travesuras, llamó a su padre, que era mucho peor que su madre dando broncas.Cuando llegó a casa su padre le dio la bronca más grande de su vida, y el contáiner y la multa la tuvo que pagar el propio Pedro, que le costó más de 2.000€ todo junto.
Pedro ahora ya no está haciendo travesuras ¿sabéis por qué? Porque ahora ya sabe que si hace travesuras sus padres se enteran instantáneamente y lo castigan mucho tiempo y al final lo podían haber metido a un internado. Por fin se ha dado cuenta que con travesuras, se pierden los amigos y no se consigue nada bueno.