Category Archives: “De un extremo al otro”

“De un extremo al otro”, por Joan Tapias

Hace bastante tiempo  que en una ciudad de Estados Unidos en una familia muy rica tenía que nacer un niño no muy corriente. Lo que le pasaba a este es que el pobre niño con tan solo 4 meses ya pesaba cinco quilos, cosa muy extraña para criaturas de esa edad. Los padres de Bob, que así  se llamaría el niño, estaban extremadamente preocupados por su salud. Ya al fin, cuando el pequeño Bob estaba a punto de nacer, ningún médico sabía como sacarlo de la barriga de su madre, era muy difícil pensar la manera de sacar  un niño de esas dimensiones de la barriga de su madre, cansada de llevar tantísimos quilos durante tanto tiempo. Pero al fin, un magnífico médico tuvo la magnífica idea de hacer un corte en la barriga de la madre para sacar mejor a Bob. Al ver que este corte resultó muy bien a cualquier caso parecido a este emplearon esa técnica nueva (la cesaria). En el transcurso de los años Bob iba desenvolupando una enfermedad muy extraña que le afectaba a él, no dejándole dejar de comer y de aumentar el peso. Sin darse cuenta, iba haciéndose mayor, empezó la escuela y ya tuvo los primeros problemas para sentarse en la silla porque su enorme culo no entraba en ella y se acostumbró a hacer sin más remedio las cosas sentado. También tubo problemas para practicar el deporte no corría nada, tampoco tenía resistencia y además siempre era el más patoso de todos. Ya un poco más mayor empezaron los problemas de espalda, con unos dolores insoportables, ya que su cuerpo tenía que aguantar mucho peso, y  también una cosa muy importante sobre la ropa, es que no  habían tallas más grandes para él. Bob empezó el instituto iba a uno muy caro solo de niños o niñas de familias muy ricas, ahí todo el mundo  se reía del pobre, pero no tan pobre chico, e incluso le habían puesto un mote le decían el botijo. El niño, acomplejado y deprimido se pasaba el día llorando por las crueldades que le llegaban a decir. Él quería ser como los demás, un niño normal y corriente. Tampoco tenía amigos porque desprendía un hedor a sudor brutal y nadie podía estar a su lado, incluso su madre. Ningún desodorante podía combatir ese olor. Pero lo más fuerte de todo, es que la enfermedad le hacía comer de una manera incontrolada a la mínima que podía el niño estaba comiendo. Cogía dinero a sus padres y se iba al Burger a comprarse algo, siempre era algo frito o comida basura. Al terminar las clases iba a su casa y se pasaba el día tumbado en el sofá viendo la tele y comiendo patatas fritas o bollos. Algunas veces parecía que le importaba bien poco su lamentable físico y otras que le preocupaba mucho. De vez en cuando iba a hacerse algunas pruebas al médico y todas salían mal. Su gran problema el que causaba su enfermedad es que no se podía contener ante la comida, y lo que le hacía engordar de verdad era comer para no quemar. Lo único que le podía hacer mejorar es crecer su poca fuerza de voluntad y comer cosas más sanas como fruta o verdura. Bob iba haciéndose mayor y mayor, empezó a madurar y vio que la cosa no podía seguir así, que eso iba mal. Empezó a notar la diferencia entre él y los demás, se sentía raro, diferente a los demás.  Un día se decidió a enviar cartas a los mejores médicos del mundo explicando su problema y pidiendo una solución. A demás decía que el que resolviera su problema tendría una gran recompensa. Pasaron muchos días hasta que uno de ellos recibió una contestación a su problema. Lo único es que el médico que tenía la solución a su problema vivía a la otra punta de mundo, concretamente en Pequín, la capital de China. El pobre Bob quedó noqueado al saber donde vivía el medico, pero él no tuvo problema gracias a su gran fortuna. No tardó en conseguir un billete para el viaje y al cabo de cuatro días ya estaba plantado delante la puerta de la consulta del médico. El médico le recetó una medicina china que la hizo él mismo de una manera muy compleja y muy cuidadosa. La medicina le resultó un poco cara para él cosa un poco difícil pero la pagó al momento sin remordimientos. De nuevo ya estaba en su casa bajo los efectos de la medicina. Al cabo de unas horas empezó a notar resultados.¡¡ La medicina parecía que funcionaba!! Un mes más tarde había perdido ya 150 quilos y el peso continuaba disminuyendo. Iba adelgazando, adelgazando y adelgazando, hasta que quedó en los huesos. Perdió tanto peso que se quedó sin defensas ahora todo el tiempo lo pasaba enfermo. El pobre chico, cansado de la vida, llamó al médico chino explicándole lo que le había pasado, el médico no entendía este suceso no entendía nada, él pensaba que funcionaria todo perfectamente y era muy extraño lo que le había pasado. El médico no tenía palabras y le dijo que ya no podía hacer nada más, que ya había hecho todo lo posible.Bob se acostumbró de nuevo a otro tipo de vida, tampoco podía hacer deporte porque todo el rato caía o lo tiraban al suelo entonces se rompía los huesos. Lo mínimo por hacer ya era un calvario para el, porque no tenía fuerza y todo el rato se cansaba. Lo único que le cambió para bueno fueron los dolores de espalda.Y de este modo termina la historia del miserable Bob.