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Entrevista a Ron Heagy a “La Vanguardia”

Habla con voz muy grata y bien timbrada. Con la barbilla, de vez en cuando, mueve un mando que le inclina el respaldo de la silla y así cambia de postura. Mientras hablamos, Kelly está sentada junto a Ron y le acerca a los labios una taza de té, para que vaya bebiendo… El gran cuerpo de Ron está inerte, pero no su gran alma, que enamora a mujeres bellas como Kelly. Ron organiza campamentos al aire libre para niños discapacitados, y da charlas, pinta y escribe libros: ´La vida es una actitud´ y ´No rendirse nunca´. La actitud vitalista de Ron es una lección, en especial para los quejicas que vamos por ahí sobre dos piernas y agitando los brazos como orates. Ha estado aquí dando charlas (una en CaixaForum) y pueden saber más de él en www.ronheagy.com y en www.rollonron.com

RON HEAGY, ORADOR, PINTOR Y TETRAPLÉJICO

“Aquella ola me hizo libre”

Tengo 43 años, nací en Wisconsin y vivo en Portland (Oregón). Una ola me dejó tretrapléjico hace 26 años. Soy diplomado en Trabajo Social. Estoy casado con Kelly, y hemos tenido a Gracie Lee (10 meses): ¡qué milagro! Defiendo la diferencia y la paz. Soy cristiano, Dios actúa. Pinto cuadros con la boca, ayudo a niños discapacitados…

VÍCTOR-M. AMELA – 14/11/2005

– ¿Hacemos primero la foto?

– ¡Adelante! Le presento a Kelly, mi esposa…

– Mucho gusto.

– Y aquí está Gracie Lee, nuestra hijita.

– Qué guapa. ¡Y posa muy bien!

– El médico me dijo que jamás podría tener hijos… ¡Yo no estuve de acuerdo, ja, ja…!

– ¿Y cómo lo hicieron?

– Mediante inseminación, extrayendo esperma de mis testículos. Con mi primera mujer no funcionó… El médico insistía en que mi esperma era muy débil… ¡Y ya ve!

– Se lo dijo por su tetraplejia, ¿no?

– Por falta de fe. Es como lo de Mar adentro o Million dolar baby:te venden la muerte como una salida. ¡Pero no es la mejor! Puedes pintar, amar, escribir, casarte, viajar…

– ¿Falta de fe… en qué?

– En Dios, en uno mismo, en la vida. Yo la perdí tras mi accidente… Pero la recobré. Y si crees que puedes hacer algo, ¡podrás!

– ¿Cómo fue su accidente?

– Hacía surf y una ola me volteó, me aplastó contra el fondo y me rompió la nuca.

– Las cervicales…

– Las vértebras dos, tres y cuatro. Y nadie me había visto… Quedé flotando en el mar. Y no perdí el conocimiento.

– ¿Y qué pensó?

– Que no quería morir, porque había viajado a California con mi hermano pequeño, de 13 años, a aprender surf, y no había podido despedirme de mi madre, ¡y no podía dejar solo a mi hermano en aquella playa…!

– ¿Cómo era usted hasta aquel día?

– Tenía 17 años, jugaba al fútbol americano: era un chico atlético, fuerte, duro y bobo. Mis músculos me habían procurado una beca para ir a estudiar a la universidad…

– ¿Quién le sacó del mar tras aquella ola?

– ¡Mi hermano! Él se dio cuenta de que no salía, me vio y me sacó. Yo pensaba: “No he hecho nada con mi vida, quiero otra oportunidad…”. Me dejó en la playa y me desmayé.

– ¿Y dónde despertó?

– En un hospital, con la tráquea perforada para que respirase. Yo creía que me curarían y volvería al fútbol. Cuando me dijeron que jamás volvería caminar ni a mover los brazos…, me hundí. ¡Entonces sí quise morir!

– ¿Qué fue lo que le salvó?

– Cambié mi actitud.

– ¿Cómo?

– Una noche, en mi cama del hospital, a oscuras, rompí a llorar. Estaba solo, porque en la cama vecina yacía Jimmy, un chico en coma desde hacía seis semanas, por un accidente de moto… Yo lloraba diciendo: “Quiero morir, quiero morir…”. Entonces oí una voz.

– ¿Quién era?

– “¡Ron!”, oí. ¿Una alucinación? Seguí llorando. Y entonces oí: “Ron, yo te quiero”.

– ¡¿Quién era?!

– Jimmy había salido de su coma y me decía que me quería… Mire, yo… ¡Yo no había conocido el amor hasta aquel momento!

– Un momento impresionante…

– En ese instante sentí que aún era un hombre, que aún podía vivir. Y decidí pensar en lo que podía hacer, no en lo que no podía.

– ¿Por ejemplo?

– Mi madre me trajo libros de un tipo que pintaba con la boca… “Pero yo no soy artista”, le dije a mi madre. “¿Cómo lo sabes?”, respondió. Y me puse. ¡Hoy soy artista!

– ¿Qué apoyos le han sido más útiles?

– Primero, mi fe en que estamos aquí para algo y que podemos cambiar el mundo. Segundo, la familia. Tercero, tanta gente buena. Cuarto, los animales y la naturaleza, que jamás te discriminan porque no te muevas…

– ¿De qué se siente más satisfecho?

– Del amor que nos tenemos mi esposa y yo. De nuestra hija. De mis cuadros y de todo lo que hago. ¿Ve? He diseñado esta bandeja para mi silla, para tender en ella a mi bebé.

– Si un día me deprimo, ¿qué me aconseja?

– Levante la vista, vea la luz y decida hacer algo que no hacía. ¡Aléjese de los que le compadezcan! Acérquese a quien le estimule.

– Debe de ser muy difícil, siendo inválido…

– Sepa usted que uno es algo más que su cuerpo. Yo pienso en Kevin, mi héroe.

– ¿Quién es Kevin?

– Mi héroe está paralizado de nariz para abajo, de nacimiento. ¡No puede mover ni los labios! Lo único que puede mover son los ojos, y así se comunica con su madre, y con sonidos guturales. Tenía 13 años cuando les conocí, hace cuatro años: vinieron a una de mis charlas… Y aprendí mucho de Kevin.

– ¿Qué aprendió?

– Era un chico feliz, y le pregunté: “¿Cuál es tu secreto?”. “Soy feliz porque estoy vivo, porque puedo amar y ser amado, porque puedo gozar la vida a través de mis ojos”, dijo.

– Una lección para todos, sí.

– Me avergoncé de mí, que esos días andaba preocupado por tener poco dinero… Kevin me dijo que sólo una cosa le entristecía…

– ¿Qué?

– No poder esbozar sonrisas. Por eso fabriqué este muñequito que sonríe, y lo llevo siempre aquí. Hemos vendido miles, y así le hemos comprado a Kevin un ordenador que activa con la mirada, para escribir y hablar.

– “Nunca nadie me amará”, hemos pensado todos alguna vez. ¿Qué dice usted a eso?

– Que cuanto más crees algo, más cierto es: borrad para siempre la frase “es imposible”.

– ¿Qué le diría a quien piense en suicidarse?

– Que no sea tan egoísta, por favor, pues hay alguien que está necesitándole.

– Imagine que regresara usted a un minuto antes de topar con aquella ola. ¿Qué haría?

– ¡Ir corriendo a chocar con ella! ¡Esa ola me despertó! Me dio la libertad para ser yo mismo. Me trajo a Kelly, a esta niña, me regaló el amor, la pintura, mis libros, la vida.