M’agradaria transcriure aquí extractes d’un article d’Albert Einstein titulat “Religión y ciencia”, publicat al nº 109 de la revista Sophia i he de confesar que a mi m’ha ajudat molt,. Diu:
“En los pueblos primitivos es, ante todo, el miedo el que despierta las ideas religiosas -miedo al hambre, miedo a los animales salvajes, a la enfermedad y a la muerte. Como sea que la comprensión de las relaciones causales es normalmente limitada en este nivel de existencia, el alma humana se forja un ser, más o menos parecido a él mismo, con la voluntad y las actividades dependiendo de las experiencias de las que tiene miedo. Se espera alcanzar el favor de este ser por medio de actos y sacrificios que, según la tradición de la raza, se supone que calman al ser o lo predisponen favorablemente hacia el hombre. Yo llamo a esto la religión del miedo.
Esta religión está considerablemente estabilizada, aunque no rota, por la formación de una casta sacerdotal que se autodefine como los mediadores entre las personas y el ser al que temen, y así adquieren una posición de poder. A menudo, un jefe, o un déspota, o una clase privilegiada que mantiene su poderío de esta manera, combina la función sacerdotal con su propio reino temporal en vistas a una mayor seguridad; o bien puede existir un compromiso entre los intereses del poder político y la casta sacerdotal.
Una segunda fuente del desarrollo religioso se encuentra en los sentimientos sociales. Los padres y las madres, así como los jefes de las grandes comunidades humanas , son falibles y mortales. La necesidad de guía, de amor y de ayuda, proporciona un estímulo para el desarrollo de un concepto social o moral de Dios. Este es el Dios Providencial que protege, decide, recompensa o castiga. Este es también el Dios que, según la amplitud del horizonte del hombre, ama y protege la vida de la raza o de la humanidad, o que incluso puede amar la vida por sí misma. Es el consolador en la desgracia y en las aspiraciones no cumplidas, el protector de las almas de los muertos. Esta es la idea social o moral de Dios.
En las escrituras sagradas del pueblo judío, es fácil seguir la evolución de la religión del miedo hacia la religión moral, que llega a su máximo en el Nuevo Testamento. Las religiones de todos los pueblos civilizados, sobre todo las de Oriente, son principalmente religiones morales. Un importante avance en la vida de un pueblo es la transformación de la religión del miedo en una religión moral. Pero se debe evitar el prejuicio de considerar a las religiones de los pueblos primitivos como puras religiones del miedo, y a las de las razas civilizadas como puras religiones morales. Todas son formas mezcladas, aunque el elemento moral predomine en los niveles superiores de la vida social. Lo que es común a todos estos tipos de religión es el carácter antropomórfico de la idea de Dios.
Sólo excepcionalmente, los individuos predispuestos, o las comunidades especialmente nobles se elevan esencialmente por encima de este nivel; en esta categoría se encuentra un tercer nivel de experiencia religiosa, aunque muy raramente existe en su forma pura. Yo lo llamaría el sentido religioso cósmico. Es difícil de explicar-lo a los que no han tenido esta experiencia, porque no implica ninguna idea antropomórfica de Dios; el individuo se da cuenta de la vanidad de los deseos y de los objetivos humanos, y de la nobleza y del orden maravilloso que se revelan en la naturaleza y en el mundo del pensamiento. Considera el destino del individuo como un encarcelamiento y trata de experimentar la totalidad de la existencia como una unidad llena de significado. Indicaciones de este sentido religioso cósmico pueden encontrarse incluso en las primeras etapas de desarrollo y, por ejemplo, en los Salmos de David y en los profetas. El elemento cósmico es mucho más fuerte en el Budismo, tal como Schopenhauer nos lo ha señalado en sus magníficos ensayos.
Los genios religiosos de todos los tiempos se han distinguido por este sentimiento religioso cósmico que no reconoce ni los dogmas ni al Dios hecho a imagen del hombre. En consecuencia, no puede haber una iglesia en la que la doctrina principal se base en la experiencia religiosa cósmica. Por consiguiente, pues, se desprende que nos hallamos precisamente en medio de los heréticos de todas las épocas humanas que han sido inspirados por esta experiencia religiosa más elevada; a menudo aparecen a sus contemporáneos como ateos, pero algunas veces también aparecen como santos. Vistos desde esta perspectiva, hombres como Demócrito, Francisco de Asís y Spinoza están muy cerca unos de otros”.
Com he dit abans, aquest article m’ha ajudat molt, especialment per poder entendre maneres d’obrar que es donen en el nostre món actual, també per entendre millor moments històrics i de manera especial, disposava d’una teoria que em servia per poder ajudar millor els alumnes quan la situació ho requeria.
Igualment m’ha servit per aclarir-me jo mateix. Repassant la meva biografia, m’adono que he vivenciat en diferents moments, en més o en menys, els tres sentiments religiosos. Primer va ser clarament la religió de la por que m’acompanyà fins aproximadament el començament de l’adolescència. Eren aquelles narracions dels dijous a les tardes a l’escola, quan el mossèn es presentava allà, tant a prop nostre, vestit de negre de dalt a baix, que especialment em forjaren aquell sentiment de por cap aquell “avi de barba i cabells blancs”, com jo i d’altres ens imaginavem el suposat Déu.
Posteriorment la religió moral amb la imatge encara d’un Déu antropomòrfic però amb molt menys protagonisme en les meves imatges mentals. Aquell nou sentiment religiós estigué amb mi potser fins al final de l’adolescència. Recordo d’aquella època que el compliment dels preceptes morals establerts em produïen força benestar i tranquil•litat interior.
Després vingué l’època de la separació progressiva de l’organització religiosa i del sentiment religiós. Vingué el qüestionament, el fer-se preguntes a les quals ja no satisfeien les clàssiques respostes. També va ser el moment de la participació en els moviments catòlics que s’esforçaven per viure més íntegrament, amb més coherència la quotidianitat i les ensenyances de crist. Aquesta intervenció social anava acompanyada d’unes reunions setmanals, per ajudar a enfortir la nostra ànima. A aquestes trobades i a tots els amics que hi participaven restaré eternament agraït, perquè em sembla que em permeteren viure en dos anys el que d’altra manera n’haurien estat potser deu. Vaig ser un privilegiat que en aquella època de “foscor exterior”, pròpia del règim franquista, pogués participar d’un entorn tan enriquidor. Una de les activitats que recordo especialment foren les “revisions de vida”, que de tanta utilitat em varen ser llavors i continuaren sent-ho durant molts anys. El descobriment del marxisme va ser el detonant que trencà el ja feble lligam que em connectava amb el sentiment.
Una fase llarga, però segurament necessària, vingué després. Em recorda el joc de la “gallineta cega”, caminant a les palpentes amb els ulls tapats, captivat per “veus” que fan que vagi d’un lloc a un altre. Aquesta fase, em sembla és la que està travessant avui una gran part de la població del nostre entorn, en que s’ha trencat el vincle, el cordó, amb la religió moral i està a la recerca, conscient o inconscientment, d’algun nou indici que aporti una mica d’esperança.
Ara, possiblement em trobi, donant els primers passets en aquesta nova etapa.