44. MÁS ALLÁ DE LA INTELIGENCIA: CORAZONES INTELIGENTES
Desde temprana edad, el cociente intelectual se valora a través del rendimiento académico. Pero, ¿hasta qué punto otro tipo de inteligencia, como la inteligencia emocional, rige nuestros destinos? …
L’atenció és el primer pas per poder aprendre. Tot el que aprenem, ho fem perquè ens hi fixem, ho analitzem i ho interioritzem de manera reflexiva. Per això, penso que l’atenció i la reflexió són dos puntals en el procés d’aprenentatge a l’escola i crec que hem de procurar fomentar-les al màxim. Sovint ens trobem amb alumnes que mostren dificultats d’atenció i concentració, tant davant les explicacions del professorat, com a l’hora de realitzar les tasques individuals.
Es distreuen, no llegeixen bé el que se’ls demana que facin, no pensen prou i responen sense reflexionar, cometent força errors, o, fins i tot, no responen, evitant així l’esforç.
L’aplicació de forma gradual i sistemàtica d’un treball que comprengui activitats, exercicis i estratègies per fomentar l’atencio i la reflexió, pretén assolir els següents objectius:
– Facilitat l’adquisició d’aprenentatges i l’assoliment de les competències bàsiques.
– Fomentar el creixement personal i social, augmentant l’autocontrol i l’autoestima i millorant les relacions socials.
– Millorar les dinàmiques de grup, fent que cada infant se senti bé amb ell mateix i aprengui a acceptar els companys i companyes.
– Reduir els conflictes i saber utilitzar estratègies per resoldre’ls positivament.
La mesura en què s’assoleixin aquests objectius incidirà positivament en la salut dels docents, ja que es crearà un clima de convivència més relaxat, amb menys conflictes i amb més interès i bons resultats.
Las prioridades…
En un ambiente banal y a una hora inconveniente, ¿percibimos la belleza? ¿nos detenemos a apreciarla? ¿reconocemos el talento en un contexto inesperado?
Un hombre se sentó en una estación del metro en Washington y comenzó a tocar el violín, en una fría mañana de enero.
Durante los siguientes 45 minutos, interpretó seis obras de Bach. Durante el mismo tiempo, se calcula que pasaron por esa estación algo más de mil personas, casi todas camino a sus trabajos. Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música. Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su marcha. Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.
Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños.
Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha. En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y otras veinte dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos, ni reconocimientos. Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares.
Dos días antes de su actuación en el metro, Bell había llenado un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares. Esta es una historia real.
La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas.
Una de las conclusiones de esta experiencia, podría ser la siguiente: Si no tenemos un instante para detenernos a escuchar a uno de los mejores músicos interpretar la mejor música escrita, ¿qué otras cosas nos estaremos perdiendo?
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