Pesquis y Baliga en la fiesta de disfraces

Pesquis y Baliga iban con sus amigos andando por la calle.
– Hemos de decidir como nos disfrazamos por carnaval. – dice Marta.
– ¡De vikingos! Nos haremos unos cascos con cuernos. – le responde Guillermo.
– ¿Y de unicornios? – propone Paula.
Pasan por delante de una croasantería donde hay dos empleadas que están hablando.
– Debido a la crisis no viene ningún cliente… – dice Sonia.
– Mañana viene el jefe, el señor Lluent. Igual cierra y nos quedaremos sin faena. – le responde Carla.
Pesquis se había entretenido mirando la croasantería y va corriendo a su pandilla.
– Ahora que hablais de cuernos. ¡Tengo una idea muy original! De paso echaremos una mano a alguien que lo necesita… – explica Pesquis.
Al cabo de un rato todos los amigos llevan con objetos en la mano.
– A ver… ¿Lo tenemos todo? Ropa de saco, espuma de colchón, hilo y agujas – dice Pesquis.
El día siguiente todos los amigos van disfrazados de cruasanes, toda la gente los mira con mucha alegría.

– Has tenido una idea magnífica, peró, ¿a quién le echaremos una mano?- dice Baliga.
– Ahora lo verás… – le responde Pesquis.
– ¡De repente me ha venido un deseo! – dice el señor Antonio.
– A mi también. – le responde la señora Dolores.
Toda la gente se va corriendo hacia la tienda de cruasanes, las empleadas se ponen contentas.
– Un cruasán y un cortado. – dice el señor Antonio.
– Le invito a un cruasán. – le dice la señora Dolores al señor Juan.
– Hace tanto, que no pruebo… – le responde el señor Juan.
Llega el señor Lluent, el dueño, a la tienda.
– Qué me dice, señor Lluent? – dice Sonia.
– Esto marcha. – le responde el señor Lluent.
Una de las empleadas guiña un ojo a la pandilla.

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