Había una vez hace mucho, mucho tiempo en un pueblo que ahora mismo no me recuerdo, un barrio lleno de casas abandonadas, pero de lo que sí que acuerdo muy bien es que había una casa encantada, más que ninguna otra. Allí había vivido mucha gente, tanta gente había vivido como había muerto. La gente que vivió allí no duró ni 2 meses. En el sótano de la casa había un cuadro donde salía un payaso enseñando los cinco dedos de una mano, cada vez que se moría alguien que vivía en aquella casa escondía un dedo, y cada vez que venía una nueva familia rellenaba su mano.
He aquí que una nueva familia se mudó a esta casa porque la suya de antes no estaba en buenas condiciones para vivir y además estaba hecha polvo y habían goteras de la humedad. Fue la única familia que vivió más de 2 meses, duró 3, de noviembre hasta febrero del año siguiente. Eran un padre, una madre, un hijo mayor de 17 años, una hija pequeña de 5 y el hermano mediano de 12, el protagonista. Su padre trabajaba en una fábrica, su madre trabajaba en casa, su hermano mayor era un fanático de las motos, su hermana pequeña siempre estaba jugando con las muñecas y las casitas y a él le gustaba ayudar a su madre en los trabajos de casa como lavar los platos y guardar la ropa, también leer cómics y jugar a los videojuegos.
Un día inesperado de diciembre que su padre se fue a trabajar y justamente su madre y su hermano no estaban en casa porque ella se fue a comprar al supermercado y su hermano se fue en moto con su chica y sus amigos, llamaron de la fábrica y cogió el teléfono su hermana, preguntaron por su madre pero ella les dijo que no estaba en aquel momento, que les podía pasar a su hermano, pero él se negó a cogerlo porque si no perdería la partida pero cuando escuchó que era urgente lo cogió, le dijeron que su padre se había muerto asfixiado entre el aire tóxico porque no llevaba máscara, colgó y el y su hermana empezaron a llorar, hasta que llegó su madre de comprar y ellos le dijeron lo que había ocurrido y empezaron a llorar todos. Llamaron a su hermano mayor pero no contestaba hasta que al final alguien cogió el móvil pero reconocieron que aquella no era su voz, aquella voz le dijo con tristeza que su hermano no podía contestar porque había tenido un accidente con la moto.
Tanto llorar, tanto llorar que al final fueron a dormir en la habitación de matrimonio y durmieron todos juntos.
Iban pasando los días con angustia y dificultades hasta que se les iba pasando. Se quedaron sin dinero por el trabajo, pero hacían lo que podían.
En enero, su madre encontró trabajo en una lavandería cercana, y cada mañana iba a trabajar.
Un día de febrero él se fue al sótano a dejar la ropa sucia en la lavadora y vio al payaso con solamente 3 dedos: él, su madre y su hermana. Iba observando el cuadro cuando vio que poco a poco escondía otro dedo, fue cuando oyó gritar a su madre, subió y vio a su madre con un plato roto por el suelo, volvió a bajar y vio solo 2 dedos del payaso, significaba que su madre se había muerto. Su hermana pequeña bajo rápidamente al sótano y cuando estaba por media frase de que le pasó a su madre vio que salía una mano de la pared y estiró a su hermana y atravesó la pared. Se giró y, solo quedaba un dedo: él.
De repente sonó el timbre, era el cartero que le llevaba una carta a su madre de la lavandería, diciendo que mañana no hacía falta que fuera a trabajar, y cuando iba a subir vio que poco a poco iba desapareciendo pero el payaso no escondía el último dedo. Llegó en un sitio cerrado donde escuchó una voz grave y fuerte que decía: “Tu familia ha muerto, pero tus amigos no, pueden servirte de ayuda!”. Salió de allí y volvió a aparecer en su sótano, oyó el timbre y subió rápidamente a abrir la puerta, le dijo al cartero que su familia había muerto, pero que necesitaba ayuda. Los dos bajaron al sótano y con un tubo de hierro cada uno, rompieron el cuadro y se cayó al suelo, fue cuando el cartero desapareció y escuchó a su madre que le decía: “Ven que te ha llamado tu padre y luego me ayudas a sacar la ropa de la lavadora, y dile a tu hermana que baje que tu hermano ahora llegará para cenar!”. Subió y él le dijo: “Hablo con papá, y le digo a mi hermana que baje pero no quiero bajar al sótano para sacar la ropa de la lavadora, y como ahora trabajas y hemos salido de la miseria empieza buscar otra casa!”. Y se mudaron de casa. El mes siguiente fue la policía y derrumbó todas las casas de aquel barrio abandonado, y construyeron una empresa donde su madre trabajó.

Abril Francín Segarra
12/06/2013