La leyenda de la Duquesa de Montenegro

Cuenta la leyenda que en un pueblo muy lejano había un castillo en el cual vivía la Duquesa de Montenegro, era una mujer alta y flaca, siempre iba peinada y tenía una verruga en la nariz. Siempre llevaba joyas: Diamantes, esmeraldas, pulseras de oro, rubís… Tenía muy mal carácter. Vivía sola con sus sirvientes, ya que su marido se fue a la guerra y nunca volvió. Ella no tenía hijos, tenía dos perros muy feroces. A pesar de ser muy rica era muy tacaña. Trataba muy mal a sus sirvientes, sólo comían las sobras de lo que comía ella y sus perros. Cuando iba a la Iglesia se reía de los pobres y no daba ni un céntimo de limosna, era tacaña.
Un día llego la guerra a aquellas tierras y la asaltaron varias veces. En su castillo no quedaron ni las piedras, se lo llevaron todo. Las joyas y demás objetos de valor, así como toda la comida que tenía almacenada. Se quedó sola y sin nada. Los sirvientes habían huido hacia las montañas y ella no sabía que hacer; tenía hambre y sueño.
Fué a la Iglesia a pedir limosna para poder comer algo y fueron los mendigos los que se rieron de ella. Hasta que vino uno de sus antiguos criados y le dijo que la ayudaría:” si tú nos dejas cultivar tierras, dejaremos que vivas con nosotros.
La Duquesa aceptó la propuesta y les ayudó en el campo. A cambio, tenía comida, agua y techo. Su carácter cambió, se volvió buena, agradable y aprendió a compartir.
Después de dos años apareció un jinete en las tierras; era su marido que venía de la guerra a buscarla. Agradeció a los sirvientes lo que habían hecho y les dio una bolsa de monedas de oro, también les regalaron sus tierras.
Finalmente, la Duquesa y su marido se fueron a vivir felices lejos de este lugar.

Fin

Roger Sabaté Labaila
6/6/13

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