Cuentos de Laura desde casa
El caracol despistado
Un día, un caracol iba hacia su colegio. Iba por la mitad del camino, y, recordó que se había olvidado el bocadillo de hierbas y, el estuche. Fue a su casa a por las cosas, y cuando volvió se equivocó de camino. Tardó muchas horas en encontrar el camino verdadero, y estaba sediento. Cuando llegó al colegio se dio cuenta de que ese día acababa el colegio. Su señorita estaba allí, y cuando lo vio le regañó. El caracol se desmayó, de tanta sed que tenía. Al cabo de unos días murió deshidratado.
El pinchuninchu
Una mañana, en la ciudad, había un niño que venia de otro mundo. Se llamaba Pinchuninchu, y tenía poderes, se podía hacer invisible y se hizo invisible. Después de un rato, fue al colegio y empezó la clase. El Pinchuninchu todavía estaba invisible. Como no lo veían no tenía deberes.
Se aburría siempre. Se enamoró de una niña que se llamaba Natalia. Pinchuninchu se puso en carne y hueso. Natalia lo miró. Ahora sí que le ponían deberes. Pinchuninchu se fue a su planeta, a Pinchuninchulandia. Su madre Pancha y su padre Poncho le habían puesto a su hijo Pinchuninchu porque su planeta se llamaba casi igual: Pinchuninchulandia.
Los yogures
Había muchos yogures en la nevera. Juan abrió la nevera, todos los yogures decían: ¡yo, yo, yo! El de limón quería que le cogieran. Cada vez que no le cogían, se enfadaba y al final se enfadó. La copa de chocolate y nata le preguntó: ¿Que te pasa? El de limón le dijo que viniera con él a un escondite. El yogur de limón se puso un poco de chocolate y nata encima.
Luego Juan abrió la nevera y cogió el de limón, porque tenía encima chocolate y nata, y se lo comió.
Una hormiga en la autopista
Había una vez una hormiga que justo había hecho su hormiguero en la autopista. No le gustaba su hormiguero, porque de noche no podía dormir. Tampoco le gustaban nada los coches. Una vez, había quedado con sus amigas para pasear y para llevar comida a casa. De repente, un camión atropelló a unas amigas suyas. Después de un mes, había cambiado su hormiguero a otra autopista, porque por esa autopista no pasaba ningún coche. Porque era vieja, muy vieja.
Y por fin, podía vivir tranquilamente sin ruidos ni nada. Al lado había mucha comida, y podía ir de picnic con sus amigas.
………………………
¿Cómo es el trabajo del ratoncito Pérez?
Yo siempre me pregunto: ¿Existe el ratón Pérez o es una fantasía de niños? Bueno, sea lo que sea, ya me ha quitado un diente. Pero me ha dejado unas monedas brillantes y grandes. ¿Cómo será el trabajo del ratón Pérez y que estará haciendo con mi diente? Sea lo que sea, que lo use bien, porque se me va a caer otro diente. Y espero que me dé otra moneda porque, si no… ¡no se lleva mi diente!¿Y que tal si lo espío y me lleva a su pueblo endientado? ¿O a sus casitas de muelas y lanzas de colmillo? ¿Qué estará haciendo?
ANTONIO ACCENSI PÉREZ
Amor verdadero
Hola, me llamo Laura y esto es una historia que pasó hace unos cuantos años.
Era una pareja perfecta. La chica se llamaba Ruth y el chico se llamaba Carlos. Se ve que Carlos se iba mucho por ahí o estaba ocupado. Y Ruth se quedaba sola en casa. Después de unas cuantas semanas, Ruth le preguntó:
-¿Tú me quieres?
Y él respondió que no. Ella dijo:
-¿Te parezco guapa?
Y el dijo que no. Ruth preguntó:
– Si me fuera… ¿llorarías por mí?
Y él dijo que no.
– ¿Ocupo algún lado de tu corazón?
Y él dijo que no.
Entonces Ruth se dio media vuelta para irse, pero Carlos la agarró del brazo y le dijo:
– No te quiero, te amo. No me pareces guapa, eres bellísima. Si te fueras, no lloraría por ti, moriría por ti. No ocupas ningún lado de mi corazón, tú eres mi corazón.
Y entonces, Ruth se puso a llorar de alegría. Carlos ya no la iba a dejar nunca más sola. En todo caso, la llevaría con él.
Laura Martínez Nievas
La desaparición
Era un día como otro cualquiera. Mi amiga Sara y yo nos fuimos a dar una vuelta. Íbamos por ahí cuando vimos una parada de helados y nos compramos uno. Continuamos caminando, cuando sentimos que una furgoneta nos seguía. De repente, Sara se cayó. Yo no podía cogerla y ella decía: “¡ayúdame!” pero fue inútil. Un hombre se bajó de la furgoneta y la cogió. Me fui corriendo para mi casa, se lo tenía que contar a mi madre y a su madre, que en ese momento estaban tomándose un café. Llegué, se lo dije y me preguntaron que si había visto la cara del secuestrador. Yo les dije que sí, pero no muy claramente. Como loca, la madre de Sara bajó, llamó a su marido y la empezaron a buscar, pero nada. Yo, de la furgoneta, sólo sabía que era de color amarillo oscuro.
Al cabo de tres días, los padres no la encontraban, y como ya se sabe, al cabo de tres días, si no encuentras a alguien, lo tienes que poner en manos de policías. Nosotros pusimos carteles por todas partes: tiendas, bares, farolas….pero nada de nada. Al día siguiente de poner carteles por una zona, no estaban los carteles. Era muy raro. Pasó una semana y los policías seguían sin saber nada.
Un día que el padre de Sara acompañó a los policías a un bosque, encontraron una furgoneta amarilla que podía ser de las personas que secuestraron a Sara. Los policías se acercaron y abrieron el maletero. Había unos pelos rubios como los de Sara y una cuerda rota como si la hubieran usado. Los policías llamaron a una grúa para que llevaran la furgoneta al laboratorio de coches para que la investigaran. A las dos semanas, llamó la policía a los padres de Sara. La policía afirmó que esa furgoneta era de los secuestradores. Al día siguiente de encontrar la furgoneta un hombre llamó al padre de Sara y les decía que, como no le pagara 10.000 euros, no le daría a su hija. También le dijo que su mujer estaba cuidando bien de la niña. Por la tarde volvió a llamar el hombre y dijo que trajeran el dinero en menos de cuatro días, que llamaría todos los días y cuando lo tuviera, que quedarían en un sitio. Pero tenía que ir sin ningún policía o mataría a la niña. El padre se fue a llamar a la policía. Estando allí, la policía le dijo que tenía que ir, pero que no le pasaría nada ni a él ni a la niña.
Al día siguiente llamó el hombre y el padre de Sara le dijo que ya tenía el dinero, que dónde quedaban. El hombre le dijo que en el puerto, a las seis de la mañana. Llegó ese día. El padre de Sara se fue a la comisaría para avisar a los policías y pensar algún plan. Al llegar al puerto, el hombre encapuchado estaba allí, con la niña. El padre se acercó y le dio el maletín. En ese momento, el hombre le dio a la niña. La policía salió, lo detuvieron y al padre de Sara le devolvieron el dinero.
Desde ese momento, el padre de Sara no le deja salir hasta tarde y mis padres tampoco a mí. Vamos a mi casa o a su casa.
Estefanía Cabrera
Misterio esfumado
Tengo 14 años, me llamo Lanote y mi pasión son los detectives. Todo comenzó cuando, con siete años, estaba viendo la tele, una serie que me gustaba mucho: El niño enmascarado. A los dos años, leí que lo habían secuestrado. Así que investigué y encontré al secuestrador. Ahora tenía que averiguar dónde estaba.
Fui a muchos lugares, como cuevas, mire por el mar… Al final, encontré al niño, así que lo liberé y me contó que fue mi padre quien lo secuestró, porqué estaba siempre viendo su serie y no ayudaba en casa .Y colorín, colorado, este misterio se ha esfumado.
Joaquín Martínez
22-1-08
El maltrato
Había una vez un niño llamado Esteban. Como cada mañana, Esteban tenía que ir al colegio. Él siempre se levantaba dos horas antes. Había algo extraño en él… Se levantaba dos horas antes para ir al colegio y colarse. Se colaba porque debajo del patio tenía un almacén secreto. El niño, en el almacén tenía naranjada, agua… ¡Pero, en verdad, no era ni agua ni naranjada, sino que eran relajantes naturales en líquido! Cuando llegaron los demás niños, él subió las botellas antes de que le vieran. Los niños le preguntaban por qué había traído tanta agua. Él les respondió que su padre era repartidor de bebidas, que le sobraron unas cuantas y por eso las trajo. Los niños, contentos, subieron rápidamente a clase. A la hora del patio, sin que lo viera la señorita, Esteban repartió las naranjadas y el agua a todos los niños.
Al cabo de unos quince minutos, todos los niños se durmieron. Pero no estaban dormidos del todo sino que… ¡estaban como hipnotizados! Los niños obedecían a Esteban, y Esteban, contento, les mandó romper las ventanas. Los niños lo hicieron porque, si no lo hacían, Esteban les pegaba y les escupía… Pero el efecto no duró mucho, solamente unos diez minutos.
Los niños volvieron en sí y se dieron cuenta de lo que había pasado. Entonces fueron todos hacia él y le preguntaron por qué les había hecho eso. Él les contestó que era para hacer una prueba de una investigación que hizo él mismo. Los niños le dijeron que por hacer eso las pagaría muy caras. Esteban, pidiendo perdón, casi llorando, arrepentido, les dijo que haría todo lo que le pidieran, pero que le perdonaran.
Aceptaron sus disculpas pero, a cambio, le dijeron que tendría que arreglar los destrozos y hacerles unas cuantas cosas a ellos de uno a uno (ayudarles con los deberes, jugar con ellos, ordenar los libros de la clase, etc. Y nunca más volvió a realizar ninguna de esas “investigaciones”.
Antonio Ruiz
Febrero 09
Las cosas metálicas
Había una vez un señor que iba a pasear.Las cosas metálicas y toda la chatarra, se las llevaba a casa.Hasta que un día tuvo una idea de inventarse un pezcesaurio.La cabeza es de hierro, el cuerpo hecho de las cosas de la mesa; y para el pie, un tubo. Se hizo famoso.
Nerea Sánchez
1-2-2008
El virus
Había una vez un niño que se llama Raúl. El niño era muy feliz, tenía todo lo que él quería: juguetes, ropa, videos juegos… Como ya os he dicho, él era muy feliz, juguetón y alegre. Una vez, encontró un perrito. A él le gustaban los perritos, pero no sabía que aquel tenía un virus. El niño se lo llevó a su casa y le dio de comer. Por la noche, el perrito le mordió al niño y le pasó el virus. El niño fue a la habitación de la madre y del padre. Las personas que vivían en el edificio escucharon un grito y llamaron a la policía y a una ambulancia. Entraron al edificio, todas las personas estaban esperando en el portal y les dijeron que subieran al sexto piso. Los policías subieron y vieron a una señora. Uno de los policías se acercó a la señora y la señora se tiró encima de él. Le arrancó la oreja con la boca y le hizo mucha sangre. Otros dos policías se tiraron encima de la señora, la cogieron, la encerraron en una habitación y se fueron. Cuando ya estaban abajo, les explicaron a los vecinos todo lo que habían visto. Luego calló al suelo un policía que se había quedado arriba. Entonces volvieron a subir los policías. Había un policía que estaba nervioso. Cuando vieron a la señora, el policía le disparó a la cabeza, pero no le hizo nada. La señora se fue asustada. Los policías la estaban buscando y no la encontraron, pero encontraron al padre y al hijo muertos, y se los llevaron a…
(Continuará)
Richard Proaño
febrero 09
La tortuga valiente
Había una vez una tortuga que se asustaba de todo: de las ballenas, de los delfines y demás animales acuáticos. Pero también era tímida. Un día, vio a una tortuguita guapísima y se enamoró. Cada día la perseguía, y un día la tortuguita la vio y se escondió detrás de ella y le pegó un susto. La tortuguita también se enamoró. Al día siguiente, llegó una manada de tiburones para hacerles irse de su territorio. La tortuga se quiso hacer la valiente y les dijo: ¡Largo de aquí! El mar no sólo es vuestro, es de todos los animales acuáticos. No nos molestéis nunca más, ni a nosotros ni a los demás animales. Los tiburones se fueron asustados y las tortugas la nombraron “la tortuga valiente”. Se casaron y tuvieron hijos valientes.
Andrea Campos
febrero 09
El gato y el elefante
Había una vez un gato y un elefante. El gato tenía diez años. El elefante tenía once. Los dos animales estaban como un copito de nieve. El gato, como era más flaco, tenía más frío pero el elefante, como era más gordo, no tenía nada de frío. El gato, cada noche estaba más heladito. El elefante estaba haciendo una casa para ellos dos. El elefante era muy bueno, pero el gato no era nada bueno. El elefante, estaba roncando y el gato bailando. El elefante se despertó y dijo: no me dejas dormir. Y el gato dijo: ahora me acuesto. El gato cada noche le estaba arañando y el elefante se quejaba. El elefante, pobrecito, se puso a llorar. El gato dijo: con tus lágrimas se está quitando el hielo. El gato, todo contento, se fue a ver a su familia. Cuando el gato estaba tan contento, le dijo su mujer: tienes un hijo que se llama Toni. El gato, todo contento, se fue a bañar. Pero le esperaba otra sorpresa más. Cuando salió de la bañera, le dijo la mujer: ¡feliz cumpleaños! Su mujer le dijo al gato que dónde estaba su amigo. El gato le respondió que estaba todavía en el polo norte. La mujer, el gato y su hijo lo fueron a buscar. Al final lo encontraron y el elefante se fue a casa con el gato y así todos comieron perdices.
Andrea Sierra
febrero 2008
Disculpad los que habéis entregado cuentos preciosos que aún no he tenido tiempo de introducir. Tony: estamos esperando otro tan imaginativo, pero del 2009.
Laura: no sabes la ilusión que nos hace a los maestros que nuestros alumnos respondan como tú has hecho, más allá de las clases, en casa… volver al cole con cinco cuentos bajo el brazo… Es la mayor satisfacción y el mejor premio que podemos recibir en nuestro trabajo. Ojalá continúes disfrutando de la escritura. Si ya eres capaz de hacerlo tan bien, cuando acabas de iniciar esta aventura… ¿Qué sorpresas nos deparará tu creatividad en el futuro? Muchas gracias, de todo corazón. ¡Ah! Una cosilla: a nosotros nos decían de pequeños que “los niños no lloran”, pero hoy, a lo mejor, el que llora de alegría es Carlos porque Ruth ya no lo iba a dejar nunca más solo, o lo llevaría con ella. ¿No crees?
Estic llegint els vostres contes i m’estan fent passar una estona agradable. Quina imaginació que teniu!!
I tu, Laura ens volies fer entendre una cosa que després ha sigut tot el contrari!! Ja m’estava fent pena la Ruth i li anava a dir unes cosetes al Carlos!!!
Bé, no us conec però si al vostre professor i us puc assegurar que tots junts aprendreu a escriure i al mateix temps aprendreu sensibilitat i humanisme.
Endavant i aprofieu aquesta oportunitat!!!
Montserrat