Eros me agita los sentidos
como un viento, en la montaña, cayendo sobre las encinas.
(Safo, 47)
Cantos. Libro primero, vv. 1-28
Inmortal Afrodita, la florida,
artera hija de Zeus, te lo suplico,
no atormenten mi espíritu, señora,
penas ni angustias,
mas ven aquí, como también antaño
unciste tu áureo carro y de la casa
de tu padre saliste al escuchar
mi voz lejana;
llevábante unos ágiles gorriones
hacia la negra tierra desde el cielo
y el veloz movimiento de sus alas
pronto te trajo;
y tú, bendita diosa, sonreías
con tu faz inmortal y preguntabas
qué me ocurre otra vez, por qué de nuevo
vuelvo a invocarte
y qué es lo que deseo que suceda
a mi alma loca. “¿A quién persuadir debo
a que acepte tu amor? ¿Quién mal contigo,
Safo, se porta?
Porque, si hoy huye, pronto irá tras ti;
si regalos no acepta, los hará;
y, si hoy no te ama, pronto te amará
aunque no quiera”.
Ven también ahora a mí, de mis congojas
crueles sálvame y haz lo que mi ánimo
cumplido quiere ver y así tú misma
sé mi aliada.

Fresco de Pomeya, con retrato de mujer culta, identificada con Safo.
(Museo Arqueológico Nacional de Nápoles)
Enlaces
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