Declaración del rey a todos los franceses, a su salida de París, 20 de junio de 1791

París, 20 de junio de 1791.

El rey no a regateado ningún sacrificio personal, en la esperanza de ver renacer el orden y la felicidad del reino, con los medios empleados por la Asamblea Nacional y por el traslado de su residencia al lado de esta Asamblea, en la capital del reino. Ni siquiera hubiera alegado la nulidad de todas las gestiones que ha efectuado desde el mes de octubre de 1789, manchadas po la ausencia total de liberad, si se hubiera alcanzado ese espíritu. Pero hoy la única recompensa que se ha logrado ha sido contemplar la destrucción de la realieza, […] el rey, después de protestar solemnemente contra todos los actos emanados de él durante su cautividad, cree que debe mostrar a los francesas, y a todo el universo, el panorama de su conducta y el del gobierno establecido en el reino. […]

¿ Qué le queda al rey sino el vano simulacro de la realeza? […] Vamos a examinar seguidamente kas dversas partes del gobierno.

La Justicia. El rey no tiene ninguna participación en la confección de las leyes; sólo posee el derecho de vetar, hasta la tercera legislatura, las cuestiones que no sean consideradas constituciones. […]

La administración interior: está enteramente en manos de los departamentos, de los distritos y de las municipalidades […]

La distribución de las fuerzas armadas está, por decreto, en manos del rey, al que se declara jefe supremo del ejército y de la marina. Pero todo el trabajo de formación de las dos armas lo han hecho los comités de la Asamblea sin participación del rey. […]

Asuntos exteriores. el nombramiento para ministros en las Cortes extranjeras se ha reservado al rey, así como el desarrollo de sus negociaciones. Pero la libertad del rey para su elección es igualmente nula como en el caso de los oficiales del ejército […] La revisión y ratificación de los Tratados, reservadas a la Asamblea Nacional y el nombramiento de un Comité Diplomático, anulan totalmente la segunda disposición. […] Con respecto al derecho de Paz […] todos los poderes se concentran en la Asamblea, además, por mucha franqueza que se pongaen las negociaciones, ¿ se puede confiar el sigilo a una Asamblea, cuyas deliberaciones son necesariamente públicas?

Finanzas […] Todavía no se ha creado un presupuesto exacto de ingresos y gastos, y recursos que pueden satisfacer el déficit. Se han dejado llevar por cálculos hipotéticos. La asamblea se ha apresurado a destruir los impuestos, cuyo peso, en verdad, recaía demasiado sobre los pueblos. Peroéstos aseguraban los recursos y los ha sustituido por un impuesto prácticamente único, cuyo monto exacto será difícil de establecer. […]

Por último, por decreto, se declara al rey, jefe supremo de la administración del reino. […] El sistema de los jefes del partido dominante de sembrar desconfianza sobre todos los agentes del gobierno, ha estado tan bien dirigido que es prácticamente imposible ocupar las plzas de la administración. […]

Esta forma de gobierno, viciosa por sí misma, lo llega a ser aún más por las siguientes causas: 1.ª La Asamblea, por medio de sus Comités, excede continuamente los límites que se había fijado a sí misma. Se ocupa de asuntos que atañen únicamente a la administración interior del reino. Ejerce, incluso, por medio de su comité de investigación un auténtico despotismo, el más bárbaro e insoportable de cuantos la historia ha conocido. 2. ª Se han creado en casi todas las ciudades […], asociaciones conocidas como amigos de la constitución y, contra el contenido de los decretos, no toleran a ninguna que no se afilie a ellas, por lo que se ha formado una inmensa corporación, mucho más peligrosa que las que existían antes. Sin estar autorizadas, e incluso despreciando todos los decretos, deliberan sobre todas lascuestiones de gobierno, se ponen de acuerdo en todos los asuntos, hacen y aprueban denuncias, pegan carteles con órdenes y han tomado una preponderancia tal, que todos los órganos administrativos y judiciales, incluida la Asamblea Nacional, obedecen précticamente siempre a sus órdenes. […]

Su Majestad, sancionando indistintamente todos los decretos, sanción que por otra parte no podía denegar, se ha dejado llevar por el deseo de evitar toda discusión, que la experiencia revela inútil. Temía, además, que se dedujera que quería retrasar o hacer fracasar los trabajos de la Asamblea Nacional […]

El espíritu de los Clubs todo lo domina y lo invade todo. Los miles de periódicos y panfletos calumniadores e incendiarios que se distribuyen diariamente, no son más su eco […] Se ve por el espíritu que reina en los Clubs y la forma en que se adueñan de las Asambleas primarias, lo que se puede esperar de ellos. Y si parece que tienen disposiciones a rectificar algún asunto, es para destruir lo que queda de la realeza y crear un gobierno metafísico y filosófico, imposible de llevar a la práctica.

Franceses, ¿ es esto lo que pretendíais al enviar a vuestros representantes a la Asamblea  Nacional? ¿ deseabais que la anarquía y el despotismo de los Clubs sustituyeran al gobierno monárquico, bajo el que ha prosperado la nación durante 1.400? ¿ Queríais ver a vuestro rey colmado de ultrajes, privado de su libertad, en tanto que él no se ocupaba más que de fundamentar la vuestra? […]

Después de todos estos motivos y de la imposibilidad que tiene el rey para hacr el bien e impedir el mal que se hace, ¿ es extraño que el rey haya intentando recobrar su libertad y ponerse a resguardo con su familia?

Franceses, y sobre todo vosotros parisinos, habitantes de una ciudad que los antecesores de Su Majestad gustaban llamar la buena ciudad de París, desconfiad de las sugerencias y de las mentiras de vuestros falsos amigos. Volved a vuestro rey, que será siempre vuestro padre y vuestro mejor amigo. Qué fácil le será olvidar todas estas injurias personales y volver a encontrarse en medio de vosotros, cuando una Constitución, que haya aceptado libremente, haga que nuestra santa religión sea respetada, establezca el gobierno sobre una base estable y útil para actuar, que los bienes de estado de cada cual no serán amenazados, que las leyes no sean transgredidas impunemente y que,por último, la libertad se fundamente sobre bases firmes e inconmovibles.

París a 20 de junio de 1791                        Firmado: Luis.

El rey prohíbe a sus miembros firmar cualquier orden en su nombre hasta tanto no reciba futuras órdenes. Ordena al ministro de Justicia del reino a reexpedírsela en cuanto se pida.

París a 20 de junio de 1791                        Firmado: Luis.

Citado por Reinhard, M.: 10 Aoùt 1792. La Chute de la Royauté,  Trente journeés qui on fait la France, nrf., París, Gallimard, 1969, pp. 460-469.

 

 

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