Orgullo y resistencia. Un acto de justicia poética para una voz indomable y compañera que “vuelve íntimo todo lo que toca”. Aunque esa voz suena emocionada y está cansado de tanto hablar, Juan Gelman atraviesa con un tono bajito y con mucha calma la distancia entre la ciudad de México, donde reside, y Buenos Aires, siempre con ese humor afilado, travieso e irónico. El teléfono no para de sonar, a veces lo atiende su asistente, Rosalía; otras, el propio poeta, “el pibe taquito”, como lo llamaban sus amigos de Villa Crespo. “Nunca estuve tan solicitado, excepto por mi mujer”, bromea el flamante ganador del Premio Cervantes, considerado el más importante en las letras hispanas y que concede el Ministerio de Cultura de España en reconocimiento al conjunto de la obra de un autor.
Cuando se le transmite que muchos recibieron la noticia como si hubiera ganado un familiar, como si fuera “nuestro” padre, el poeta responde: “Quizá soy un padre espiritual”. Después de una ardua deliberación entre una treintena de candidatos, los miembros del jurado, presidido por el director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha, decidieron otorgar por mayoría a Gelman el “Nobel español” porque el conjunto de su obra “enriquece las letras españolas”, según declaró De la Concha. “Creo que es un reconocimiento a la poesía que rebasa lo personal, porque el año pasado se lo dieron a un gran poeta español, Antonio Gamoneda. Me conmueve este premio en tiempos tan antipoéticos y deshumanos; en este mundo donde las grandes editoriales desdeñan la poesía, no les importa, es una tarea difícil estar peleando subjetivamente contra todo esto que pasa”, dice el poeta a Página/12. “El reconocimiento a la poesía lo vivo como un reconocimiento a un viejísimo amor mío, así que estoy conmovido.”
El amor, la memoria, el dolor y la muerte impregnan con frecuencia la poesía de Gelman, cuya vida ha estado marcada por su militancia política y por las consecuencias que la dictadura argentina tuvo para él y su familia.
Gelman comenzó a publicar en la década de los 50. Sus dos primeros libros fueron Violín y otras cuestiones (1956) y El juego en el que andamos (1959). Con la obras de la década siguiente, Velorio del solo (1961) y Gotán (1962) comenzó a ser conocido en todo el continente iberoamericano.
Exilio
Progresivamente, la actividad poética de Gelman se convirtió en la otra vertiente de su posición ideológica de izquierda. Amenazado de muerte, con su esposa e hijos desaparecidos, tuvo que huir de Argentina en 1975. Después de un tiempo en Roma y París, Gelman pasó a Nueva York y luego a México, donde reside en la actualidad.
Los libros publicados en este periodo de exilio, Hechos y relaciones, Si dulcemente y otros, reflejan el doloroso clima de derrota y pérdida que sufrió el autor. La recopilación Obra Poética (1956- 1973) permite tener una visión de conjunto de su obra escrita en Argentina, que puede complementarse con De Palabra y Poesía (1971-1978). Gelman ha publicado con regularidad, desde México o Buenos Aires, nuevos volúmenes de poesía, entre ellos sus series Interrupciones.
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