Un poema mágico: antes que Freud y como buen romántico, Bécquer destaca la importancia del mundo de los sueños y nos sugiere que todo lo soñado es tan vívido ¿o vivido? como lo que experimentamos en nuestra aparente realidad diurna. El final es asombroso y demoledor: “Conozco a muchas gentes a quienes no conozco”. Todos hemos tenido esa misma sensación alguna vez pero, ¿será verdad? Cuidado con formularla en voz alta: al leerlo en voz alta se convierte en un conjuro, siempre ocurren cosas extrañas… ¡Que se lo pregunten a mis alumnos de literatura!
RIMA LXXV
          ¿Será verdad que cuando toca el sueño
          con sus dedos de rosa nuestros ojos,
          de la cárcel que habita huye el espíritu
               en vuelo presuroso?
          ¿Será verdad que, huésped de las nieblas,
          de la brisa nocturna al tenue soplo,
          alado sube a la región vacía
               a encontrarse con otros?
          ¿Y allí desnudo de la humana forma,
          allí los lazos terrenales rotos,
          breves horas habita de la idea
               el mundo silencioso?
          ¿Y ríe y llora y aborrece y ama
          y guarda un rastro del dolor y el gozo,
          semejante al que deja cuando cruza
               el cielo un meteoro?
          ¡Yo no sé si ese mundo de visiones
          vive fuera o va dentro de nosotros:
          lo que sé es que conozco a muchas gentes
               a quienes no conozco!