CATALINÓN: Con sillas
vienen ya dos negros pajes.
Salen dos enlutados con sillas
¿También acá se usan lutos
y bayeticas de Flandes?
GONZALO: Siéntate tú.
CATALINÓN: Yo, señor,
he merendado esta tarde.
Cena con tu convidado.
GONZALO: Ea, pues, ¿he de enojarme?
No repliques.
CATALINÓN: No replico.
Dios en paz de esto me saque.
¿Qué plato es éste, señor?
GONZALO: Este plato es de alacranes
y víboras.
CATALINÓN: ¡Gentil plato
para el que trae buena hambre!
¿Es bueno el vino, señor?
GONZALO: Pruébale.
CATALINÓN: ¡Hiel y vinagre
es este vino!
GONZALO: Este vino
exprimen nuestros lagares
¿No comes tú?
JUAN: Comeré
si me dieses áspid a áspid
cuanto el infierno tiene.
GONZALO: También quiero que te canten.
Canten
MÚSICOS: “Adviertan los que de Dios
juzgan los castigos grandes
que no hay plazo que no llegue
ni deuda que no se pague”.
CATALINÓN: Malo es esto, vive Cristo,
que he entendido este romance,
y que con nosotros habla.
JUAN: Un hielo el pecho me abrase.
Canten
MÚSICOS: “Mientras en el mundo viva,
no es justo que diga nadie
¡qué largo me lo fiáis!,
siendo tan breve el cobrarse”.
CATALINÓN: ¿De qué es este guisadillo?
GONZALO: De uñas.
CATALINÓN: De uñas de sastre
será, si es guisado de uñas.
JUAN: Ya he cenado, haz que levanten
la mesa.
GONZALO: Dame esa mano.
No temas, la mano dame.
JUAN: ¿Eso dices? ¿Yo temor?
¡Que me abraso! No me abrases
con tu fuego.
GONZALO: Éste es poco
para el fuego que buscaste.
Las maravillas de Dios
son, don Juan, investigables,
y así quiere que tus culpas
a manos de un muerto pagues,
y, si pagas de esta suerte
las doncellas que burlaste,
ésta es justicia de Dios.
Quien tal hace, que tal pague.