Viaje de sol a sol

El sol comenzaba a salir y el calor, junto con la sed que sentían, iba aumentando cada vez más. Ishaq avanzaba a duras penas por las arduas tierras del Sáhara. Había partido de Zawila, una ciudad de Libia, hacía ya dos días. Lo acompañaba Jabari, la persona que lo había convencido para emprender esa aventura. Tenían la intención de llegar hasta Tarbu andando, pensando que 17 kilómetros por el desierto eran fáciles de recorrer.

Jabari no paraba de repetir que ya tendrían que haber llegado, pero no había ninguna ciudad a la vista. Ishaq tenía muy claro que se habían perdido. Al fin y al cabo, intentar caminar en línea recta por el desierto sin un punto de referencia era una tarea casi imposible. Debían de haberse desviado en algún momento, tal vez antes de que Ishaq descubriera que la brújula que llevaban estaba rota. Habían caminado durante horas, aunque no supieran adonde se dirigían.

En un momento dado, Jabari se quedó quieto, fijando la vista en el horizonte. Ishaq
se limitó a seguir su mirada. Cuando lo vio, no podía creérselo. Era un camino asfaltado bastante estrecho y mal construido, pero era una señal de que por ahí pasaba gente de vez en cuando.
Ishaq se dirigió hacia él, sin dudarlo, seguido de Jabari. Empezaron a andar por el medio del camino, con la remota esperanza de encontrar a alguien que los pudiera ayudar. Ambos estaban al límite de sus fuerzas y dudaban que pudieran continuar, ni siquiera, manteniéndose en pie. El calor asfixiante consiguió que Jabari se desmayara, por lo que Ishaq no tuvo otra opción que continuar cargando con él.

El sol empezó a ponerse justo cuando Ishaq distinguió la silueta de un coche en el horizonte. En ese momento, las piernas le fallaron, tanto por el cansancio como por la emoción. Perdió el conocimiento, o eso creía, ya que pudo notar como lo introducían en el vehículo, junto con su compañero, Jabari.

Dash