Como actividad final que permita valorar hasta qué punto el romancero ha sido una manifestación literaria entendida y valorada por los alumnos, se propone realizar un comentario de texto sobre el cébre romance de Abenámar -ya colgado en el blog-; para ello será oportuno enviar un comentario completo haciendo especial hincapié en el apartado de conclusiones
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Romance perfecto con versos octosílabos y con rima asonante en los pares.
Abunda el campo semántico del lujo, descripción de palacios,de Andalucia…
En este romance el rey Don Juan llama a Abenámar para preguntarle qué son los castillos y construcciones que se ven al horizonte.
Abenámar les contesta que son la Alhambra, el Generalife y Bermejas.
El rey Don Juan mediante una metáfora le dice a Abenámar que quiere casarse con Granada, que la encuentra muy hermosa y que va a dar como dote a Córdoba y a Sevilla que ya eran de su propiedad, y Granada le contesta que ya está casada con una moro que la trata muy bién y que Don Juan no la podrá conquistar nunca. Vemos una perfecta personificación de Granada y la situación de conquista vista como una boda.
El Romance de Abenámar es uno de los más importantes del Romancero Viejo, de los más conocidos. Este romance tiene un principio in media res, rasgo que es muy habitual en el romancero, consiste en empezar a explicar los hechos por la mitad de la historia, no vemos ninguna introducción sobre lo que va a tratar el poema. Es un texto en el que se describen una serie de hechos concretos. Es un romance sobre hechos históricos, habla de la frontera, con elementos dramáticos que destacan por su gran fuerza expresiva. Se sitúa en la ciudad de Granada. Y habla sobre la voluntad de un rey de España por incluir Granada a su reino. Utilizando la metáfora, aparece Granada como si fuera una mujer. Vemos varios diálogos entre el rey y Abenámar. Hablan de la Alambra, la mezquita..etc Comprobamos así el interés por la ciudad que cada vez aumenta más y cada vez habla con más entusiasmo y curiosidad sobre Granada. Se plantea la opción de el rey casarse con ella, ya que como ya hemos comentado hablan de la ciudad como si fuese una mujer, y se refieren así a que Granada forme parte de su reino. Éste romance, tampoco presenta un final marcado, deja un desenlace indefinido, podríamos decir que solo trata sobre el nudo, el desarrollo de la historia. El texto es claramente de los romances, ya que tiene las características propias. Se compone de 56 versos octosílabos, tiene rima asonante en los pares, aunque en alguna ocasión vemos pequeñas diferencias, que le dan así más sonoridad al propio poema. Cómo figuras retóricas, vemos el uso de la repetición y reiteración, muy propio del romancero. La personificación, la exageración.. Pienso que es un poema largo de comentar, ya que dispone de muchas características distintas y da mucho de que hablar.
ABENÁMAR, ABENÁMAR
Este poema se trata de un romance que pertenece a la Edad Media española.
Este romance habla de un moro, Abenámar, hijo de un moro y una cristiana, que vive en la península Ibérica, concretamente en la zona sur.
La historia dice que su nacimiento sería simbólico ya que, como dice el poema, “el día que tu naciste / grandes señales había!/ Estaba el mar en calma, la luna estaba crecida” (versos del tres al seis). Así pues el moro nace bajo una confluencia astrológica, concepto importante que determinaba la vida de las personas de la Edad Media. A partir de aquí el moro tiene un diálogo con el rey Juan sobre elementos importantes del sur de España y de la época en general: castillos, mezquitas, tierras de cultivo, etc. Al final, el rey Don Juan dice que quiere casarse con Granada y ésta le responde que ya está casada con un moro.
Respecto a la métrica hay que comentar que se trata de un romance de arte menor, con versos octosílabos, con rima asonante en los versos pares.
Las figuras retóricas que encontramos son: repetición (“Abenámar, Abenámar”), hipérbaton ( por tanto pregunta al rey, que la verdad te diría), personificación de la ciudad de Granada (Granada es representada como una mujer, así que el rey Don Juan quiere casarse con Granada y ella le dice que ya está casada con un moro), aliteración de ”i” y “a” (“ y una cristiana cautiva”), asíndeton (“el otro es generalife, huerta que par no tenía; el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía”), anáfora (“casada soy, rey Don Juan, casada soy, que no viuda”), exclamaciones e interrogaciones que forman parte del diálogo.
Al hablar de la morfosintaxis hay que comentar que abundan los sustantivos y los verbos, esto se debe a que al ser una literatura oral y que escuchaba la gente del pueblo era de muy fácil comprensión ya que estos elementos son principales en el núcleo de una frase.
El campo semántico que más destaca es el del ámbito árabe como por ejemplo: morería, mora cristiana (como contrario a moro), mezquita, Alhambra etc. Y los elementos propios del pueblo: el señor, la vida, cristiana, villanía, rey, labrar, huerta, castillo, etc.
Este romance histórico se sitúa en el momento en que los árabes están asentados en la península Ibérica, esto lo podemos ver porque en el romance aparece un moro como protagonista que además, es hijo de un moro y una cristiana.
Además, aparecen ciudades representativas del Al Andalus: Granada, Córdoba y Sevilla. Es por esta causa que Granada está personificada, Granada no quiere casarse con el rey Don Juan y prefiere casarse con el moro porque la cultura árabe y todas sus costumbres ya forman parte de la sociedad.
En conclusión, decimos que se trata de un romance porque es un poema narrativo de transmisión oral en que se nos cuenta una historia.
Es muy importante la fusión que se hace entre los elementos propios hispánicos con los árabes.
Estaba a punto de enviarle las actividades que me faltaban para finalizar del todo pocos minutos antes de concluir el día de hoy, por eso de mantener la intriga y tal; pero da igual, a continuación le propongo el comentario de Abenámar, Abenámar, y la descripción de Doña Alda.
Por cierto, acabo de colgar una entrada en el blog de Don Quijote.
Disfrute de las últimas horas de este fin de semana largo, y hasta mañana!
COMENTARIO DE TEXTO
-Introducción
Los Romances son poemas cantados, tradicionales, anónimos y más bien populares, que se transmitían oralmente de pueblo en pueblo.
El Romance de Abenámar es una de las composiciones más destacadas del Romancero Viejo. Es un romance fronterizo, histórico, a pesar de eso, destaca por su calidad y su fuerza poética. Son justamente estos elementos dramáticos y líricos los que alejan al Romancero del estilo de la épica y dotan a romances con gran fuerza expresiva.
El romance se sitúa en la época del reinado de Juan II de España, antes de la llegada de los Reyes Católicos, concretamente en la ciudad de Granada.
-Contenido
El romance nos habla sobre el deseo del rey Juan II de España de incorporar Granada a su reino. Este deseo se muestra a través de dos diálogos del rey con el moro Abenámar y del rey con la ciudad de Granada respectivamente. Granada aparece personificada y convertida metafóricamente en una mujer.
En el primer diálogo, el rey quiere conocer las riquezas de la ciudad admirada, y para eso invita a Abenámar a decirle la verdad. Éste le responde con una descripción continuada de las mayores grandezas de Granada. Le habla de la Alambra, de la mezquita, de los Alixares… Ya en este primer diálogo podemos observar el gran interés del rey por la ciudad de Granada; pero se verá sobre todo al final del poema, cada vez se hace más fuerte y expresivo su deseo.
En el segundo diálogo, el rey le propone a Granada que se “case” con él, ya sea en el sentido literal de boda entre hombre y mujer, como en el sentido metafórico entre el reino de España y la ciudad: quiere que se incorpore a su reinado. La “mujer” no rechaza al rey don Juan, ni tampoco acepta la propuesta, solamente responde que ya está casada con un rey árabe, aunque no dice que ella lo quiera, solo constata el gran amor que él siente por ella.
-Casada soy, rey don Juan,
Casada soy, que no viuda;
El moro que a mí me tiene
Muy grande bien me quería.
-Estructura
En el comienzo, el poema empieza a contar los hechos por la mitad de la historia. No hay una previa situación en el tiempo y en el espacio.
El Romance de Abenámar tampoco presenta un desenlace, es una historia abierta, sin continuación definida. Podríamos decir que el romance presenta solamente la parte intermedia de una narración: el nudo o el desarrollo de los hechos. Dadas estas circunstancias, podemos ver claramente un romance y no una narración.
Podemos dividir el romance en dos partes que corresponden a los dialogos:
La primera parte consiste en el diálogo entre el rey y Abenámar y coincide con los versos 1-36 del poema. Así mismo, esta parte también consta de dos momentos diferenciados: la cortés exhortación del rey a Abenámar a responder a su pregunta con veracidad, cosa que el moro promete cumplir (tal como afirma en los versos 11-20), y la pregunta del rey respeto a la belleza de la ciudad, pregunta que el moro responde con gran descripción y exaltación.
La segunda parte, en cambio, consiste en un diálogo fantástico y de gran fuerza poética entre el rey y la ciudad de Granada, convertida metafóricamente en una mujer. La expresión del deseo del rey alcanza aquí su máxima intensidad al equipararse con una pasión amorosa. A mesura que avanza va creciendo la emoción, el deseo y los sentimientos.
-Métrica y figuras retóricas
El texto sigue el esquema métrico propio de los romances. Se compone de 56 versos octosílabos con rima asonante en los pares. La estructura métrica es una composición de 23 versos hexadecasílabos, divididos en dos hemistiquios de ocho sílabas.
Figuras retóricas
Repetición
-dárete en arras y dote
A Córdoba y a Sevilla
Repeticiones
Casada soy que no viuda
Repeticiones
Casada soy rey don Juan
Casada soy que no soy viuda
Repeticiones como:
-Yo te la diré, señor
Aunque me cueste la vida,
…
Por tanto, pregunta, rey,
Que la verdad te diría.
Derivaciones descriptivas
Moro de la morería
Hipérbaton
¡Altos son y relucían!
El hipérbaton que se refiere a “alto” significa el poder de la ciudad y “relucir” se refiere a su belleza.
Oros hiperbatones
Allí respondiera el moro
Bien oiréis lo que diría
…
Que mentira no dijese
Hipérbole
Cien doblas ganaba al día
Personificaciones
Si tú quisieses, Granada,
Contigo me casaría
Deseo del rey a medida que van avanzando los diálogos, con una máxima intensidad al final del poema.
Anáforas (“que”)
Enumeración (en la descripción de Granada)
Aposiciones descriptivas (destacan su valor y su belleza):
Labradas a maravilla
Huerta que par no tenía
Castillo de gran valía.
Metáfora:
(al final del poema, conversación entre Granada y el rey): la ciudad a conquistar se convierte en la mujer amada, el rey en amante, la guerra en conquista amorosa… la ambición política del rey se convierte en pasión amorosa.
“casada soy = gobernada”; casarse con el rey significa asimismo ser gobernada y conquistada por el rey.
El sentido literal es la historia de un rey que quiere incorporar una ciudad a su reino y que a su vez, trata de cortejar a una dama; el sentido metafórico es el deseo, la pasión, la ambición y los intereses, así como el amor o la exaltación de la belleza. También abunda el valor de la cortesía y la elegancia.
El romance ‘Abenámar, Abenámar’ es de los más famosos en el romancero. Presenta todas sus características: inicio in media res y final abrupto; rima asonante en los pares; octosílabo y diálogo entre personajes.
El tema es de el tiempo en que los moros tenían conquistada la Península y habla de la realeza. Nos muestra como el rey, de forma metafórica, quiere seducir a la ciudad, quiere conquistar Granada.
Como en casi todo romance, hay hipérbaton. Es un diálogo continuo entre el Rey y el Moro. Hay una personificación de Granada.
En conclusión este romance, y todos los que hemos estudiado, es típico del romancero.
Y aquí me despido del blog de romances.
Abenámar, Abenámar está incluído en nuestro finalizado, pero no olvidado romancero. Romance octosílabo con rima asonante en los versos pares, que por lo tanto es de arte menor.
Es un poema que hace un especial hincapié histórico, en la época en que los musulmanes formaban parte de la península Ibérica. Siendo característico, y ya conocido por todos nosotros, su inicio es in media res; no conocemos más que la parte escrita, y su final es totalmente abrupto, dejándonos con la duda de qué pasará después, así entonces, solamente se nos presenta el nudo o desarrollo de los sucesos.
Hecha esta introducción, sigo con el análisis de las figuras retóricas presentes en el texto, que le dan un sentido más completo al poema, con la ayuda también del diálogo existente entre los personajes: la repetición de Abenámar, moro, señor y rey, paranomasias, como moro de la morería, aliteración de ‘a’, por ejemplo, la luna estaba crecida, o de ‘o’, con la frase, porque soy hijo de un moro, paralelismos, muy característicos de los romances, y que crean una importante serie de contradicciones, como es el caso de hijo de un moro y una cristiana cautiva, interrogación retórica, en ¿Qué castillos son aquéllos?, hipérbaton, como huerta que par no tenía, y así un largo etcétera de figuras retóricas con mucho significado. El poema tiene más extensión, es por eso que no me entretengo en este apartado.
En cuanto a campos semánticos, sobresale el de Andalucía, y la Alhambra, Generalife, Mezquita, Córdoba, Sevilla,Granada, todas ellas relacionadas con dicha ocupación por parte de los musulmanes en lo que ahora es España. También el de los castillos, el rey, y por supuesto señor, etc.
Los adjetivos como cautiva, moro, cristiana, labrados, grande, con una gran aportación descriptiva de la situación de la época, en cuanto nos referimos a morfosintaxis. Pero como categoría gramatical por excelencia, el sustantivo, con palabras como niño, luna, bien, muchacho, villanía, entre muchísimos otros.
Por todas estas características, podemos decir que este poema es en gran medida representativo del romancero, evidentemente por el análisis realizado, pero sobretodo por el contexto al que nos transporta, con lo que sucedía con exactitud en la península Ibérica. De apariencia fácil, pero con una dificultad escondida, ya que como he dicho antes, las figuras retóricas mejoran el entendimiento del texto, el romance de Abenámar, Abenámar quizás me recuerda a la Jura de Santa Gadea, o mira Nero de Tarpeya, por la especial singularidad en cada uno de los tres.