Passenger suena en mis cascos mientras me dispongo a estirarme en la cama y cierro los ojos para repasar mí día. Es un gesto cotidiano en mi rutina; cada tarde, al llegar a casa, dejo la mochila en el suelo, me descalzo y me estiro.
Hoy no tengo nada que hacer. Tarea de historia acabada, carpeta ordenada, habitación recogida… Hoy es una tarde normal, nada peculiar, solo llueve. Aunque ahora que lo pienso… quizás sí que es un poco especial, no sé si me explico… Es una tarde de esas en las que tu cabeza no para de dar vueltas.
“But you only need the light when it’s burning low, only miss the sun when it starts to snow”. Diantres, ¿Por qué tiene que estar sonando esta canción justamente ahora? Es de aquellas letras que trae dulces recuerdos y mi cabeza empieza a dar vueltas… Es una tarde de esas en las que empiezo a crear otros caminos, otras acciones y decisiones, me empiezo a imaginar diferente. ¿Qué pasaría si…? Luego me paro a pensar en cómo los años pasan, como una milésima de segundo se puede hacer eterna o como los días y meses pueden hacerse efímeros, las cosas que nos ocurren minuto a minuto y en como las situaciones en las que nos vemos envueltos día a día son determinantes en nuestro camino.
Todo sería más fácil si al nacer nos diesen un libro de instrucciones, donde pusiera todos los pasos que debemos hacer para cumplir nuestro destino. Pero, ¿qué gracia tendría? Saber todo de ti. Eso sería bueno… ¿no? No, creo que no sería tan bueno. Uno debe ir descubriéndose poco a poco, paso a paso, error a error, lección a lección.
Es una de esas tardes en las que te miras al espejo y aún encuentras rasgos de una niña de siete u ocho años jugando en la arena, aún encuentras alguna ilusión infantil disfrazada de brillo en tus ojos al mirarte al espejo, y recuerdas cómo has sido y cómo eres ahora y sonríes sin motivo aparente. Al menos, yo sonrío.
Me viene a la cabeza el recuerdo de una niña de mofletes rojizos, pelo castaño oscuro, ojos azules que hipnotizan y vuelvo a sonreír. No dejo de pensar en todas aquellas personas que han pasado por mi vida, a veces solo recuerdo los nombres, a veces solo algún rasgo de su cara o a veces solo un recuerdo de algún momento. ¿Qué pasaría si todo hubiese sido distinto? Que no estaría aquí. Y eso no me hubiese gustado. Me gusta estar aquí, me gusta vivir aquí y ahora, con un pasado atrás que me hace ser la chica que soy ahora, con un futuro por delante que me hace trabajar duro para tenerlo más cerca cada día y con muchas ideas en la cabeza, puede que demasiadas. Demasiados sueños, miedos, recuerdos, proyectos. Quizás todo esto hace que actúe de una forma y no de otra, eso está bien, ¿no? Soy feliz, sí, lo soy. Me vuelvo a plantear que sería de mí si en esos momentos puntuales en vez de elegir A hubiera elegido B. Pero no le doy más vueltas, porque solo es una de esas tardes en que imaginas tu vida de otra manera. Pero solo eso, solo una tarde. Nada más. Habrá muchas más y muchas que ya pasaron.
Solo es una tarde, un espejo y una sonrisa tímida.
Yaiza Sáiz Martínez
4t ESO C
Guanyadora en la categoria de segon cicle d’ESO