Hace un tiempo, en el año 2055, hubo una catástrofe mundial en la que murieron muchas personas a causa de la radiación solar y la contaminación. Solo pudo sobrevivir una isla, gracias a que la parte de la capa de ozono que estaba sobre ellos, no estaba agujereada por algunos productos.
Actualmente, en el año 2078 la isla está dividida en 3 zonas. La del centro, la primera, es donde viven las personas más importantes, como los científicos y políticos, en la segunda viven las personas que fabricaban artículos como armas, ropa, … Entre otras cosas. En la última zona viven los agricultores, que se dedican a cosechar los alimentos. Los productos de las dos últimas zonas eran para la zona del centro y ellos se quedaban una pequeña parte.
Madison, como la llaman sus padres, es una chica de la última zona de diecisiete años. Resalta por su larga cabellera de color azabache y sus grandes ojos azules.
Madie, un sábado, quedó con sus amigos para irlos a ver en la zona 2, solo podían moverse entre las dos últimas zonas. Se montó en el coche y empezó a dirigirse hacia allí, ya que estaba bastante lejos, mientras iba de camino a la segunda zona a ver a sus amigos, tuvo un accidente de coche, un conductor que vio el accidente llamó a la ambulancia y se la llevaron al hospital.
* * *
Al despertarse sintió un gran dolor en todo el cuerpo, no sabía dónde estaba. A lo lejos vio a un hombre que no parecía muy amistoso con una bata blanca. Cuando se acercó nadie le preguntó.
– Disculpe, ¿dónde estamos?
– Anda, ya te has despertado. Tuviste un accidente y te han traído a la zona 1.
– ¡¿Estoy en Ciudad Condal?!
– Exactamente, y por lo visto eres muy especial… Durante el tiempo que has estado inconsciente, que han sido exactamente 3 días haciéndote pruebas, hemos detectado que tienes una sangre diferente.–A continuación el hombre salió por una puerta trasera–
Madie no se lo podía creer, ese tenía que ser un error. Como tenía demasiada curiosidad se levantó de la camilla para ir detrás de él. Cuando lo hizo se arrepintió un poco por el dolor, pero no se paró. Salió por la misma puerta y vio al mismo hombre que había hablado con ella hace unos instantes y a la presidenta. No podía entender por qué de repente hasta la presidenta estaba allí.
– Ya ha despertado.
–¿Le has contado algo? –Dijo ella un poco nerviosa– No podemos jugárnosla a que se entere.
–No lo hará, solo le he dicho que su sangre es poderosa, pero no sabe lo que haremos con ella.
–De acuerdo, mantenerla aislada hasta que empiece la transfusión mañana por la mañana para hacer las inyecciones.
Lo que le faltaba, ¿le iban a robar la sangre?, pero, ¿para qué? Estaba muy perdida y asustada, quería volver a casa y sus padres estarían muy preocupados.
El hombre dio media vuelta y fue en dirección hacia dónde estaba ella. Madie, apresuradamente se dirigió a la camilla en la que se encontraba antes.
–Hola de nuevo, te llevaré a tu habitación, sígueme.
–Espera, ¿me tengo que quedar aquí?
–Sí, pero… –El hombre dudo– solo será hasta que te mejores del accidente. Te haremos unas últimas pruebas porque aún no estás bien. –Se colocó detrás de Madie y cerró la puerta de una habitación con ella dentro–
* * *
Madie se despertó en una habitación blanca totalmente blindada con una cama, un pequeño mueble, un baño y una televisión, lo primero que hizo fue ir al baño para adecentarse un poco, se acordó del accidente y de que sus padres y sus amigos estaban preocupados, pensó que les habían avisado así que intento no pensar en ello. Un rato más tarde, fue a abrir la puerta, pero no se abría, intento abrir la ventana para poder ver donde se situaba, pero la ventana tampoco se abría, estaba tintada y blindada, es decir que no podían verla ni abrirla desde el exterior.
Esto no le gustaba nada y menos después de la conversación que escucho de ese hombre y la presidenta. Quieren que se quedase aquí para extraerle sangre y ella dejó que la dejaran en esta habitación y ahora no sabe qué hacer.
Cada día un chico, que parecía un enfermero por la ropa que llevaba, le traía la comida y una muda para cambiarse. No se lo creía, estaban experimentando con ella porque cada vez que se la llevaban a extraerse sangre no podía hacer nada al respecto. Todas las puertas que veía para intentar escaparse tenían guardias con armas entonces tampoco se atrevía a preguntar por qué le quitaban sangre al hombre de la bata blanca.
Sin embargo, aquel enfermero que le traía las cosas como que siempre la compadecía, no la trataba mal aunque sí que llevaba una arma, pero Madie supone que era por protocolo. Ese chico sabía algo y lo tenía que descubrir porque mientras más personas estén de su lado más fácil será escapar.
Un día cualquiera estaba tomándose un batido un poco extraño que suponía que era como para darle una sustitución de la sangre que le quitaban aunque iban muy poco a poco ya se notaba cansada.
Entonces el enfermero volvió a aparecer, pero esta vez parecía más serio. El chico que parecía solo un poco más mayor que ella entró a la habitación y cerró la puerta, eso no lo había hecho nunca.
–Oye, no tengo mucho tiempo antes de que vengan a vigilar, pero no puedo dejarte más tiempo aquí.
–¿Cómo?, no lo entiendo.
–Mira, yo sé todo lo que te quieren hacer y eso no se puede permitir. Hay muchas personas que piensan como yo, es decir, que están en contra de todas las personas que están al mando porque solo piensan en su bienestar.
Te quieren para que si vuelve a haber una radiación solar estemos preparados y no vuelva a pasar lo que pasó. Sí que es verdad que eso me parece bien, pero te están utilizando y nos están haciendo creer a todos que repartirán las muestras, pero no lo harán, se las quedaran para ellos y para sus experimentos. Además, te están sacando sangre sin ningún tipo de piedad y acabarás muriendo.
Madie no entendía nada, se había quedado tan paralizada al escucharlo que no pudo decir ni una palabra.
–Yo ya sabia algo, pero no tan… No sé…
–¿Sabías algo?
–Eh…
Madie pensó un momento si era correcto explicarle lo que escuchó, pero parecía preocupado y que la quería ayudar de verdad.
–Fue sin querer, pero escuché una conversación el día que me desperté. Estaban hablando el señor que siempre me atiende y la presidenta en la que hablaban de unas inyecciones.
–Ya… tranquila, no se lo diré a nadie solo te quiero ayudar y hay más persona que también lo harán.
–Muchas gracias de verdad, yo necesito ver a mi familia.
–Te entiendo, no tardaremos mucho más en averiguar donde guardan esas inyecciones. –el chico apresuradamente salió de la habitación–
* * *
Pasaron algunos días y ellos dos se fueron haciendo amigos, ella ya sabía que se llamaba Stefan y que era una buena persona, se podía fiar de él. Como todos los días se veían, Madie y Stefan estuvieron intentando pensar un plan para huir de la ciudad, solo querían a Madie, ya que su sangre era la importante. Entonces, nadie sospecharía de él, cosa que les ayudaría bastante.
-Tenemos que hacer un plan para salir de la ciudad
-¿Huir querrás decir, no?
-¡Es lo que he dicho!
Lo último que dijo Madie lo dijo ya bastante nerviosa, llevaba demasiados días allí, no estaba para bromas.
–Madie, he tenido una idea.
-¿Qué?
-Podemos salir de ciudad condal el sábado, ya que hay una fiesta para celebrar una supuesta cura, todos los guardias estarán pendientes del festival, ya que no tienen sospechas de que tú quieras huir.
-¿Y si quieren que me presente con ellos en el festival?
-Diré que tienes que guardar reposo.
-Perfecto, sigamos con el plan.
-Sí, que estamos a miércoles y aún seguimos sin tener claro el plan de huida.
-Tardamos 2 días en llegar a la última zona, es decir que no podremos descansar.
-Está bien, tenemos que coger provisiones y armas, esta noche iré a buscar las armas y tú tendrás que ir a por las previsiones. Coge ropa, medicinas y alimentos.
-Hablando de medicinas…
-¿Qué pasa?
-Podríamos llevarnos las medicinas que están fabricando con mi sangre para repartirlas en las dos últimas zonas. No es justo que se las queden ellos y todos los demás tengamos la posibilidad de morir,
-Sería muy arriesgado… Pero… Tendríamos que llegar lo antes posible a la última zona, iré yo a buscar las medicinas que están fabricando con tu sangre.
-Perfecto.
-El sábado cuando comience el festival iré a buscarte a tu habitación y saldremos por la parte trasera del hospital que da a un descampado que da hacia el bosque.
-¡Entonces ya tenemos plan!
* * *
Es viernes noche Stefan va a la habitación de Madie a abrirle la puerta.
A esas horas solo hay guardias en las entradas del hospital, las cámaras de seguridad las apago Stefan para que no viesen que Madie salió de su habitación para ir a buscar las previsiones.
-¿Recuerdas el plan?
-¡Claro que me acuerdo!
-A las 2 p.m aquí sin falta.
-Que si
A Madie le parecía Stefan un chico muy mono, además era guapo.
Pero no estaba para tonterías así que se olvidó de eso enseguida, lo único que quería era salir de aquel lugar.
Madie llegó a una pequeña despensa que había en el hospital así que cogió un poco de todo, por suerte había botiquines con medicina y ropa así que se llevó todo de una vez. Llego puntual a la habitación, Stefan tenía las medicinas el plan marchaba bien y estaban a viernes noche.
-¡Has llegado a tiempo!
-Claro, soy puntual.
-Buenas noches, Madie.
-Buenas noches, Stefan. (no se esperaba ese “buenas noches” de Stefan)
* * *
Es sábado por la mañana, hoy es el festival, el día en que escapara Madie. Ella se levantó más temprano de lo habitual, estaba muy nerviosa.
Le trajeron el desayuno como cada día desayuno se vistió con la ropa adecuada para escapar.
Comenzó el festival y rápidamente Stefan fue a abrirle la puerta a Madie, el plan marchaba bien hasta que vieron a un guardia en la puerta trasera del hospital, afortunadamente tuvieron suerte y el guardia se marchó de la puerta.
Ya fuera del hospital, comenzaron a hablar.
-Ha sido más fácil de lo que pensaba huir del hospital.
-Sí, pero tenemos que tener cuidado aún no estamos fuera de la ciudad.
– Técnicamente, sí, estamos en un bosque.
-Qué gracioso eres, oye… Gracias, por ayudarme a salir del hospital.
-De nada.
Fue un momento un poco incómodo, Madie empezó a sentir algo que nunca había sentido por nadie, no sabe exactamente lo que era, pero, cree que se está enamorando.
* * *
Llegaron a la segunda zona aproximadamente a las 1:30 de la mañana, tenían que avanzar rápidamente.
En el hospital no sospecharon nada hasta el domingo a la hora del desayuno, Stefan y Madie se enteraron y decidieron evitar las zonas concurridas, porque había muchos controles y muchos chivatos, decidieron ir por el bosque hasta que estaban cerca de la primera zona, había un control para pasar a la primera zona estaban muy cerca y como Stefan se sabía tantos atajos que pudieron evitar el control.
Llegaron a la primera zona cerca de las 12 de la noche llegaron al hospital más cercano, pero por sorpresa estaban todos los políticos importantes en ese lugar
tenían todas las medicinas en las mochilas.
-¿Creíais que os saldréis con la vuestra? (dijo el presidente)
-Teníamos que intentarlo.
–Madie aún puedes entregarte, tendrá que ser por las buenas o por las malas, mejor por las buenas, pero si no quieres…
-¡Eso nunca!
Stefan se giró lentamente para ver a Madie.
–¡Corre, ahora! –Le dijo en la oreja para que nadie más pudiera escucharlo–.
Stefan había reunido a un grupo de rebeldes para que hicieran estallar una bomba en el hospital si algo del plan salió mal, eso Madie no lo sabía, no le habría dejado hacerlo.
Madie empezó a correr confundida no veía a Stefan por ningún lado se estaba empezando a preocupar, cuando salió del hospital se giró y vio el hospital en llamas empezó a llorar sabía que Stefan estaba dentro del hospital, de repente vio a una persona corriendo hacia ella, parecía Stefan.
-¡Pensaba que estabas muerto, no vuelvas a hacerme esto nunca, no sabes lo preocupada que estaba!
-Lo siento mucho.
* * *
Finalmente, todo salió bien, ellos dos consiguieron escapar. Los políticos murieron en la explosión del hospital, pero no hubo ninguna muerte inocente, ya que los contactos de Stefan pusieron la bomba solo en la planta que arriba para que no afectara a los pacientes. Madie y Stefan se casaron al cabo de unos años y tuvieron dos hijos, clonaron las medicinas y las repartieron a toda la población para que nadie se quedará sin, cosa que les hizo ganarse la confianza de los habitantes.
Las zonas dejaron de existir y todo volvió a ser como antes, un país unido con igualdad e integración social para todos. Sin discriminaciones.
FIN.
Paula Castro y Ona Nebot.