Era diciembre y hacía un frío de miedo, las luces de Navidad iluminaban las calles de Barcelona y alegraba a todo el que pasaba por allí. Julia y Carmen eran dos grandes amigas y aquella tarde, paseaban por la plaza Cataluña, entre risas, selfis y por supuesto algún TikTok.
Las calles estaban repletas de puestos navideños, figuras del belén y miles de adornos brillantes.
Lo que más llamó la atención a estas dos amigas fue un pequeño puesto muy extraño.
―¿Has visto qué puesto más extraño, Carmen?
–Estoy flipando Júlia. – Dijo Carmen con curiosidad.
El puesto estaba decorado con relojes antiguos, todos diferentes, de muchos colores tamaños y formas. Un anciano atendía el puesto mirando a las chicas fijamente y con una leve sonrisa.
―¿Les interesa algún reloj? ―Dijo el anciano amablemente.
Júlia asombrada, señaló un pequeño reloj con una esfera azul que parecía un trozo de cielo estrellado.
―¿Cómo funciona?― dijo Júlia con intriga.
―Este no es un reloj cualquiera, cada campanada a medianoche abre una puerta a un mundo distinto. Pero cuidado, solo tenéis hasta la última campanada para regresar.
A Carmen le dio la risa y le preguntó al anciano, qué pasaría si no volvieran a tiempo.
―Ese es el riesgo, chicas. ―Dijo el anciano.
Júlia sin pensar demasiado sacó doce euros para comprar al anciano ese reloj tan interesante.
―Júlia esto tiene truco, seguro que es un timo, no se te ocurra gastar doce euros en esa chorrada.
Júlia no hizo caso, cogió ese reloj y le dio el dinero al anciano.
Guardó el reloj en su abrigo, y continuaron paseando, riendo y bromeando, sobre lo que les había pasado.
Aquella noche, a las 12 en punto, el reloj empezó a brillar, de una manera extraña, Júlia y Carmen pasaban la noche juntas y las dos se quedaron asombradas al ver el gran destello del reloj, que cegó sus ojos.
Al abrirlos las dos chicas se encontraron en un bosque nevado. Todo era superraro, los árboles eran altísimos, y la nieve brillaba,
Al fondo había una torre de cristal, y le veían una enorme luna, y azul.
―¿Dónde estamos? ―Preguntó Carmen.
―Creo que el reloj nos ha traído aquí. ―Dijo Júlia asustada.
En el bosque había criaturas muy extrañas como lobos con alas, pájaros de fuego y pequeños seres luminosos.
Júlia estaba asustada pero Carmen alucinaba.
Mientras las chicas avanzaban, no dejaban de aparecer criaturas por todos lados y tras un rato caminando llegaron a la torre de cristal. Allí apareció una mujer con el pelo plateado y los ojos en forma de estrella, y mirando a las chicas preguntó.
―¿Qué hacéis aquí?― Dijo la anciana de pelo plateado.
―No fue culpa nuestra, el reloj nos ha traído hasta aquí.― Dijo Júlia.
La mujer se acercó y les dijo, habéis sido elegidas y os quedaréis atrapadas en este mundo, pero si queréis volver, deberéis encontrar la llave del tiempo, antes de la última campanada.
Carmen y Júlia desesperadas subieron hasta la cima de la torre de cristal, pasaron por bastantes seres terroríficos que en la vida humana nunca se verían.
Cuando llegaron a la cima después de pasar un mal rato por los seres, y apuradas porque no quedaba mucho para que sonara la 12 campana, cogieron por fin la llave de la cima y desprendió una pequeña luz azul que de repente las hizo transportarse a la habitación.
Carmen con la llave en la mano dijo. ―¿Esto ha sido real?
Júlia le respondió:
― Por supuesto que sí, seguro que nadie nos creería, pero aquella noche de Navidad, será inolvidable para nosotras.
TIC TAC, TIC TAC.
Júlia Palacios, Carmen Alonso.