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Archivo del Autor: ISABEL GALVEZ BEJARANO
Los dioses del Olimpo
El mito de las sirenas y Ulises
Las sirenas eran seres similares a las ninfas. Vivían en el mar, cerca de lo que es Sicilia. Su forma era la de cuerpo de ave con rostro de mujer, por lo que no tenían aletas, sino alas para poder volar, aunque posteriormente se tomaron como seres con cola de pez.
Una de sus principales características era su voz, ya que poseía una inmensa dulzura y musicalidad. Gracias a su don, atraían a los barcos de marineros; éstos quedaban tan embelesados con tan bella música que saltaban del barco para poder escuchar mejor, pereciendo ahogados en las aguas.
Sin embargo, hubo alguien capaz de soportar el canto de las sirenas. Se trata de Ulises, quien en su vuelta a casa tras la guerra de Troya tuvo la desventura de pasar por los dominios de estos seres. Las sirenas tenían una obligación, y era que si algún hombre era capaz de oírlas pero no se sentía atraído por ellas, debían morir.
Para evitar su influjo, Ulises siguió el consejo de Circe y ordenó que todos los hombres de la nave se tapasen los oídos con cera para no escuchar el canto de las sirenas. Mientras esta operación se llevaba a cabo, Ulises se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos, sin cera alguna. Les ordenó que viesen lo que viesen no le desataran del mástil, por mucho que él suplicara.
Cuando pasaron por la zona en que las sirenas comenzaban con su canto, ninguno de los marineros sufrió daño alguno, ya que no escucharon nada. Sin embargo, Ulises, hechizado por la bella música, suplicó e imploró que le soltaran, pero los marineros le hicieron caso omiso. Ulises pudo escuchar la música sin sufrir daño alguno.
Ante el rechazo sufrido, las sirenas no tuvieron otro remedio que cumplir con su obligación y una de ellas debía morir. La escogida fue Parténope, que se lanzó al mar. Su cuerpo fue arrastrado hasta la costa, donde fue enterrada con grandes honores, construyéndose también un pequeño templo en su honor alrededor el cual se fundó un pueblo, Parténope, que tiempo después sería Nápoles.
La leyenda de Medusa
El nombre de Medusa, viene del griego antiguo, su traducción es “Guardiana y protectora”. Sus padres eran Forcis y Ceto era una bella mortal la más hermosa de sus hermanas.
Se comenta que la hermosura de medusa cautivó a hombres y a dioses, no dejando frío al propio Poseidón, el dios de los mares, quien la tomó por la fuerza sobre el frío mármol del templo de la diosa. Atenea,muy enojada por la profanación de su lugar sagrado, como castigo hace que de su cabello le brotaran víboras, por el acto impuro consumado en el templo de la diosa, aunque Medusa fue víctima de Poseidón, pues la había tomado por la fuerza sufrió las consecuencias y la convirtió en un monstruo ctónico, que tenía la maldición de transformar en piedra a todo aquel que se le quedara mirando fijamente a los ojos.
Denigrada por los dioses, temida y odiada por los hombres, arrinconada por las Moiras, las tejedoras del destino; la desconsolada e inocente Medusa fue expulsada y mandada al exilio, con la forma monstruosa que le había dado Atenea una criatura espantosa.
Cuenta la leyenda, que Perseo en uno de sus viajes por el Noroeste de África, pasó muy cerca del Titan Atlas, este que se encontraba sujetando el cielo, no pudo evitar ser petrificado con la cabeza de Medusa que Perseo utilizaba para protegerle de sus enemigos.
Se cuenta que cuando Perseo navegando con la cabeza de Medusa atravesando los corales del Mar Rojo, una gota de la cabeza cayó sobre estos salpicando sus algas, de ahí viene la leyenda, de que los corales se formaron con la sangre de la propia Medusa. También se cuenta que durante un viaje breve que hizo a Etiopia Perseo cuando atravesaba el Sahara, una gota de sangre cayó de la cabeza de Medusa, en sus arenas, brotando de su cabeza víboras venenosas.
Perseo, como gratitud con la diosa Atenea, le entrega la cabeza de Medusa para que la pusiera en su escudo “la égida”.
La leyenda termina diciendo que con la sangre que cae de la cabeza de Medusa, esta se guardó para que solamente los dioses hicieran uso de ella, ya que era sabido que la sangre de la vena izquierda tenía un veneno mortal, y la la vena derecha, tenía características sanadoras y que incluso podía resucitar a los muertos.
El mito de Pandora
Según el mito hesiádico, Pandora es la primera mujer, como Eva en la religión judeocristiana. Hefesto (dios del fuego) la modeló a imagen y semejanza de las inmortales, y obtuvo la ayuda de Palas Atenea (diosa de la sabiduría). Zeus ordena su creación para castigar a la raza humana, por que Prometeo se había robado el fuego divino para dárselo a los hombres.
Cada dios le otorgó a Pandora una cualidad como la belleza, la gracia, la persuasión, y la habilidad manual, entre otras; pero Hermes (mensajero de los dioses, e intérprete de la voluntad divina) puso en su corazón la mentira y la falacia.
Había una jarra que contenía todos los males. Pandora a penas la vio, la abrió y dejó que los males inundaran la tierra. Para cuando logró cerrar la jarra, lo único que quedaba adentro era la esperanza, por lo que los humanos no la recibieron. De este mito proviene la expresión ‘abrir la caja de Pandora’. En esta tradición, Pandora representa la perdición de la humanidad al igual que Eva.
El mito de Perséfone
Persófone es hija de Zeus y Deméter (hija de Cronos y Rea, hermana de Zeus, y diosa de la fertilidad y el trigo). Su tÃío Hades (hermano de Zeus y dios de los Infiernos), se enamoró de ella y un día la raptó.
La joven se encontraba recogiendo flores en compañía de sus amigas las ninfas y hermanas de padre, Atenea y Artemisa, y en el momento en que va a tomar un lirio, (según otras versiones un narciso), la tierra se abre y por la grieta Hades la toma y se la lleva.
De esta manera, Perséfone se convirtió en la diosa de los Infiernos. Aparentemente, el rapto se realizó con la cómplice ayuda de Zeus, pero en la ausencia de Deméter, por lo que ésta inició unos largos y tristes viajes en busca de su adorada hija, durante los cuales la tierra se volvió estéril.
Al tiempo, Zeus se arrepintió y ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya no era posible pues la muchacha había comido un grano de granada, mientras estuvo en el Infierno, no se sabe si por voluntad propia o tentada por Hades. El problema era que un bocado de cualquier producto del Tártaro implicaba quedar encadenado a él para siempre.
Para suavizar la situación, Zeus dispuso que Perséfone pasara parte del año en los confines de la Tierra, junto a Hades, y la otra parte sobre la tierra con su madre, mientras Deméter prometiera cumplir su función germinadora y volviera al Olimpo.
La leyenda cuenta que el origen de la Primavera radica precisamente en este rapto, pues cuando Perséfone es llevada a los Infiernos, las flores se entristecieron y murieron, pero cuando regresa, las flores renacen por la alegría que les causa el retorno de la joven. Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el nacimiento de las flores también lo hace.
Por otra parte, durante el tiempo en que Perséfone se mantiene alejada de su madre, Deméter y confinada a el Tártaro, o mundo subterráneo, como la esposa de Hades, la tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación del Invierno.
La leyenda de Ícaro
Ícaro se conoce a veces como el inventor del trabajo en madera. Es hijo de Dédalo, genio de la antigüedad que le mostró a Ariadna cómo Teseo podía encontrar el camino en el laberinto de Minos, donde se encontraba el Minotauro (monstruo con cuerpo de toro y cabeza de hombre).
Con esta ayuda, Teseo fue capaz de matar al Minotauro, por lo que el rey Minos y padre del monstruo, muy molesto encerró a Dédalo con su hijo en el laberinto.
Con la intención de huir, Dédalo fabricó unas alas para él y su hijo. Las adhirió con cera a los hombros de Ícaro y luego en los suyos e iniciaron el vuelo que los llevaría a la libertad. El padre había advertido a su joven e imprudente hijo que no volara demasiado alto ni demasiado bajo.
No obstante las advertencias de su padre, Ícaro fascinado por lo maravilloso del vuelo se elevó por lo aires desobediendo a Dédalo quien no pudo impedirlo. Además, Ícaro se sintió dueño del mundo y quiso ir más alto todavía. Se acercó demasiado al sol, y el calor que había derritió la cera que sostenía sus alas, por lo que las perdió. El desdichado y temerario joven acabó precipitándose en el mar, donde murió. Por eso, desde entonces ese mar se conoció como El Mar de Icaria.
El mito de Ariadna
Ariadna es la hija del rey Minos y Pasifae de Creta. Su padre tenía en un laberinto al minotauro, a quien había que alimentar con gente ateniense cada nueve años.
La tercera vez que los atenienses debían pagar su tributo, Teseo, -hijo de Egeo, el rey de Atenas- se ofrece a ir y matar al minotauro. El problema era que el minotauro vivia en un laberinto del que no se podía escapar.
La hija de Minos, Ariadna vio a Teseo y se enamora de él, por lo que decidió ayudarlo con la condición de que se casara con ella y se la llevara lejos de su temible padre.
Teseo aceptó, y así fue como Ariadna le regaló un ovillo para que una vez en el laberinto, fuera desenrrollándolo y pudiera servirle de guía e indicarle el camino de regreso.
Cuando Minos supo que Teseo había matado al minotauro montó en cólera por lo que Teseo tuvo que apresurarse en la huída en la que lo acompañó Ariadna. Pero ella nunca llegó a ver la tierra de Teseo, Atenas, pues en una escala que él hizo en la isla de Naxos, la abandonó dormida en la orilla.
Pero, Ariadna no se amilanó mucho y olvidó sus penas de amor con el dios Dionisio, quien se había enamorado profundamente de ella. Se casó con ella y la llevó al Olimpo. Como regalo de bodas le dio una diadema de oro que hizo Hefesto y que luego se convirtió en constelación.