Monthly Archives: enero 2009

ROMANTICISMO, UNA ACTITUD ANTE LA VIDA

¿CON QUÉ ASOCIAS EL ROMANTICISMO?

 Puntúa del 0 al 10, según el “grado de romanticismo” que atribuyas a los siguientes aspectos: 
–      Paisaje nocturno a la luz de la luna. ___
–      Regalar flores.___
–      Pensar en un amor imposible. ___
–      Algo tétrico, fúnebre, misterioso. ___
–      Imágenes agradables, colores suaves, mundo paradisíaco.  ___
–      Piratas, borrachos, prisioneros. ___
–      Muerte, tragedia. ___
–      Vida, alegría, estar contento con lo que nos rodeaba
 –      Rebeldía. ___
–      La actitud romántica ya no existe, fue una época pasada y cursi. ___
–      El día de San Valentín.___ 
–     Frankestein. ___
–      Mundos lejanos, exóticos. ___
–      Cementerios, ruinas. ___
–      Lo inalcanzable, lo infinito, Dios. ___
–      Una boda por todo lo alto.  ___
–      Confidencias amorosas. ___
–      La primavera. ___
–      El otoño. ___
–      El mar en calma. ___
–      Una tempestad. ___
–      El cisne. ___
–      Luchar por la patria. ___
–      La Revolución francesa.  “Igualdad, libertad , fraternidad”. ___
–      Una catedral gótica. ___
–      Una novela rosa. ___
–      Una revista del corazón. ___

PERVIVENCIA DEL ROMANTICISMO

Escucha esta canción del grupo “Radio Futura”, inspirada en un poema del romántico Edgar Alan Poe, Annabel Lee, en la que aparecen símbolos románticos.

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ANNABEL LEE

Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee
y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mí.

Éramos sólo dos niños, mas tan grande nuestro amor
que los ángeles del cielo nos cogieron envidia
pues no eran tan felices, ni siquiera la mitad
como todo el mundo sabe, en aquel reino junto al mar.

Por eso un viento partió de una oscura nube aquella noche
para helar el corazón de la hermosa Annabel Lee
y luego vino a quitármela su noble parentela
para encerrarla en un sepulcro, en aquel reino junto al mar.

Nuestro amor era más fuerte que el amor de los mayores
que saben más, como dicen, de las cosas de la vida
y ni los ángeles del cielo, ni los demonios del mar
separarán jamás mi alma del alma de Annabel Lee.

No luce la luna sin traérmela en sueños
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos
y así paso la noche acostado con ella
mi querida, mi vida, mi esposa.

En aquel sepulcro junto al mar
en su tumba junto al mar ruidoso.

RADIO FUTURA
Annabel Lee en La canción de Juan Perro

DESCRIPCIONES LITERARIAS

Ya que estamos trabajando las descripciones literarias, aquí tenéis ejemplos de descripciones hechas por otros autores, que os pueden servir de modelo. Somriure 

• Texto de Juan Ramón Jiménez

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gótica de miel…

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Platero y yo .

 

En cuanto al indicado grotesco donaire del señor Corregidor, consistía (dicen) en que era cargado de espaldas…, todavía más cargado de espaldas que el tío Lucas…, casi jorobado, por decirlo de una vez; de estatura menos que mediana; endeblillo; de mala salud; con las piernas arqueadas y una manera de andar sui generis (balanceándose de un lado para otro y de atrás hacia adelante), que sólo se puede describir con la absurda fórmula de que parecía cojo de los dos pies. En cambio (añade la tradición), su rostro era regular, aunque ya bastante arrugado por la falta absoluta de dientes y muelas; moreno verdoso, como el de casi todos los hijos de las Castillas; con grandes ojos oscuros, en que relampagueaban la cólera, el despotismo y la lujuria; con finas y traviesas facciones, que no tenían la expresión del valor personal, pero si la de una malicia artera capaz de todo, y con cierto aire de satisfacción, medio aristocrático, medio libertino, que revelaba que aquel hombre habría sido, en su remota juventud, muy agradable y acepto a las mujeres, no obstante sus piernas y su joroba.

Pedro Antonio de Alarcón: El sombrero de tres picos, Ed. Magisterio Español