Nobuko vive en Tokio, yo vivo en Barcelona y por una de esas cosas raras de la vida nos conocimos por casualidad en Extremadura. Luego Nobuko, que habla y escribe muy bien en español, fue mi cicerone en Madrid: me llevó a comer jamón y a ver una zarzuela (La Revoltosa) de la que sabía las canciones de memoria.
A lo largo de los años nos hemos escrito y nos hemos visto varias veces porque ella suele venir a España a menudo. Pasa gran parte de su tiempo viajando y haciendo fotografías que luego expone en Japón. Yo me considero muy afortunada por su amistad porque la quiero y admiro su vitalidad, su energía, su generosidad y su talento.
Todas las noches, antes de apagar la luz, hago sonar unas pequeñas campanitas que me regaló Nobuko y su dulce sonido me recuerda a todas aquellas personas a las que amo.

Quan em jubili, el primer viatge que voldria fer és al Japó. No sé perquè però sempre he somniat en anar-hi A veure si tinc sort
A mi el que més il·lusió em fa, ara mateix, és tornar a passejar per Florència