LA QUINTA PARTIDA

La conocí de niña y, ya de mayor, me sorprendió por su escritura sensible, inteligente, poética y tremendamente lúcida. Ahora que Estrella de Nieve ha cerrado su blog, quiero recordarla aquí con uno de sus textos de abril de 2010.

“A Síntesis lo conocí estando en una habitación.
Fue el final de una época en la que todavía me aferraba a la negación de que me había quedado jugando sola en la última partida. Supongo que lo hice porque era preferible engañarme a aceptar que mi mejor amigo, Egoísmo, se había estado nutriendo de mis sentimientos para llenarse de lo que él no se podía dar. No hubo final feliz. Egoísmo jugó con el silencio -el de los cobardes- a modo de as en la manga. Lo hizo hasta que mi esfuerzo por construir un amor de verdad le sobrepasó, hasta que mi mente le aterrorizo. Él se retiró por la puerta de atrás con su preciada carta. Yo seguí creyendo en un juego inexistente porque me costaba concebir la idea de que el que sentí como mi mejor amigo me había hecho trampas.
La recuerdo como una etapa importante en la que saqué algo magnífico de estar en una partida idealizada. Jugando conmigo misma al juego del amor, mi mente fue tejiendo una visión, proyecté por primera vez mi propia conclusión.
El amor hay que jugarlo como lo imaginó John Forbes Nash, esa mente atormentada por ausencia de reconocimiento, que descubrió que en juegos no cooperativos existen equilibrios al cooperar donde todos ganan y el beneficio global es mayor al de la suma individual. Nadie pierde, se obtiene más. Su teorema, y luego su vida, ha sido uno de los grandes descubrimientos de mi temprana existencia, pero requiere que se den unos supuestos que no todo jugador va a poder desarrollar.

Hay que ejecutar las estrategias sin errores, los jugadores deben tener inteligencia suficiente para deducir los propios equilibrios y los de los demás, jugadores que suponen que el hecho de cambiar su propia estrategia no provocará desviaciones en las estrategias de los otros. Además, existe un conocimiento común tanto de las reglas como de los supuestos de racionalidad.
Mirando hacia atrás, cuatro jugadores se han dado en mi vida: el caso de Egoísmo o, el caso anterior de Locura, el previo de Inseguridad o, el del primero, Adicción. Egoísmo no tenía la inteligencia suficiente para deducir mis equilibrios, Locura desviaba su estrategia cuando la mía cambiaba. Inseguridad no conocía las verdaderas reglas del amor, Adicción erró en la ejecución.
Leí en alguna parte que no es grato clasificar exnovios. En mi experiencia ha sido necesario. Mi mayor logro como economista es haber aprendido a racionalizar en la partida del amor. Para clasificar los errores que había en mi corazón he tenido que entenderlos y, para entenderlos, reconocer quien los causó, su denominador común. Analizar mis cuatro partidas me ha permitido saber y asimilar quien soy yo en realidad, alcanzando de este modo la que veo como mayor victoria en mi reciente historia, darme mi propia escalera real de color, encontrar por fin la aceptación dentro de mi corazón.

Pero volvamos a Síntesis.
La primera vez que me crucé con Síntesis me atravesó una corriente gratamente especial. Hacía tiempo que no tenía a nadie con quién jugar y, a través de su vibración, me empapé de su potencial. Anduve muchos días conviviendo con él sistemáticamente. Y llegó un momento en el que de tanto profundizar en su expresión, su melodía me impactó en el alma y entró en resonancia con mi interior. Salieron versos sin tenerlos que retocar. Eran sinceros, eran reales, brotaban en fluidez visceral. Síntesis sonaba a mi pasado, lo escuchaba dentro de mí, acompañaba el presente de mi soledad. Intuía en ello esencial que aprendí con Egoísmo, Locura, Inseguridad y Adicción.

Ahora vuelvo a soñar. ¿Será con Síntesis con quien jugaré la quinta partida? A estas alturas donde ya no tengo nada que perder ni ganar, donde se acabó la competición de obtener para dar, he decidido mostrar mis reglas para obtener un equilibrio en cooperación, donde prime la comunicación. Porque la partida más importante en la vida, más que un trabajo, más que cualquier ambición, se basa en elegir bien con quien vas a jugar tu amor.”

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