Nunca me había interesado especialmente el carnaval hasta que un día, haciendo zapping, descubrí el de Cádiz en el canal Andalucía y me convertí en una entusiasta. Como mucha otra gente había visto en televisión alguna chirigota y me había parecido algo gracioso sin más pero el carnaval de Cádiz es mucho más que sus chirigotas (aunque ellas siguen siendo mis preferidas).
Entre coros, comparsas, cuartetos y chirigotas con sus decorados, vestuario, música, letra, escenografía… dudo que haya alguien -sin contar los de Sevilla que también se apuntan- en la ciudad y alrededores que no esté, de una forma u otra, comprometido con la fiesta: y eso se nota. Creo que sin esa gran implicación colectiva no sería posible el derroche de energía, pasión, amor a la ciudad, capacidad de análisis y síntesis, visión crítica, humor inteligente, gracia y salero que desprende cada agrupación.
Así que todos los años me uno, desde la distancia, al Falla, a las ninfas, al Selu, al Yuyu, al Gago, al Kike Remolinos, al Canijo de Carmona, y a los vampiros, los mosquitos, las princesas, los elfos… disfrutando con los pelotazos y enfadándome, a veces, con los cajonazos del jurado.
No he estado nunca en Cádiz pero, gracias al carnaval, conozco la Puerta de Tierra, la Caleta, el barrio de la Viña, el Pópulo y sé quien fue Paco Alba. Creo que ya va siendo hora de que les haga una visita.