Como obra medieval que es, LC asume los códigos poéticos de su época. Lo apropiado para personajes de la nobleza era moldear sus sentimientos amorosos a través de los códigos del amor cortés de origen en la lírica provenzal. Si bien el modelo de Calisto lo podemos hallar en una obra cercana a la de Rojas (el caballero Leriano de La cárcel de amor, de Diego de San Pedro), en ambas subyacen los ideales del secreto amoroso que debía salvaguardar el honor de la amada, así como la entrega distante al sufrimiento amoroso a que estaba destinado este sentimiento, tan codificado que incluso poseía una serie de grados que había que seguir irremisiblemente hasta llegar al objetivo que Calisto desea antes que nada: el encuentro amoroso con Melibea.
Si reparamos en la actitud de Calisto frente al amor, nos damos cuenta de que su actuación es presentada como una parodia del código amoroso. Así, Calisto quebranta tanto el código del amor cortesano y las normas de la moral cristiana. Ya en su primera declaración se muestra a Caliisto como un enamorado temerario y desconsiderado al iniciar precipitadamente el diálogo con Melibea. Se salta el período largo de la espera, silencio y paciencia, y proclama sus sentimientos de amor por Melibea sin tapujos en el mismo huerto donde la conoce, a lo que le sucede la enfermedad del mal de amor que descubre Sempronio. No obstante, a medida que Caliso va sufriendo su dolor, sí que aparecen ciertos aspectos del amor cortesano. De esta forma, él no sólo es una víctima de la belleza, sino que la dama que la encarna es un ser superior ante la que se humilla y a la que adora como a un Dios. A su vez, en la escena 2ª del acto VI, Calisto compara el sufrimiento del enamorado con la pasión de Cristo, utilizando la retórica cortesana de la herejía de amor. Sin embargo, estos comportamientos no nos permiten decir que la actitud de Calisto sea en esencia la de un amante cortesano, pues Calisto no pone el honor de su amada por encima de su deseo de encontrarse con ella. Así, Calisto está dispuesto a pasar por alto el secreto amoroso de mantener oculta la identidad de la amada para salvaguardar su honra, cuando sabemos por sus criados que Calisto ha pregonado su amor por Melibera. Calisto no se comporta como un amante cortés, pues no se considera bendecido con su «sufrimiento», ni piensa en legitimar su amor casándose, aunque sea de forma clandestina. Al final, todo se precipita en la consumación de su deseo sexual, cuyo horizonte final, ante tanto despropósito, es la muerte. Se consuma así el fracaso de la tensión ideal del amor en la figura de Calisto, y se ahonda en el mensaje con el que se abre el libro, ya mencionado anteriormente: «compuesta en reprensión de los locos enamorados que, vencidos de su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dizen ser su dios».
En cuanto a Melibea, si bien al principio parece regirse por las reglas del amor cortés, al final acaba comportándose de forma semejante a Calisto, con lo que su personaje sirve también al propósito general de la obra de parodiar el amor cortés. En concreto en el primer encuentro entre Calisto y Melibea la cortesía y control debido están ausentes en ambas partes. Tal y como se decía anteriormente, Calisto inicia el diálogo con demasiada premura. A su vez, Melibea parece convidarle a seguir, interrumpiéndole, no para cortarle, sino para hacerle una pregunta que anima aún más a Calisto. Si bien es cierto que al final de la declaración reacciona de forma airada, no es menos cierto que Melibea parece flirtear desde el primer momento, ya que incita a Calisto con sus preguntas. En definitiva, no actúa con la discreción ni mesura que toda dama debe tener. De hecho, la defensa final que hace de su honra no resulta convincente, ya que en lugar de dar por concluida la conversación al darse cuenta de las intenciones de Calisto, coquetea con preguntas y promesas. Este carácter del amor de Melibea no concordante con el amor cortés, se confirma en el acto XIV cuando se entrega a Calisto. Por descontado, Melibea tampoco reclama el matrimonio clandestino y concierta más encuentros sexuales con Calsito: «sea tu venida por este secreto lugar, a la mesma ora, por que siempre te espere apercibida del gozo con que quedo esperando las venideras noches.»