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CORRECCIÓN DEL COMENTARIO DE TEXTO DE LA ÉGLOGA I

Con mi llorar las piedras enternecen

su natural dureza y la quebrantan;

los árboles parece que se inclinan;

las aves que me escuchan, cuando cantan,

con diferente voz se condolecen

y mi morir cantando me adivinan;

las fieras que reclinan

su cuerpo fatigado

dejan el sosegado

sueño por escuchar mi llanto triste:

tú sola contra mí te endureciste,

los ojos aun siquiera no volviendo

a los que tú hiciste

salir, sin duelo, lágrimas corriendo.

 

 

(CONTEXTUALIZACIÓN)

Este texto es un fragmento de la Égloga I de Garcilaso de la Vega. La Égloga I es uno de los poemas más representativos de la etapa renacentista o italianizante del autor. La égloga es un subgénero poético muy cultivado en el Renacimiento que arranca de las Bucólicas del poeta latino Virgilio. La admiración hacia los clásicos grecolatinos puso de moda el género, que consistía en un diálogo en el que pastores idealizados expresaban sus sentimientos con un estilo culto y refinado, dentro de un marco natural de gran belleza (tópico del Locus amoenus). La Égloga I de Garcilaso sigue estas características. En ella, tras una dedicatoria (estancias 1-3), los pastores Salicio y Nemoroso expresan sus sentimientos amorosos: el primero, por el desdén de Galatea; el segundo, por la muerte de Elisa.

 

 (Tema)

Esta estrofa, por lo tanto, forma parte del lamento de Salicio. Su tema es la frialdad y dureza de la dama, que permanece insensible al sufrimiento amoroso del poeta.

 

(Resumen)

En este fragmento, Salicio se queja del desdén de su dama. Pero antes hace una reflexión sobre el dolor que siente y cómo los elementos de la naturaleza se apiadan de él, más de lo que lo hace la desdeñosa dama.

 

(Estructura externa)

La égloga consta de treinta estancias o  silvas que repiten un mismo esquema de métrica consonante y rima: 11 A 7 c 7 e11 B 7 d 11 F 11 C 7 d 11 B 11 E 11 A 11 E 11 C 11 F.

 

 (Estructura interna)

Podemos dividir el poema en tres partes: en la primera parte (de los versos 1-10) se describen los efectos del llanto del pastor sobre elementos de la naturaleza, a los que es capaz de conmover. En cambio, en la segunda parte (versos 11- 13), el sufrimiento amoroso de Salicio carece por completo de efecto sobre la dura e insensible Galatea. La tercera parte funciona a modo de estribillo  (último verso) pues se repite en las silvas anteriores, como último verso que resume el dolor del poeta.

 

 

 (Contenido y forma)

En la primera parte el protagonista es el poeta que se siente acompañado y consolado por la naturaleza que le rodea. Se organiza en torno a una enumeración de elementos de la naturaleza: “piedras, árboles, aves, fieras”. Garcilaso expresa la sensibilidad de la naturaleza hacia el dolor de Salicio. Estos elementos resultan conmovidos por el llanto de Salicio: las piedras se rompen, los árboles se inclinan, las aves le escuchan y acompañan con su canto, las fieras acuden para oírles. Todo ello constituye una hipérbole del poder conmovedor del llanto del personaje. En ella observamos una reminiscencia del mito de Orfeo, cuyo canto también fue capaz de conmover a la naturaleza y a las mismas deidades infernales. La continua hipérbole lleva aparejada la personificación de algunos elementos: “las piedras / enternecen su dureza y la quebrantan las aves / se condolecen y mi morir cantando me adivinan las fieras / dejan el sosegado sueño por escuchar mi llanto triste”

 

En la segunda parte Salicio se queja de la insensibilidad de su dama hacia su dolor. Esta queja se hace más dramática por la antítesis entre la actitud de la dama y la de la naturaleza en la primera parte. Aquí Salicio se dirige a la dama con un apóstrofe “Tú”, señalando su insensibilidad: “tú sola contra mí te endureciste”. La antítesis con la primera parte es brutal: mientras los elementos de la naturaleza se conmueven y compadecen de su sufrimiento, pese a ser inhumanos e insensibles, Galatea, siendo humana, se muestra indiferente por completo a su dolor. Como dice a continuación, ni siquiera es capaz de volver la mirada hacia aquellos ojos (los de Salicio) a los que tanto ha hecho llorar.

 

El último verso, que se repite en casi todas las estancias del lamento de Salicio, sirve de estribillo: “Salid, sin duelo, lágrimas corriendo”.

 

(Conclusión.)

El fragmento comentado, en definitiva, es ilustrativo de los temas de la Égloga I de Garcilaso y de su dominio de las técnicas expresivas. Dentro de la segunda parte de la  Égloga I (el lamento de Salicio por el desdén de Galatea), la estancia 15 se ocupa, como hemos visto, del retrato de la frialdad de Galatea. Su frialdad y dureza quedan potenciadas gracias a las hipérboles y la antítesis: la magnitud del dolor de Salicio es capaz de conmover a los elementos naturales (hipérbole), cuya sensibilidad contrasta con la dureza de Galatea (antítesis), que ni siquiera vuelve sus ojos a él. Todo ello, probablemente, es la expresión poética de un trasfondo biográfico: la frialdad y el rechazo de Galatea corresponde con el de Isabel Freire, dama de la corte que despreció los requerimientos del poeta y se casó con otro, para morir pocos años después.

 

ADAPTACIÓN DEL COMENTARIO DE pensad.net

 

SONETO: A BOSCÁN DESDE LA GOLETA

garcilaso-11

Un soneto para Juan Boscán



Garcilaso de la Vega fue un poeta-soldado, y escribió estos versos durante una campaña militar a su amigo, el barcelonés Juan Boscán, los cuales fueron inventariados en su producción como el «Soneto XXXIII»:

A Boscán, desde La Goleta

Boscán, las armas y el furor de Marte,
que, con su propia fuerza el africano
suelo regando, hacen que el romano
imperio reverdezca en esta parte,
han reducido a la memoria el arte
y el antiguo valor italïano,
por cuya fuerza y valerosa mano
África se aterró de parte a parte.
Aquí, donde el romano encendimiento,
donde el fuego y la llama licenciosa
solo el nombre dejaron a Cartago,
vuelve y revuelve Amor mi pensamiento,
hiere y enciende el alma temerosa,
y en llanto y en ceniza me deshago.

El poeta está, sin duda, en una empresa africana: las armas imperiales de la antigua Roma reviven con el nuevo César bajo cuyas armas lucha el poeta: Carlos V. Recuerda Garcilaso también la destrucción de la capital púnica y las llamas de Escipión que acabaron con ella, y recrea la intensidad de su amor en la distancia asimilando ese fuego en un tópico muy recurrido, por otra parte, en la época.

http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/febrero_00/08022000_02.htm