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Garcilaso de la Vega fue un poeta-soldado, y escribió estos versos durante una campaña militar a su amigo, el barcelonés Juan Boscán, los cuales fueron inventariados en su producción como el «Soneto XXXIII»:
El poeta está, sin duda, en una empresa africana: las armas imperiales de la antigua Roma reviven con el nuevo César bajo cuyas armas lucha el poeta: Carlos V. Recuerda Garcilaso también la destrucción de la capital púnica y las llamas de Escipión que acabaron con ella, y recrea la intensidad de su amor en la distancia asimilando ese fuego en un tópico muy recurrido, por otra parte, en la época. |
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