La última tertulia del Grupo de Lectura de Adultos para este curso nos pilló desprevenidas, despistadas y desleídas. En primavera la lectura altera también. Las que llegamos primero nos lanzamos al ordenador para ver qué decía la Internet sobre algunas sugerencias para el verano (hay parte de ti que ya está de vacaciones…). Descartamos Donna Leon porque a Deta no le gustan las novelas policíacas. Vuelven a rechazar la lectura de El atlas de las nubes de David Mitchell (¡son cuentos cortos!) así que no lo volveré a proponer. Nunca más. Armadas con títulos más adecuados, dejamos la tecnología y nos ponemos codos a la obra alrededor de la mesa pequeña. Faltan unas cuantas…
Entre ellas estaba la única que había leído la novela Elegía para un americano, y se rumorea que no le ha gustado. La fuente de este rumor, Deta, no ha acabado el libro, aunque confiesa que no le entusiasma tampoco. Àngels lleva menos de la mitad del libro leído, no porque le disgusta la lectura, sino porque le está costando concentrarse estos días y durante los pocos ratos que encuentra para la lectura en pleno final de curso, no acaba de engancharse. Kymm, con ocho páginas de lectura realizada, no puede opinar, pero su sugerencia de retomar la charla más adelante no está segundada por Cristina, quien agradece el mal pronóstico porque aún no ha acabado el penúltimo libro, En lugar seguro (GLA XI 28/04/09), el cual sí ha acabado por fin Montse, quien AHORA tiene ganas de comentarlo. María, que acude por primera vez y no acaba de explicarse un grupo de lectura que no lee el libro, se apunta a leer En lugar seguro y hablar de ello más adelante con Montse, Cristina y alguna caña.
Comentamos los títulos que habíamos gugleado y filtrado por algún blóguer renegado hasta dar con dos opciones de lectura veraniega. ¡A ver si terminamos al menos una de ellas antes de octubre!
A Short History of Tractors in Ukranian (Marina Lewycka), también bajo los títulos de La petita història dels tractors en ucraïnès y Los amores de Nikolai, arranca así:
Dos años después de la muerte de mi madre, mi padre se enamoró de una divorciada ucraniana rubia y glamourosa. Él tenía ochenta y cuatro años y ella treinta y seis. Aquella mujer estalló en nuestras vidas como una granada de peluche rosa que agitó las aguas turbias e hizo subir a la superficie un sedimento de recuerdos, propinando una patada en el trasero a los fantasmas de la familia.
La soledad de los números primos (Paolo Giordano) tiene la ventaja de ser una novedad de moda, y la desventaja de tener ya 136 reservas sin disponer aún de ningún ejemplar en las bibliotecas de la diputación de Barcelona. Deta opina confiadamente que “alguien acabará comprándolo”. Y sí, me siento aludida.
Resuelta esta duda, vuelve Montse a la polémica del libro que sí ha leído (que nunca es tarde si la dicha es buena y nadie ha leído el que tocaba) sobre si Charity, de En lugar seguro, es buena o mala. Volvemos al tema, puntualizando que Charity es buena, aunque a veces tanta bondad carga, y ofrecemos una anécdota del viaje reciente de algunas asistentas a Dublín, donde difrutamos de nuestra propia Charity. Deta concluye con acierto que “es un lujo dejarte llevar por una Charity”.
Fijamos la fecha para La caputxeta vermella (enhorabuena, Jaumeta, por los geniales resultados de tu dedicación y entrega), sacamos la foto y, hala, hasta el curso que viene. ¡Que el verano se lea bonito!
[pie de foto: Montse Jané, Kymm Coveney, María S. Leiva, Cristina Marco, Àngels Boza y Deta Conesa]
