EL REALISMO -1º BACHILLERATO-
Cambios políticos y sociales en la segunda mitad del siglo XIX
En el terreno político, la época del Realismo tiene su origen en el movimiento revolucionario de 1848, que sacudió a toda Europa. Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjeron en Europa importantes transformaciones políticas y sociales: el proletariado se organizó en movimientos obreros y sindicales inspirados en doctrinas como el socialismo, el marxismo y el anarquismo. Al mismo tiempo, crecía el poder económico y político de la burguesía, que se hizo más conservadora.
En España, bajo el reinado de Isabel II (1843-1868), hija de Fernando VII, se suceden los gobiernos conservadores. En 1868 tuvo lugar una revolución de carácter progresista, “La Gloriosa”, que pretendió impulsar un proceso democrático, pero fracasó, y en 1875 se restableció la monarquía borbónica, con lo que se inicia el periodo conocido como Restauración. Fue a lo largo de este periodo cuando se produjo un lento desarrollo económico y cierta modernización de la vida social; y será también esta la época en que surja la novela realista española.
EL PROGRESO CIENTÍFICO Y TÉCNICO
Durante el siglo XIX la investigación científica y una serie de teorías filosóficas y sociológicas van a cambiar la mentalidad y las estructuras de la sociedad:
El Evolucionismo de Charles Darwin, que en 1859 publicó El origen de las especies, obra en la que explica la evolución de la vida en la Tierra mediante las leyes de la selección natural y la adaptación al medio. En 1871, en medio de un gran escándalo, Darwin publicó El origen del hombre, un estudio que considera a los primates antepasados directos del ser humano.
El Positivismo de Augusto Comte, corriente filosófica que surge de los avances técnicos y científicos, propone la observación rigurosa y la experimentación como únicos métodos para llegar al conocimiento de la realidad.
El Marxismo, cuyo creador, Karl Marx, estudió en El Capital (1867) la historia del capitalismo y de los conflictos sociales, afirmando que obedecían a unas leyes objetivas, las de la lucha de clases. El marxismo toma como meta la transformación de la sociedad burguesa y la implantación del socialismo.
En el campo de la técnica, surgieron numerosos inventos que transformaron la industria y la vida cotidiana: el
telégrafo, los barcos de vapor, el acero, la aspirina…
En el arte y la literatura, el Realismo, basado en la observación de la realidad, sustituye al Romanticismo, aunque en España se mantengan las manifestaciones románticas en la segunda mitad del siglo.
Características de la literatura realista
– Se busca, por encima de todo, la objetividad y el verismo. Se pretende presentar ambientes, comportamientos y diálogos reales o cuando menos creíbles. En correspondencia con este interés, abundan las descripciones y se procura que cada personaje se exprese conforme a su educación y su forma de ser. Así, Stendhal define la novela realista como “un espejo que se pasea a lo largo del camino”.
– El punto de vista narrativo omnisciente. El narrador se convierte en una especie de cronista que conoce a la perfección los acontecimientos que relata y los procesos íntimos de sus personajes. Con frecuencia anticipa los hechos y no tiene reparos en juzgar conductas e ideas de los personajes.
– Los argumentos se basan en la realidad vulgar y cotidiana. Ya no se trata de historias extraordinarias, llenas de aventuras o de sucesos insólitos, sino de asuntos y temas que están presentes en el entorno contemporáneo (las veces en que los hechos se remontan al pasado son para explicar mejor las peculiaridades del presente), en especial en el mundo de la burguesía y de la clase media, con escasas incursiones en los ambientes de los obreros o de los marginados.
– Las obras giran en torno a un protagonista, que con frecuencia les da título: David Copperfield, Ana Karenina, Madame Bovary… La obra literaria se convierte en el relato de choque entre sus aspiraciones personales y las normas sociales. De este choque el protagonista suele salir derrotado. La novela realista otorga importancia a la figura femenina y a lo colectivo: el ambiente puede adquirir en ocasiones la dimensión de un personaje.
– El estilo se caracteriza por la precisión de las descripciones y la agilidad de los diálogos. El lenguaje tiende a la sencillez y, para dar verosimilitud a los personajes, se introducen a menudo regionalismo o coloquialismo. Esta sencillez aparente no debe, sin embargo, atribuirse al descuido o la espontaneidad. Con frecuencia es fruto de una intensa labor de depuración.
– El Realismo se expresa sobre todo por medio de la novela, como género más adecuado para observar, representar y explicar la realidad social. En cambio, la poesía del periodo realista tiene escaso valor literario, mientras que el teatro sigue utilizando los procedimientos románticos sin alcanzar grandes resultados. Por eso, cuando hablamos de Realismo tendemos a identificarlo con la novela realista.
LA NOVELA REALISTA EN EUROPA
La novela experimentó en el siglo XIX un gran auge en toda Europa. Las novelas de Balzac (La
piel de zapa, Papá Goriot, Eugenia Grandet, etc.) y de Stendhal (Rojo y negro o La cartuja de Parma) crearon escuela. Y así:
– En Francia, Gustave Flaubert publica su primera novela, Madame Bovary, en 1857. Otras: Salambó y La educación sentimental.
– En Inglaterra, Charles Dickens publica Oliver Twist (1838), a la que siguen David Copperfield o Tiempos difíciles.
– En Rusia, Dostoyevski se inicia con Las pobres gentes (1846), a la siguen Crimen y castigo o Los hermanos Karamazov, y Tolstoi publica sus primeras novelas hacia 1850 y continúa con Guerra y Paz y Ana Karenina.
– En Portugal, Eça de Quiróz, publica El crimen del padre Amaro y El primo Basilio.
– En España, la primera novela realista es La fontana de oro (1870) de Galdós. Pueden considerarse prerrealistas La gaviota (1849) de Fernán Caballero y novelas como El sombrero de tres picos y El escándalo de Pedro Antonio de Alarcón.
LA GENERACIÓN DE 1868
La llamada generación de 1868 está formada por un conjunto de novelistas que publican sus obras sobre todo entre 1874 y 1884, la década que da comienzo a la Restauración. Pueden distinguirse dos grupos de novelistas según su ideología; conservadores o tradicionalistas y liberales o progresistas. Entre los primeros destaca:
– José María de Pereda (1833-1906), de gran capacidad para la descripción de la naturaleza, su obra es una idealización del medio rural y un ataque al progreso urbano, en novelas como Peñas arriba, Sotileza o Pedro Sánchez.
– Juan Valera (1824-1905), opta por una novela entretenida y estética, al margen de controversias ideológicas, de la que es muestra Pepita Jiménez.
Entre los progresistas, que defienden la sociedad urbana y el progreso de la clase media, al mismo tiempo que atacan el fanatismo religioso o político, se encuentran los mejores novelistas:
– Benito Pérez Galdós (pp. 136-137)
– Leopoldo Alas, “Clarín” (p. 138)
EL NATURALISMO
Hacia los años setenta comenzaron a llegar a España las novedades de la estética naturalista, impulsada por Émile Zola, novelista francés. Esta corriente literaria se caracteriza por los siguientes rasgos:
– El determinismo biológico y social. La herencia biológica condiciona el destino del hombre, que en ningún momento es un ser libre, a pesar de lo que pueda creer. Por otra parte, las circunstancias sociales en las que nace y se desarrolla determinan de la misma manera su comportamiento, sus creencias y actitudes.
– El experimentalismo. El novelista experimenta con sus personajes, colocándolos en situaciones complejas de modo que se verifique la hipótesis de la determinación de la determinación social y biológica. Para ello, el escritor debe partir de la observación y la documentación exhaustiva y rigurosa.
– El socialismo. El Naturalismo es un movimiento antiburgués que denuncia los males de la sociedad propios de una mentalidad burguesa. Zola y sus seguidores adoptaron una actitud comprometida y pusieron en práctica la idea del “arte útil”.
– Trata temas como la miseria humana, la corrupción, el alcoholismo, las enfermedades mentales y hereditarias y, en general, la marginación en todas sus vertientes.
– Los ambientes descritos son sórdidos, tristes, negativos; en definitiva, los aspectos más desagradables de la sociedad.
Naturalistas de importancia, además de Zola, son los franceses Daudet y Maupassant. La incidencia del Naturalismo en los escritores españoles fue bastante escasa. Clarín en La Regenta, y Galdós en La desheredada y en otras obras, utilizaron algunos recursos naturalistas. Pero quienes más se han acercado al naturalismo son Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez. La primera, con obras como La tribuna y Los Pazos de Ulloa. Blasco Ibáñez en títulos como La barraca, Cañas y barro… La narrativa catalana de tendencia realista y naturalista tiene su representante en la figura de Narcís Oller (1846-1930) en su primera novela La papallona.
LA POESÍA REALISTA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX
Además de la poesía posromántica, la segunda mitad del siglo XIX desarrolla otras tendencias ya dentro de la estética realista. Su principal representante es Ramón de Campoamor (1817-1901). Otra tendencia es la poesía ideológica, de temática filosófica, religiosa o social, que se expresa con un estilo retórico, y que tiene como poeta más representativo a Gaspar Núñez de Arce (1834-1903). La poesía de la Renaixença tiene como poeta más importante a Jacint Verdaguer (1845-1902), con poemas como L’Atlàntida y Canigó.
EL TEATRO REALISTA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX
Cuando los dramaturgos, ya en la segunda mitad del siglo XIX, quieren enterrar la estética romántica y reflejar la realidad, aparece un teatro de ambientación contemporánea e intención moralizante, conocido como “alta comedia”. Entre los autores más destacados sobresalen: Ventura de la Vega y su obra El hombre de mundo, Tamayo y Baus, autor de Un drama nuevo, y Adelardo López de Ayala, autor de El tanto por ciento. El drama romántico tuvo continuidad en la producción de José Echegaray (1832-1916), que alcanzó enorme éxito con obras como El gran galeoto y logró el Premio Nobel en 1904.
En las últimas décadas del siglo XIX aparece un teatro en donde se muestra una gran preocupación social en sus temas. Enrique Gaspar es el precursor; su obra más importante se titula Las circunstancias (1867). Siguiendo sus pasos aparece Joaquín Dicenta, para quien el teatro llega a ser un instrumento de combate. Sus dramas Juan José y El señor feudal representan el choque de clases y una problemática socioeconómica propia de fin de siglo.
Mención especial requiere Benito Pérez Galdós que intentó renovar el teatro español con obras de crítica social, como Electra (1901), que provocó una gran polémica por su denuncia de la religiosidad fanática e intransigente.