EL REALISMO
El Realismo surge en Europa a partir de 1850, cuando se observa un alejamiento progresivo de las formas de vida y mentalidad románticas. El apego a la realidad y el sentido práctico de la burguesía condicionan el ambiente que será visto con conformismo o con desacuerdo por los escritores.
Durante la segunda mitad del siglo XIX se producen en Europa importantes transformaciones políticas y sociales: el proletariado se organiza en movimientos obreros y sindicales inspirados en doctrinas como el SOCIALISMO, el MARXISMO y el ANARQUISMO. Al mismo tiempo, crece el poder económico y político de la burguesía, que se hace más conservadora.
Por otro lado, durante durante el siglo XIX la investigación científica y una serie de teorías filosóficas y sociológicas van a cambiar la mentalidad y las estructuras de la sociedad:
El Evolucionismo de Charles Darwin, que en 1859 publicará El origen de las especies, obra en la que explica la evolución de la vida en la Tierra mediante las leyes de la selección natural y la adaptación al medio. En 1871, en medio de un gran escándalo, Darwin publica El origen del hombre, un estudio que considera a los primates antepasados directos del ser humano.
El Positivismo de Augusto Comte, corriente filosófica que surge de los avances técnicos y científicos, propone la observación rigurosa y la experimentación como únicos métodos para llegar al conocimiento de la realidad.
El Marxismo, cuyo creador, Karl Marx, explica la historia de la humanidad desde un punto de vista económico, como el fruto de las diferentes condiciones de explotación laboral y de lucha por la supervivencia que ha sufrido la clase trabajadora a lo largo de la historia..
En el campo de la técnica, surgen numerosos inventos que transforman la industria y la vida cotidiana: el telégrafo, los barcos de vapor, el acero, la aspirina…
En el arte y la literatura, el Realismo, basado en la observación de la realidad, sustituye al Romanticismo, aunque en España se mantengan las manifestaciones románticas en la segunda mitad del siglo.
Características de la literatura realista
– Se busca, por encima de todo, la objetividad y el verismo. Se pretende presentar ambientes, comportamientos y diálogos reales o cuando menos creíbles. En correspondencia con este interés, abundan las descripciones y se procura que cada personaje se exprese conforme a su educación y su forma de ser. Así, Stendhal define la novela realista como “un espejo que se pasea a lo largo del camino”.
– El punto de vista narrativo omnisciente. El narrador se convierte en una especie de cronista que conoce a la perfección los acontecimientos que relata y los procesos íntimos de sus personajes. Con frecuencia anticipa los hechos y no tiene reparos en juzgar conductas e ideas de los personajes.
– Los argumentos se basan en la realidad cotidiana. Ya no se trata de historias extraordinarias, llenas de aventuras o de sucesos insólitos, sino de asuntos y temas que están presentes en el entorno contemporáneo (las veces en que los hechos se remontan al pasado son para explicar mejor las peculiaridades del presente), en especial en el mundo de la burguesía y de la clase media, con escasas incursiones en los ambientes de los obreros o de los marginados.
– Las obras giran en torno a un protagonista, que con frecuencia les da título: David Copperfield, Ana Karenina, Madame Bovary… La obra literaria se convierte en el relato de choque entre sus aspiraciones personales y las normas sociales. De este choque el protagonista suele salir derrotado. La novela realista otorga importancia a la figura femenina y a lo colectivo: el ambiente puede adquirir en ocasiones la dimensión de un personaje.
– El estilo se caracteriza por la precisión de las descripciones y la agilidad de los diálogos. El lenguaje tiende a la sencillez y, para dar verosimilitud a los personajes, se introducen a menudo regionalismo o coloquialismo. Esta sencillez aparente no debe, sin embargo, atribuirse al descuido o la espontaneidad. Con frecuencia es fruto de una intensa labor de depuración.
– El Realismo se expresa sobre todo por medio de la novela, como género más adecuado para observar, representar y explicar la realidad social. En cambio, la poesía del periodo realista tiene escaso valor literario, mientras que el teatro sigue utilizando los procedimientos románticos sin alcanzar grandes resultados. Por eso, cuando hablamos de Realismo tendemos a identificarlo con la novela realista.
LA NOVELA REALISTA EN EUROPA
La novela experimenta en el siglo XIX un gran auge en toda Europa. Las novelas de Balzac (La piel de zapa, Papá Goriot, Eugenia Grandet, etc.) y de Stendhal (Rojo y negro o La cartuja de Parma) crean escuela.
– En Francia, Gustave Flaubert publica su primera novela, Madame Bovary, en 1857. Otras: Salambó y La educación sentimental.
– En Inglaterra, Charles Dickens publica Oliver Twist (1838), a la que siguen David Copperfield o Tiempos difíciles.
– En Rusia, Dostoievski se inicia con Las pobres gentes (1846), a la siguen Crimen y castigo o Los hermanos Karamazov, y Tolstoi publica sus primeras novelas hacia 1850 y continúa con Guerra y Paz y Ana Karenina.
– En Portugal, Eça de Quiróz, publica El crimen del padre Amaro y El primo Basilio.
– En España, la primera novela realista es La fontana de oro (1870) de Galdós. Pueden considerarse prerrealistas La gaviota (1849) de Fernán Caballero y novelas como El sombrero de tres picos y El escándalo de Pedro Antonio de Alarcón.
NOVELISTAS ESPAÑOLES REALISTAS
Benito Pérez Galdós (1843-1920)
Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria, pero fue en Madrid donde desarrolló su labor literaria, llegando a ser un profundo observador de esta ciudad. Aunque no se interesó especialmente por la política, se acercó al socialismo. Sus últimos años fueron tristes, debido a la ceguera que padeció, las dificultades económicas, algunos fracasos teatrales y la oposición de sus enemigos a que se le concediera el Premio Nobel.
Es el autor más fecundo de la literatura española y su obra representa un testimonio de la vida del siglo XIX, dejando reflejadas en ellas todas las capas sociales y todos los acontecimientos de la época. Esta extensa obra puede clasificarse en tres grupos:
• El de los Episodios Nacionales, donde se recoge la historia novelada del siglo XIX en cinco series de diez títulos cada una, la última incompleta.
• El de las novelas de la primera época, unas de tipo histórico (La fontana de oro) y otras de las llamadas de tesis, en donde se opone un mundo tradicional y conservador al moderno (Doña Perfecta).
• El de las novelas españolas contemporáneas, que suponen un amplio retrato de la sociedad madrileña de la época con una técnica plenamente realista. En este grupo se encuadraría Fortunata y Jacinta: Juanito Santa Cruz, de familia de alta clase media, tiene relaciones con Fortunata, joven de condición humilde, perteneciente al pueblo llano, vital y espontánea. No obstante estas relaciones, Juanito se casa con su prima Jacinta y sigue sus relaciones con Fortunata quien lleva una vida mísera y muere dejando un hijo de Santa Cruz que adopta Jacinta. La esposa, Jacinta, representa las virtudes burguesas y Fortunata, la amante, la fuerza instintiva del pueblo
Leopoldo Alas, Clarín (1852-1901)
Clarín nació en Zamora, pero se sintió profundamente asturiano y en Oviedo pasó la mayor parte de su vida y allí moriría. Hombre de grandes inquietudes espirituales, se sintió siempre muy crítico frente al catolicismo tradicional. Su labor intelectual se traduce en una importante actividad crítica y una obra narrativa no muy amplia, pero excepcional.
Además de la creación de más de setenta cuentos y novelas cortas, Clarín también cultivó la novela larga que comienza con La Regenta y continúa con Su único hijo (1890) y Cuesta abajo (1890-91). No obstante, ninguna alcanza la importancia de la primera.
La Regenta, publicada en 1885, una de las más importantes novelas de la literatura española, muestra a la vez graves problemas humanos y un gran panorama social a través de una ciudad de provincias. Su argumento se puede resumir, sin embargo, en pocas líneas: Ana Ozores, casada con el anterior Regente de la Audiencia de Vetusta (Oviedo), don Víctor Quintanar, hombre mayor que no le presta demasiada atención. El mundo asfixiante en que vive y su temperamento insatisfecho hacen que “la Regenta” se deje llevar por la religiosidad que le ofrece el Magistral de la catedral, don Fermín de Pas, hombre raro y ambicioso, y la sensualidad romántica del seductor local, don Álvaro Mesía, a quien finalmente se entrega y que provoca el duelo entre don Álvaro y su marido. Muere este último y Ana se ve rechazada por todos.
EL NATURALISMO
Hacia los años setenta comienzan a llegar a España las novedades de la estética naturalista, impulsada por Émile Zola, novelista francés. Esta corriente literaria se caracteriza por los siguientes rasgos:
– El determinismo biológico y social. La herencia biológica condiciona el destino del hombre, que en ningún momento es un ser libre, a pesar de lo que pueda creer. Por otra parte, las circunstancias sociales en las que nace y se desarrolla determinan de la misma manera su comportamiento, sus creencias y actitudes.
– El experimentalismo. El novelista experimenta con sus personajes, colocándolos en situaciones complejas de modo que se verifique la hipótesis de la determinación de la determinación social y biológica. Para ello, el escritor debe partir de la observación y la documentación exhaustiva y rigurosa.
– El socialismo. El Naturalismo es un movimiento antiburgués que denuncia los males de la sociedad propios de una mentalidad burguesa. Zola y sus seguidores adoptaron una actitud comprometida y pusieron en práctica la idea del “arte útil”.
– Trata temas como la miseria humana, la corrupción, el alcoholismo, las enfermedades mentales y hereditarias y, en general, la marginación en todas sus vertientes.
– Los ambientes descritos son sórdidos, tristes, negativos; en definitiva, los aspectos más desagradables de la sociedad.
Naturalistas de importancia, además de Zola, son los franceses Daudet y Maupassant. La incidencia del Naturalismo en los escritores españoles fue bastante escasa. Clarín en La Regenta, y Galdós en La desheredada y en otras obras, utilizaron algunos recursos naturalistas. Pero quienes más se han acercado al naturalismo son Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez. La primera, con obras como La tribuna y Los Pazos de Ulloa. Blasco Ibáñez en títulos como La barraca, Cañas y barro… La narrativa catalana de tendencia realista y naturalista tiene su representante en la figura de Narcís Oller (1846-1930) en su primera novela La papallona.