EL VOT FEMENÍ I LA SEGONA REPÚBLICA

EL DEBAT AL CONGRÉS

 

…es indudable que, de intervenir nuestras mujeres en nuestra vida política, ésta se inclinaría enseguida hacia el espíritu reaccionario, ya que aquí la mujer, en su inmensa mayoría, es, antes que cristiana, y hasta antes que religiosa, discípula sumisa de su confesor, que es no lo olvidemos, su director…

 

Poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario

 

Margarita Nelken, diputada socialista

 

 

 

 

Señores diputados: se está haciendo una constitución de tipo democrático, por un pueblo que tiene escrito como lema principal, en lo que llamo yo el arco del triunfo de su República, el respeto profundo a los principios democráticos. Yo no sé, ni puedo, ni quiero, ni debo, explanar que no es posible sentar el principio de que se han de conceder unos derechos si han de ser conformes con lo que nosotros deseamos, y previendo la contingencia de que pudiera no ser así, revocarlos el día de mañana. Eso no es democrático. Señores diputados… Yo no creo, no puedo creer, que la mujer sea un peligro para la República, porque yo he visto a la mujer reaccionar frente a la Dictadura y con la República. Lo que pudiera ser un peligro es que la mujer pensara que la Dictadura la quiso atraer y que la República la rechaza, porque, aunque lo que la Dictadura le concedió fue igualdad en la nada, como me he complacido yo siempre en decir, lo cierto es que, dentro de su sistema absurdo e ilegal, llamaba a la mujer a unos pretendidos derechos …


(Clara Campoamor, Diario de sesiones de las Cortes, 30 de setembre de 1931)

 

 

“Señores diputados, pido en este momento a la Cámara atención respetuosa para el problema que aquí se debate, porque estimo que no es problema que debamos pasar a la ligera; se discute en este momento el voto femenino y es significativo que una mujer como yo se levante en la tarde de hoy a decir a la Cámara sencillamente que creo que el voto femenino debe aplazarse. Que creo que no es el momento de otorgarle el voto a la mujer española. Lo dice una mujer que en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal…

 

…Por creer que con ello sirvo a la República… es por lo que me levanto esta tarde para pedir a la Cámara que despierte la conciencia republicana, que avive la fe liberal y democrática y que aplace el voto de la mujer. Lo pido porque no es que con ello merme en lo más mínimo la capacidad de la mujer; no, señores diputados, no es cuestión de capacidad, es cuestión de oportunidad para la República…

 

… Si las mujeres españolas fuesen todas obreras, si las mujeres españolas hubiesen atravesado ya un período universitario y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino.

 

Pero en estas horas yo me levanto para decir lo contrario y decirlo con toda la valentía de mi espíritu, afrontando el juicio que de mí puedan formar las mujeres que no tengan este fervor y estos sentimientos republicanos que creo tener. Es por esto por lo que claramente me levanto a decir a la Cámara: o la condicionalidad del voto o su aplazamiento… Hoy, señores diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer…”

 

(Victoria Kent, Diario de sesiones de las Cortes, 1 d’octubre de 1931)

Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer…

en el Parlamento francés, en 1848, Victor Considerant se levantó para decir que una Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al analfabeto –que en España existe– no puede negárselo a la mujer…

Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.

No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.

Cada uno habla en virtud de una experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia. Yo soy diputado por la provincia de Madrid; … No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven; …

… además sigo pensando, y  no por vanidad, sino por íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República española.

(Clara Campoamor, Diario de sesiones de las Cortes, 1 d’octubre de 1931)

 

 

REACCIONS A LA PREMSA

 

El voto hoy en la mujer es absurdo, porque en la inmensa mayoría de los pueblos el elemento femenino, en su mayor parte, está en manos de los curas, que dirigen a la opinión femenina, se introducen en los hogares e imperan en todas partes. La mujer española, especialmente la campesina, no está capacitada para hacer uso del derecho del sufragio de una manera libre y sin consejos de nadie. Con lo que hoy ha acordado el Parlamento, la República ha sufrido un daño enorme y sus resultados se verán muy pronto.

 

Diari La Voz, de 1 de octubre de 1931   

 

No somos enemigos de la concesión del voto a la mujer; estimamos que debe concedérsele ese derecho de ciudadanía, pero a su tiempo, pasados cinco años, diez, veinte, los que sean necesarios para la total transformación de la sociedad española, cuando nuestras mujeres se hallen redimidas de la vida de esclavitud a que hoy están sometidas, cuando libres de prejuicios, de escrúpulos, de supersticiones, de sugestiones, dejen de ser sumisas penitentes, temerosas de Dios y de sus representantes en la tierra, y vean independizada su conciencia

 

Diari La Voz, de 2 de octubre de 1931

 

 

Estos 160 diputados que han concedido el voto a las mujeres deben ser unos doctrinarios puritanos, pero son unos torpes republicanos. Nosotros no negamos el voto a la mujer en nombre de su derecho a la libertad sino en nombre de la defensa de la República. Las mujeres pueden ser dentro de la República abogadas, catedráticas, diputadas y hasta ministras, pero electoras, no. Nada más unos cuantos pueblos han concedido el voto a las mujeres y la República española no es cosa que por quijotismo idealista defienda o confíe en el voto femenino que durante unos cuantos años será canalizado por curas, frailes y monjas.

 

El Diluvio (diari radical d’esquerres), 2 d’octubre de 1931

 

Acabó ya aquello de un hombre un voto. Ahora ocurrirá lo siguiente: un hombre soltero, un voto. Un casado en armonía con su esposa, dos votos. Un casado discrepante con su mujer, una papeleta en blanco (si no se neutralizan). Un soltero simpático y mujeriego, varios votos. Mauricio Chevalier, infinidad de votos. Un confesor, muchos más votos que Chevalier. Varios confesores, un triunfo electoral.

 

El Heraldo de Madrid. (Diari liberal-republicà)

 

Alfons XIII

JAVIER TUSELL Historiador

‘Alfonso XIII fue un rey liberal, pero no democrático’

JOSÉ A. CARRIZOSA – Madrid – 04/12/2001

Alfonso XIII, del que el próximo año se cumple un siglo de su llegada al trono, es una de las figuras de la historia reciente de España en cuya trayectoria y personalidad menos se ha profundizado. Al hilo de esta efeméride, Javier Tusell, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, y Genoveva G. Queipo de Llano, profesora titular de la misma especialidad, publican en Taurus una ambiciosa biografía de más de setecientas páginas -Alfonso XIII, el rey polémico- en la que, por primera vez, afloran aspectos desconocidos del rey que precedió a la II República y a la guerra civil.

Alfonso XIII es para los autores un rey que, con frecuencia superado por los acontecimientos, desarrolla una monarquía liberal en una sociedad predemocrática y que arrastra una mala fama histórica que se prolonga desde el final de su reinado hasta nuestros días.

‘Es una mala fama’, declara Tusell, ‘que se explica por la propia trayectoria del rey. Fue un monarca derrocado y demasiado liberal para los franquistas. Desde una óptica actual, la suya no fue una monarquía democrática, aunque sí lo fue liberal o, por lo menos, relativamente liberal’.

Es un rey liberal y no democrático, añade, ‘en primer lugar porque la sociedad española de su época era una sociedad predemocrática. Las elecciones no representaban la soberanía popular porque los Gobiernos hacían trampa, y en eso no tenía que ver el rey. Además, la Constitución española tampoco era democrática; el rey tenía un papel en relación con el Ejército y con la política exterior del país muy superior al que se consideraría normal en un país democrático’.

Javier Tusell asegura que la idea que se tiene de Alfonso XIII como un monarca poco respetuoso con el parlamentarismo no es cierta: ‘Aunque a lo largo de su reinado no hay una uniformidad en este sentido, la idea que se tiene de él de un monarca enfrentado con el parlamentarismo no es exacta. Incluso la mejor etapa de su reinado es el periodo que va desde 1910 a 1914, en el que está más vinculado con la izquierda de su época y tiene el apoyo de intelectuales como Ortega. Cuando Alfonso XIII marcha al exilio en abril de 1931 no cuenta ni con el apoyo de los monárquicos de extrema derecha, que lo consideran demasiado liberal y que le piden que abdique en su hijo Juan, que, en esos momentos, sí representa mucho más lo que puede ser una monarquía autoritaria’.

El rey, sostiene Tusell, no da el golpe de Estado que en septiembre de 1923 trae la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, sino que acepta una política de hechos consumados y no hace ningún esfuerzo por reconducir la situación. ‘Cuando se produce el golpe de Estado, los opositores a la dictadura en España son poquísimos. No es opositor ni el Partido Socialista, y cuando la dictadura cae, en 1930, don Alfonso no lucha por mantenerla; pone en marcha un cierto liberalismo que ya está anclado en el pasado y que no responde a las expectativas de la sociedad española’.

Desde esta perspectiva, Javier Tusell insiste, y éste es uno de los argumentos centrales de la obra, en que es una simplificación histórica decir que si España no alcanzó la democracia durante su reinado fue por culpa de Alfonso XIII.

La trayectoria política del rey estuvo fuertemente condicionada por la guerra de Marruecos y, dentro de ella, por el desastre de Annual, en 1921, del que se hizo responsable al monarca. Tusell ha podido documentar en su libro que Alfonso XIII estuvo completamente al margen de la preparación de las operaciones militares, pero que sí tenía una estrecha relación con los mandos militares, y en especial con el general Fernández Silvestre: ‘Alfonso XIII, que era un militar vocacional, está muy implicado en todo lo que es la vida del Ejército, y de hecho interviene mucho en la política de ascensos. Eso va a tener unas consecuencias malísimas para él, porque cada error que cometa el Ejército se le va a achacar a él. Además, el Gobierno creía, poco antes de Annual, que la guerra de Marruecos estaba acabándose’.

El reinado de Alfonso XIII, señala Tusell, tiene muchos errores pero también algunos aciertos. ‘En la política interna’, afirma el historiador , ‘muchos de los dirigentes de la época se equivocaron mucho más que el rey. El propio Maura se equivocó más que él. Don Alfonso tuvo un gran acierto al comienzo de su reinado, que fue contar con José Canalejas, que le duró muy poco, y un gran error, que fue el general Primo de Rivera, que le duró mucho’.

¿El rey tenía claro cuál era el rumbo que debía tomar España para su modernización? ‘Alfonso XIII, en un símil que se ha utilizado alguna vez, era un piloto sin brújula. A un rey democrático el rumbo se lo dan las elecciones, y él no tenía esa brújula porque las elecciones no reflejaban la realidad del país. Él tenía un claro deseo de modernizar el país, pero no tenía una idea muy clara de cómo hacerlo, al igual que la mayoría de los políticos de su época’.

A juicio de Tusell, su proyección en la sociedad española estuvo también condicionada por algunos rasgos de su personalidad, como una excesiva tendencia a la frivolidad: ‘Muchas veces fue muy frívolo, como cuando apareció divirtiéndose poco después del desastre de Annual, y además era bastante bocazas, por emplear un término coloquial. Se le ve con buenas intenciones, pero con frecuencia mal dirigidas’.

La renuncia al trono en abril de 1931, dice el autor de la biografía del rey, fue inevitable, pero fue un gesto muy acertado: ‘Alfonso XIII fue más consciente de que era lo mejor que se podía hacer en ese momento por España que algunos de los políticos que lo aconsejaban’.

La dimissió d’Alfons XIII

 

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Al país: Las elecciones celebradas el domingo (1 2 de abril) me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, y puse el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas.

Un rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia. Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.

Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del poder real y me aparto ce España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.

También ahora creo cumplir el deber que me dicta el amor a la patria Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles. Alfonso XIII.

 

Manifiesto de despedida de Alfonso XIII (13 de abril de 1931)

 

Espanya i la Gran Guerra

 

“Bajo la neutralidad de España, los españoles se dividieron en partidarios de los beligerantes y, otra vez, de modo castizo, vivieron en clima de guerra civil. Movidos por la propaganda de los contendientes, llevados de convicciones y de afectos más o menos razonables, olvidados generalmente del bien común, germanófilos y aliadófilos batallaron incansablemente en la Prensa, en el café, en las academias y en las familias”

PABÓN, Jesús: Cambó I: 1876-1919. Barcelona, 1951

Primo de Rivera justifica els lladres

 

El gorrión perjudica los sembrados, porque diezma el grano, pero come tal cantidad de insectos que beneficia con creces a la agricultura. Da más de lo que hurta. Los ladrones también. Haz una estadística de lo que entre todos ellos roban en un año, y valúalo. Y después haz otro de lo que ganan millares de policías. Sin ladrones, la guardia civil, la policía, muchos jueces y autoridades, estarían de más, y no se fabricarían llaves, ni cajas de caudales, ni puertas, ni cerraduras… ¡Cuánta gente desocupada! ¿Qué desastre! ¡Si todos los ciudadanos cumplieran la ley, cuánta gente se quedaría sin comer!.

 

Extret de Ramón Tamames (2008): Ni Mussolini ni Franco: la dictadura de Primo de Rivera y su tiempo, Barcelona, página 34

EL ERROR BERENGUER

 El Sol, 15 de noviembre de 1930

No, no es una errata. Es probable que en los libros futuros de historia de España se encuentre un capítulo con el mismo título que este artículo. El buen lector, que es el cauteloso y alerta, habrá advertido que en esa expresión el señor Berenguer no es el sujeto del error, sino el objeto. No se dice que el error sea de Berenguer, sino más bien lo contrario (…). Son otros, pues, quienes lo han cometido y cometen; otros toda una porción de España, aunque, a mi juicio, no muy grande. Por ello trasciende ese error los límites de la equivocación individual y quedará inscrito en la historia de nuestro país. (…) La Dictadura ha sido un poder omnímodo y sin límites, que no sólo ha operado sin ley ni responsabilidad, sin norma no ya establecida, pero ni aun conocida, sino que no se ha circunscrito a la órbita de lo público, antes bien ha penetrado en el orden privadísimo brutal y soezmente. Colmo de todo ello es que no se ha contentado con mandar a pleno y frenético arbitrio, «sino que aún le ha sobrado holgura de Poder para insultar líricamente a personas y cosas colectivas e individuales. No hay punto de la vida española en que la Dictadura no haya puesto su innoble mano de sayón. (…) Desde Sagunto, la Monarquía no ha hecho más que especular sobre los vicios españoles, y su política ha consistido en aprovecharlos para su exclusiva comodidad. La frase que en los edificios del Estado español se ha repetido más veces ésta: «¡En España no pasa nada!» La cosa es repugnante, repugnante como para vomitar entera la historia española de los últimos sesenta años; pero nadie honradamente podrá negar que la frecuencia de esa frase es un hecho. He aquí los motivos por los cuales el Régimen ha creído posible también en esta ocasión superlativa responder, no más que decretando esta ficción: Aquí no ha pasado nada. Esta ficción es el Gobierno Berenguer. Pero esta vez se ha equivocado. Se trataba de dar largas. Se contaba con que pocos meses de gobierno emoliente bastarían para hacer olvidar a la amnesia celtíbera de los siete años de Dictadura. (…) Este es el error Berenguer de que la historia hablará. Y como es irremediablemente un error, somos nosotros, y no el Régimen mismo; nosotros gente de la calle, de tres al cuarto y nada revolucionarios, quienes tenemos que decir a nuestros conciudadanos: ¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo! Delenda est Monarchia.- José Ortega y Gasset.