¿PAVOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA? – Valentina Fassi B21

¡Hola!

He encontrado una curiosidad de la Guerra civil española. ¿Pavos como paracaídas?

El 18 de agosto de 1936, el capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés decidió refugiarse en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar (Jaén). El grupo de refugiados estaban compuesto por 165 miembros de la Benemérita, 44 paisanos y 4 sacerdotes, junto con sus familiares, en total unas 1.200 personas. Pronto pasaron de un encierro voluntario, incluso bajaban a Andújar a por provisiones y recibir atención médica, al puro y duro asedio de las tropas republicanas.

La única forma de aprovisionamiento era aérea, ya que las provisiones venían desde Sevilla y Córdoba, pero era imposible utilizar los paracaídas para hacerles llegar los suministros por la dificultad de hacerlos caer en el pequeño reducto del Santuario. Así que, decidieron utilizar la técnica del pavo para las provisiones más delicadas y de poco peso (medicamentos). Esta  técnica consistía en soltar los pavos, a los que previamente se les habían atado las provisiones, desde la vertical del objetivo y con su frenético aleteo, que no les permite volar pero sí frenar la caída, aterrizar sin romper la carga. Además, este curioso paracaídas también se podía comer.Gracias a estos suministros, los sitiados aguantaron 9 meses… El uno de mayo de 1937 caía el Santuario ante la ofensiva de los republicanos.

2 pensaments a “¿PAVOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA? – Valentina Fassi B21”

  1. Es un método que me resulta curioso, divertido y descabellado. Quizás podrían haber usado otro método para que los suministros cayeran en una posición más precisa que la que el aleteo de un pavo desesperado y atemorizado pudiera conceder.

    Pero de todas formas, es una manera eficaz de proveer tanto medicamentos cómo comida siendo, lo que se le llama, “matar dos pájaros de un tiro”. La imaginación e ingenio son dignos de valorar en esta hazaña.

    Como segunda curiosidad, cada 3 de febrero, en un pueblo vecino (Cazalilla, ubicado en Jaén), existe la tradición de lanzar una “pava” viva desde un campanario. Esta tradición se sigue haciendo a día de hoy aunque ha recibido las duras críticas de ecologistas y de la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales, especialmente.

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