El enigmático fusilamiento de Federico García Lorca. Por Antoni-Guillem

El gran poeta y dramaturgo Federico García Lorca tenía tan sólo 38 años cuando murió fusilado el 18 de agosto de 1936. 78 años después, los sucesos que precedieron su muerte siguen siendo algo confusos, borrosos, llenos de conspiraciones, leyendas y misterio. Llegado a un punto, un laberinto de testigos (algunos de ellos falsos), teorías, anécdotas y alguna que otra verdad se ha enzarzado debido a un exceso de narradores.

Miguel Caballero fue el hombre que se propuso desenredar esa madeja, conseguir separar la realidad de la ficción al detallar los últimos momentos de la vida de Lorca. El libro “Las trece últimas horas en la vida de García Lorca” plasma su estudio completo y a partir del cual voy a basar este artículo.

El primer paso para llegar al corazón del misterio fue la verificación de los cerca de 50 testigos documentados, muchos de ellos cercanos a la vida del escritor. Los expedientes de la Guardia Civil dan fiabilidad al menos a 10 de ellos.

Pero, ¿qué razones llevaron a esta muerte? Pues, según su investigación, fueron las disputas familiares más que las ideologías. Lorca creció en el seno de una familia dirigida por una madre de autoridad férrea. Van a detenerlo a casa de los Rosales tres personas: Ramón Ruiz Alonso (diputado de la CEDA y padre de Emma Penella y Terele Pávez), Federico Martín Lago (un maestro perteneciente a Falange) y Juan Luis Trescastros. Éste último, familiar lejano del poeta y, a la vez, hombre de confianza de la familia Roldán, enemiga de los García Lorca.

El primer intento de asesinarlo es en la huerta de San Vicente, donde tratan de prender en llamas a Lorca. Este intento fallido sucedió el 9 de agosto (una semana antes de su detención) y fue orquestado por dos miembros de los Roldán (una familia enemistada con el poeta) que se reunieron la semana anterior con el gobernador civil de Granada, Valdés Guzmán. El asunto hace que la familia de Lorca piense que el mejor lugar para protegerle es la casa de los hermanos Rosales. El escritor es amigo de Luis, también poeta, aunque varios años menor. «Pensaron que allí estaba seguro, los cinco hermanos eran falangistas y José, conocido como ‘Pepiniqui’, un puntal importante del partido en Granada. Nadie pensaba que alguien fuera tan osado de ir a la casa de ‘Pepiniqui’ a detener a García Lorca».

Según Caballero, el fusilamiento tuvo que ocurrir en la madrugada del 17 de agosto de 1936, y no el 18, fecha oficial de la muerte. Sus conclusiones se exponen en el siguiente fragmento: «Hay dos razones fundamentales. El día 18 el capitán Nestares fue destituido durante dos días de su mando, con lo que no pudo recibir a Lorca ese día. Después el hecho de que quien lo traslada, el teniente Martínez Fajardo, tuvo que salir el día 17 a las cinco de la mañana con una columna para la toma de un pueblo de Granada». Además, era de gran interés un rápido fusilamiento de Federico, pues el padre era rico, influyente y de derechas. Miguel Caballero pone la tilde en la investigación poniendo nombre a los seis que formaron el pelotón de fusilamiento: Mariano Ajenjo Moreno (el jefe), Antonio Benavides (perteneciente a los Alba y familiar lejano del escritor), Salvador Varo Leyva, Juan Jiménez Cascales, Fernando Correa Carrasco y Antonio Hernández Martín.

Junto a Lorca, otros tres reos: los anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcoyas, y el profesor ateo Dióscoro Galindo. Sin emabargo, la gran pregunta es ¿Dónde están los cadáveres? Según su investigación, los cadáveres se encontraron a sólo 400 metros de donde se excavó.

«El lugar está perfectamente delimitado y ahí no se han movido tierras, ha sido una zona siempre de sierra, dedicada al pastoreo. Fue en esos pozos donde tiraron los cadáveres». ¿Y volverán las excavadoras a tratar de recuperar los restos del poeta? «A mí como investigador me gustaría que así fuera, pero la familia de Lorca se niega. Entiendo que legal y moralmente, ellos deben decidir». Y sus descendientes han dicho en varias ocasiones que prefieren que la fosa siga siendo el cementerio donde, supuestamente, descansa el cadáver de un gigante de la literatura.

 

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