Érase una vez un grupo de chicos y chicas muy curiosos que decidieron explorar cada rincón de su nuevo reino. Hacía solo tres meses que se encontraban allí y todavía no conocían a muchos de sus habitantes. El rey y sus consejeros siempre estaban en su despacho trabajando para que todo saliera bien. En el reino había mucho movimiento, sus habitantes siempre iban corriendo de un lugar para otro y era difícil poder mantener una conversación tranquila con alguno de ellos. Los chicos y las chicas recién llegados sabían que estarían allí unos años y debían empezar a adaptarse a su nueva vida. Pidieron ayuda a algunos de los habitantes más simpáticos y, poco a poco, conocieron el funcionamiento del reino. Pero aun así, les parecía un lugar un poco aburrido, monótono y extraño. Hasta que un día tuvieron la brillante idea de convertirse en exploradores. Pero… ¿Qué podían explorar en aquel reino que resultara divertido? Todavía había lugares misteriosos que no habían visitado, así que juntos emprendieron su primera aventura. Iniciaron su viaje por uno de los caminos más angostos del reino, hasta que llegaron a un espacio amplio pero muy acogedor. Las paredes estaban formadas por unas estanterías muy altas plagadas de libros de colores y tamaños diversos. Había libros con letras brillantes; otros con las hojas marrones, desgastadas por el paso de los años; otros enormes y llenos de letras minúsculas; otros muy finos; otros llenos de imágenes y dibujos…era impresionante. Los exploradores se sintieron muy satisfechos con aquel descubrimiento, así que cogieron un libro cada uno y empezaron a leer. Cada uno viajó a un país distinto, conocieron a personajes muy interesantes, alguno viajó en el tiempo, otro estuvo en el espacio y algunos todavía siguen en lugares mágicos. Cuando vuelvan nos contarán cómo ha sido su aventura. Algunos ya lo han hecho y nos contarán en este blog qué han descubierto.