– Entrevista que em porta a dir ” i tant que sí “

Ignasi Casals | Tiching

Ignasi Casals
Profesor y director de escuela durante más de 40 años y autor del libroNascola, Experiències d’un mestre durant 40 anys a l’Escola Ginebró.
De pequeño estudió en un internado: fue entre esas paredes donde se curtió un chico al que le gustaban las matemáticas y jugaba al futbol a pesar de ir cojo, consecuencia de la polio que sufrió siendo muy pequeño. De aquellos años conserva algunos recuerdos, como un profesor que fingía no darse cuenta de que él y sus compañeros, tras sus cuadernos, leían novelas.
En su libro relata sus vivencias como profesor y director de la Escola Ginebró, un proyecto educativo en el que plasmó su sueño por mejorar la educación. ¿Qué rol le entusiasmó más?
El de maestro, aunque el de director también, porque he sido un director de escuela peculiar: la he dirigido a base de estar con los maestros, de ir a desayunar con ellos, de salir fuera a saludar los padres. Esto ha hecho que los padres y los alumnos me hayan querido mucho y que el trabajo haya sido muy gratificante.
– Pero ser maestro es mejor.
Dar clase a los niños, explicarles las cosas, que te escuchen, ver cómo aprenden, cómo se interesan, cómo te miran… Siempre que he dado una clase he terminado dando las gracias.
– ¿Qué recuerda de los maestros y los alumnos con los que compartió su vida en la escuela?
Recuerdo muchísimo a Isidoro, una persona extraordinaria, amigo y compañero. A veces me decía: “Nacho, Gloria ya ha pagado la excursión, ¿eh?” y yo le contestaba “Ah, bueno, pues ya traerás el dinero” y él decía “Sí, sí, me lo dio a mí y lo tengo en casa”. En realidad, era él quien pagaba la excursión para que la niña pudiera ir. Isidoro era así, un tío impresionante. Y de alumnos recuerdo algunos muy brillantes y algunos más difíciles. De los últimos me acuerdo especialmente, porque son los que más me gustan.
– ¿Qué deben aprender los alumnos?
Les has de despertar la curiosidad, ya aprenderán ellos. Es cierto que deben tener un orden en la escuela, pero aprender, aprenden de lo que ven de los maestros, de los otros alumnos, de sus padres, de sus amigos o de sus abuelos. Los maestros deben aprender a despertar esa curiosidad, tener vitalidad, saber que están haciendo el mejor trabajo del mundo y… ¡les tiene que gustar Bach!
– ¿Bach?
En la escuela la música es fundamental: todos los niños aprenden música en Ginebró. Además, un niño que de pequeño escucha Bach, de grande no puede ser mala persona.
– ¿La escuela debe educar en valores?
Los valores forman parte de la vida, están en la calle, en el día a día. La informática no se aprende, se practica, y lo mismo pasa con los valores. Además, en la escuela Ginebró hay dos cuestiones sobre las que no se discute: la igualdad de sexos y la pena de muerte. ¿Por qué? Porque no es cuestionable. Y el mismo hecho de que sean cuestiones indiscutibles ya es muy significativo para los niños. ¡Ah! En Ginebró también es muy importante que los niños vean que los maestros se tratan con respeto, que se besan, que se hacen bromas…
– ¿Es posible trasladar lo que nos cuenta a todas las escuelas?
Siempre he tenido un deseo: que la Escola Ginebró no hubiese tenido que existir, porque habría significado que las escuelas ya eran así. Ginebró es un sueño.
– En su libro compara la educación con el bambú japonés.
Hay un tipo de bambú que debes plantar, tapar y regar. Durante tres años no lo ves, pero debes continuar regándolo y, al cabo de tres años, sale. Pasa lo mismo con la educación: debes ir regando a los niños día a día.
– ¿Y esto es posible hoy?
Yo creo en la utopía. Creo que, con una buena educación, sería posible vivir sin semáforos.
– Dentro de esta utopía, ¿cómo encajamos la tecnología digital?
Se trata de una herramienta más, como lo son las manos y los bolígrafos, pero es una herramienta muy interesante: estar hablando de Rubens en clase y poder mostrar sus obras a través de internet la hace muy potente.
– Desde Tiching también soñamos con mejorar la educación.
Y, además, permite otra cosa: hacer que un profesor del Faro del Fin del Mundo de Ushuaia que sueña con mejorar la educación pueda compartirlo conmigo. Él quizá sueñe con mejorar la educación de unos niños a quienes interesa más aprender a pescar y a correr, y yo con mejorar la de unos niños que son del Barça y a quienes interesa más aprender economía. Pero tenemos el mismo sueño y Tiching nos permite compartirlo.

– Einstein i l’amor

Einstein

Carta atribuida a Albert Einstein (parece ser parte de un relato de ficción, pero no por ello deja de ser inspiradora y simbólicamente muy bonita):
A finales de los años 80, Lieserl, la hija del célebre genio, donó 1.400 cartas escritas por Einstein a la Universidad Hebrea, con la orden de no hacer público su contenido hasta dos décadas después de su muerte.
Esta es una de ellas, escrita a Lieserl Einstein.
“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.
Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta!”.
Tu padre, Albert Einstein